*

Tanto a nivel individual como colectivo, la vacunación es el método más efectivo hasta ahora para combatir enfermedades que se contagian fácilmente y son potencialmente letales

Como es sabido, en el contexto de la pandemia de covid-19 que vivimos desde inicios de 2020, la vacunación se ha vuelto un tema de interés y discusión públicos. Desde distintas perspectivas y en distintos ámbitos, profesionales y amateurs, la vacuna y sus aspectos relacionados han atraído la atención general por razones más o menos obvias, entre las cuales la más importante parece ser la idea de que conforme la vacunación avance en todo el mundo la pandemia podrá darse por terminada. 

Al mismo tiempo, en todo el mundo existe una proporción más o menos considerable de personas que se oponen a la aplicación de la vacuna contra el nuevo coronavirus, igualmente por distintas razones. 

Hasta cierto punto dicha postura es todavía minoritaria, pero no por ello menos preocupante. En los últimos días, las autoridades sanitarias de Estados Unidos han constatado con preocupación que un número importante de personas se han negado a vacunarse contra la covid-19 (cerca del 22% de la población, de acuerdo con un estudio reciente de la Escuela de Salud Pública Texas A&M), aun cuando la disponibilidad del fármaco en el país es elevada.

El problema del rechazo, la desconfianza o el escepticismo hacia cualquiera de las vacunas desarrolladas para combatir el nuevo coronavirus o las ya existentes para enfermedades como el sarampión o la polio (entre varias otras), radica en el impacto en el bienestar colectivo, entendido (al menos de inicio) sólo desde la perspectiva de la salud pública

Si bien la presencia de las vacunas en la historia de la humanidad puede considerarse reciente, a la fecha son el método más efectivo que se tiene para impedir el contagio masivo de enfermedades letales. Debido a ello, enfermedades que durante siglos llevaron a la muerte a millones de personas, ahora son literalmente historia. 

La viruela, por ejemplo, que tan sólo en el siglo XX provocó el deceso de cerca de trescientos millones de personas en todo el mundo, fue erradicada gracias a una intensa campaña de vacunación internacional comenzada a finales de la década de 1950. Gracias al esfuerzo de numerosas instituciones y organismos públicos y privados, así como a la cooperación de la población, la viruela fue erradicada de todo el planeta, de modo que en 1977 se declaró el último contagio natural registrado (en 1978 hubo otro contagio, ocurrido por una manipulación errónea del virus).

Ejemplos como el de la viruela (pero también el de la polio o el sarampión, entre otros) demuestran que la vacuna es el método más efectivo hasta la fecha para combatir enfermedades que se transmiten con mucha facilidad y pueden llegar a ser muy letales. En otras palabras, la vacunación es un método sumamente efectivo para asegurar la supervivencia en lo individual y lo colectivo.

En el caso específico de la covid-19, numerosos datos recabados recientemente aportan evidencia sobre la efectividad de las vacunas disponibles hasta el momento. 

Por ejemplo, en un estudio multidisciplinario realizado entre personal sanitario de Estados Unidos (la llamada “primera línea de combate” frente al coronavirus) se observó que el riesgo de infección sintomática o asintomática de coronavirus se reduce entre un 80% y un 90% entre personas vacunadas, en comparación con quienes no han recibido la vacuna.

Otro indicador importante afectado por la vacuna es la carga viral, es decir, la cantidad de partículas virales presentes en los fluidos corporales de personas contagiadas. En dos estudios diferentes realizados en Israel y en el Reino Unido se llegó a una conclusión similar: la vacuna reduce entre tres y cuatro veces la carga viral de coronavirus en personas infectadas

Además de los efectos en la salud al portar una menor carga viral en caso de contagio, a nivel colectivo esta reducción es importante porque en estudios realizados en la India, España y Estados Unidos se ha encontrado que las personas con menor carga viral tienen menor capacidad de contagio a otros. En síntesis: la vacuna reduce las probabilidades de contagio también por esta vía.

Estos últimos datos dejan ver el beneficio dual de las vacunas que señalamos antes: en lo individual y lo colectivo. Vacunarse es una acción de importancia en ambas esferas, que implica el cuidado tanto de uno mismo como de la comunidad de la que se forma parte.


También en Pijama Surf: Gobierno de Francia implementa el 'pase sanitario', una medida para forzar la vacunación masiva

 

Imagen de portada: Pixabay