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Este festival ya cuenta con 7 ediciones y cada vez gana más adeptos

Estamos en lo que parece ser el final de la pandemia por covid-19. Durante casi todo 2020, en especial durante noviembre y diciembre, el mundo vivió una de las olas de contagios más graves de la pandemia. Hospitales saturados, personal médico exhausto, grandes dificultades para conseguir tanques de oxígeno y falta de equipo médico (mascarillas, ventiladores, guantes, medicamentos, etcétera).

El desarrollo de las vacunas en tiempo récord hizo que durante todo 2021 millones de personas comenzaran a recibir el esquema completo de vacunación. A pesar de que las vacunas no impiden 100% el contagio, sí reducen casi en un 100% la probabilidad de desarrollar sintomatología grave y ser hospitalizado. La diferencia entre el mes de diciembre en 2020 y 2021 es abismal. Aunque todavía hubo miles de contagios, los hospitales no estaban saturados y las muertes se redujeron drásticamente. Esta es tan sólo una de las múltiples pruebas de que las vacunas funcionan.

Muchos países adoptaron una serie restricciones para mantener los contagios al mínimo, por lo menos en lo que la mayoría de su población recibía la vacuna. Las medidas fueron variadas, algunas más estrictas que otras: uso de mascarilla, límite de personas en lugares cerrados, restricciones para viajar, cierre de fronteras, pruebas masivas, cuarentenas, etc. Unas funcionaron mejor, no por por la naturaleza de las restricciones sino porque cada país, ciudad y localidad tienen una dinámica social propia, por lo que las restricciones tuvieron que adaptarse a ello y viceversa. 

En México, por ejemplo, las restricciones fueron más laxas en comparación con otros países. México no cerró fronteras, pero las aerolíneas sí exigieron pruebas negativas para entrar al país. El uso de mascarillas nunca fue estrictamente obligatorio, pero sí ampliamente recomendado en espacios cerrados, como restaurantes, cines y hospitales. Además, históricamente la vacunación en México nunca ha sido obligatoria. Las campañas masivas de vacunación tienen una trayectoria de éxito en el país; los ciudadanos saben que las vacunas previenen un gran número de enfermedades, por lo que, desde pequeños, los mexicanos contamos con cartillas de vacunación que nos mantienen al corriente de todas las vacunas necesarias. Una ventaja es que el sistema de salud mexicano garantiza que todas las vacunas sean gratuitas

La campaña masiva de vacunación contra la covid-19 ha sido todo un éxito. México es el 7o país con más número de vacunados en todo el mundo. Para mediados de abril de 2022, el 61% de la población adulta en México ya tenía el esquema completo de vacunación. 

Para la gran mayoría de los mexicanos el uso de la mascarilla y completar el esquema de vacunación, además de ser un asunto de cuidado de la salud propia, es también un acto de cuidado del otro y de responsabilidad social. En muchos lugares y situaciones está mal visto no usar mascarilla o no estar vacunado, prueba de que las campañas de vacunación han funcionado. 

Sin embargo, el hecho de que el país no haya establecido restricciones exigentes y que la vacuna no sea obligatoria ha hecho de México el destino ideal para miles de personas que ven el uso de mascarillas o vacunarse como una violación a su libertad individual; en especial canadienses, estadounidenses y europeos de distintos países. 

En este contexto, hoy llama la atención el festival Anarchapulco, un festival supuestamente anarquista que se lleva a cabo cada año en la ciudad de Acapulco, en el estado de Guerrero. 

Lo cierto es que este festival no tiene nada de anarquista. A grandes rasgos, el anarquismo es cualquier filosofía política o social que llame a oponerse y abolir la figura del Estado (entendido este como la materialización del monopolio de la fuerza) y, por extensión, al rechazo del gobierno político o de la autoridad impuesta por la fuerza sobre el individuo. El anarquismo considera tanto al Estado como al gobierno innecesarios y nocivos. Hay muchas corrientes del anarquismo: anarquismo individualista, anarquismo colectivista, anarcocomunismo, anarcocapitalismo y anarcosindicalismo. Todas estas corrientes, de manera general, derivan del marxismo y de corrientes de izquierda

A diferencia de las grandes posturas anarquistas, la supuesta comunidad anarquista que organiza este festival no está inspirada por las posturas de izquierda, sino por la ideología de la derecha conservadora

El argumento es el mismo: abolir toda autoridad. Pero mientras que la mayoría de las posturas anarquistas están atravesadas por posicionamientos de izquierda y más cercanos a las prácticas comunitarias, los y las organizadores de Anarchapulco imparten talleres, cursos y pláticas que ponen en el centro y como inicio de todo al individuo. Usan lemas como “Sé el presidente de tu propia vida”, y a partir de ellos imparten conferencias. A pesar de llamarse a sí mismos anarcocapitalistas, su ideología no difiere mucho de los cada vez más famosos coaches de vida o de los conferencistas de autoayuda o autoemprendimiento. 

Independientemente de que uno esté o no de acuerdo con este tipo de posturas (pues, en efecto, cada quién es responsable de sus acciones y decisiones, así como de las consecuencias de ellas), el problema de esta comunidad anarcocapitalista es que encontró en México (específicamente en Acapulco) un espacio para no cumplir con las leyes jurídicas de un país diferente al suyo, pero en especial, para no cumplir con normas sociales. El ejemplo por excelencia es la no vacunación y negarse al uso de mascarillas para cuidar a los otros. 

El equipo de Vice News estuvo presente en la edición de este año. En el inicio del video podemos ver a una “maestra” hablando de por qué imparte clases de telequinesis. Alrededor de ella, un grupo de personas están sentadas y cada una tiene una cuchara en la mano. La maestra repite: “conectemos con la esencia de la cuchara y con la razón por la cual queremos doblarla”. Al poco tiempo, los asistentes empiezan a cantar: “I love you, spoon” (“Te amo, cuchara”). El festival ofrece este tipo de dinámicas, a la par de limpias espirituales, cocteles y drogas psicodélicas. 

Cada quien es libre de creer lo que quiera y darle sentido a su vida con las herramientas que prefiera. El problema es que este festival se convirtió en un lugar que reúne a supuestos expertos para desmentir la eficacia de las vacunas y para difundir todo tipo de teorías de la conspiración. Entre las más alocadas está aquella que afirma que el 9/11 es un montaje de psicología masiva y que lo que en realidad pasó fue que las Torres Gemelas se derrumbaron en demoliciones controladas. Otra teoría de conspiración que circula entre estas comunidades es la que defiende que el holocausto judío no existió.

En este festival también hay agentes inmobiliarios que dicen estar en la misión de rescatar a las personas de los regímenes tiranos de sus países de origen. Lo que en realidad hacen es vender casas y departamentos “off the grid” (fuera del radar) a extranjeros sin que pasen por el control del gobierno mexicano. Esto da pie a un debate sobre la migración y quienes tienen el privilegio de vivir en un país que no es el de su origen sin sufrir el maltrato de las autoridades (como aquel que experimentan miles de migrantes centroamericanos). Una vez más, esto es una prueba del privilegio de los ciudadanos blancos y con alto poder adquisitivo.

La mayoría de los asistentes al festival son personas que se declaran antivacunas y están convencidas de que las personas vacunadas van a morir pronto. Alice Hines, reportera de Vice News, conversa con distintos asistentes, pero llama la atención la plática que tiene con una mujer que asegura que en su vida pasada fue una sirena y que a través de las vibraciones puede deshacer la vacuna y sus efectos en el cuerpo de Hines. 

Muchos han empezado a vivir en comunidades fuera del control y la tiranía gubernamentales, a las que llaman “freedom cells”, que podría traducirse como “células de libertad” pero también como “celdas de libertad” (algo bastante contradictorio).

La comunidad “anarquista” en Acapulco no es la única. Existen otras comunidades off the grid en el sureste mexicano y en Centroamérica. Los miembros de estas comunidades aseguran: “nosotros elegimos vivir aquí porque somos libres, no tenemos que responderle a nadie”. 

Más allá de las críticas que se puedan hacer a sus posturas, ideologías y prácticas, este tipo de fenómenos nos hace preguntarnos qué entendemos por comunidad, cuidado colectivo y responsabilidad social. 


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