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Universidad de Edimburgo "cancela" al filósofo David Hume por un comentario racista de 1753

Sociedad

Por: Luis Alberto Hara - 09/18/2020

Luego de una consulta impulsada por estudiantes, autoridades de la Universidad de Edimburgo decidieron retirar el nombre de David Hume de uno de sus edificios, esto en razón de una opinión racista del filósofo vertida en uno de sus ensayos

En los últimos meses –y en parte a raíz del movimiento #BlackLivesMatters ("Las vidas negras importan") surgido en Estados Unidos–, en algunas ciudades del Reino Unido se han presentado manifestaciones animadas por un cierto ánimo revisionista de la historia, en particular, de los capítulos relacionados con el pasado colonial y esclavista de la corona inglesa.

En ese contexto, la Universidad de Edimburgo, una de las más emblemáticas del Reino Unido, decidió retirar el nombre de David Hume de uno de sus espacios, específicamente, de una torre de su edificación que había sido bautizada en honor al filósofo escocés.

El argumento para esta remoción fue una consulta organizada por un grupo de estudiantes a partir de un par de líneas escritas por el filósofo, en un ensayo y en una carta, en donde Hume sostiene la idea de que las personas de piel negra son inferiores a las de piel blanca. En el ensayo “Of National Characters” (“De los caracteres nacionales”), publicado originalmente en 1742, Hume escribió:

Sospecho que los negros y, en general, todas las demás especies de hombres (ya que hay cuatro o cinco tipos diferentes) son naturalmente inferiores a los blancos. Nunca hubo una nación civilizada de otra complexión que la de los blancos, ni siquiera un individuo eminente en acción o especulación; no hay manufacturas ingeniosas entre ellos, ni artes, ni ciencias. Por otra parte, los más rudos y bárbaros de los blancos, como los antiguos ALEMANES, los actuales TÁRTAROS, tienen todavía algo eminente en su valor, forma de gobierno, o algún otro particular. Una diferencia tan uniforme y constante no podría ocurrir en tantos países y épocas, si la naturaleza no hubiera hecho una distinción original entre estas razas de hombres. Por no hablar de nuestras colonias, hay esclavos negros dispersos por toda Europa, de los cuales ninguno ha descubierto nunca ningún síntoma de ingenuidad, que la gente baja, sin educación, se iniciará entre nosotros, y se distinguirá en cada profesión. En JAMAICA, en efecto, se habla de un negro como un hombre de partes y de aprendizaje; pero es probable que sea admirado por sus logros muy finos como un loro, que habla unas pocas palabras claramente.

Cabe mencionar que el párrafo citado, aunque extenso, fue una adición a manera de nota al pie de página que el filósofo consideró pertinente para aclarar su propio ensayo. Hume agregó esta nota en 1753.

Como decíamos, a raíz de esta y otra opinión similar del filósofo asentada en una de sus cartas, un grupo de estudiantes de la Universidad de Edimburgo organizó una consulta entre la comunidad universitaria para solicitar a las autoridades de la institución la remoción del nombre de Hume de uno de sus edificios. Los estudiantes consiguieron las dos mil firmas que, de acuerdo con la legislación vigente, son necesarias para admitir la solicitud y, por lo tanto, la torre en cuestión dejará de llamarse “David Hume” y ahora se conocerá simplemente como “40 George Square”.

Esta decisión ha generado una cierta polémica tanto en el seno de la universidad como en otros ámbitos culturales e intelectuales. El debate ha girado en torno a la pertinencia de juzgar a las figuras del pasado con criterios y categorías del presente. También se ha mencionado la “injusticia” de, aparentemente, borrar un legado entero a causa de tan sólo un “error” cometido por el autor de dicha obra y, en este sentido, hay quien señala la miopía con que a veces se mira la producción de un autor, sin considerarla en toda su magnitud. 

A este respecto, el filósofo británico Julian Baggini escribió una contribución para la revista Prospect en donde pondera, con mejor perspectiva, el pensamiento de Hume:

Hay una forma de resolver la aparente contradicción. Si preguntamos qué es lo que más admiramos del pensamiento de Hume, encontramos que nada de esto está contaminado por su racismo. De hecho, si no fuera por una nota a pie de página, habríamos asumido que Hume era tan ilustrado como cualquier hombre blanco del siglo XVIII que no hubiera viajado más allá de Italia. Se burló de falsos estereotipos como el de que "Un irlandés no puede tener ingenio y un francés no puede tener solidez" y vio que "la naturaleza humana está muy sujeta a errores de este tipo". También fue muy crítico con la esclavitud, llamándola "más cruel y opresiva que cualquier otro tipo de sujeción civil". Le complacía que hubiera desaparecido en gran parte de la mayor parte de Europa, diciendo que "La poca humanidad, comúnmente observada en las personas acostumbradas, desde su infancia, a ejercer una autoridad tan grande sobre sus semejantes, y a pisotear la naturaleza humana, era suficiente por sí sola para disgustarnos con ese dominio sin límites".

Y continúa:

¿Por qué entonces todavía "sospechaba que los negros eran naturalmente inferiores a los blancos"? ¿Y por qué animó a un amigo a invertir en una plantación que habría sabido que era trabajada por esclavos, como reveló recientemente el historiador Felix Waldmann? Una respuesta completa está más allá de nosotros, pero su forma general es demasiado clara: Hume fue tanto un producto de su tiempo y como las personas de todas las épocas, tenía sus puntos ciegos. Su empirismo y escepticismo le hicieron "sospechar" que los blancos eran superiores en lugar de afirmar con confianza que lo eran, pero los hábitos de pensamiento que aplicó tan hábilmente en otros lugares deberían y podrían haberle impedido tomar la posibilidad en serio.

Baggini concluye:

Estar dispuesto a celebrar una figura como Hume muestra la voluntad de enfrentar la incómoda verdad de que incluso las mejores mentes tienen prejuicios, debilidades y puntos ciegos. Este es un importante recordatorio de que nosotros tampoco podemos asumir que estamos libres de estos vicios humanos universales. Así que antes de abolir o renombrar los monumentos de aquellos que tienen puntos de vista que nos ofenden o incluso nos angustian, tal vez deberíamos en cambio desafiar nuestra comprensión de para qué sirven tales monumentos. No están ahí para alentar la adoración de los héroes, para elevar ciertas figuras por encima de la crítica. Están ahí para recordarnos lo que hizo grande a ciertas personas, sin pedirnos que olvidemos sus defectos humanos.

Para terminar, cabría mencionar también que el racismo de David Hume no es, estrictamente, un tema que se ha descubierto sólo hasta este momento. En la base de datos de literatura académica JSTOR es posible encontrar artículos que al menos desde hace casi treinta años señalaron dicha cualidad en las obras del filósofo. Por ejemplo: el artículo "Hume’s Revised Racism”, de John Immerwahr, se publicó en 1992 en la revista especializada Journal of the History of Ideas de la Universidad de Pensilvania, y en él Immerwahr reflexionó en torno al mismo fragmento que hoy causa polémica. 

 

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Imagen de portada: Retrato de Hume (1766; Wikimedia Commons), Allan Ramsay