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Antes de Google, estas eran las preguntas que la gente hacía a los bibliotecarios

Arte

Por: Luis Alberto Hara - 05/10/2016

Ahora estamos muy habituados a recurrir a Google por cualquier cosas que necesitemos saber, ¿pero qué sucedía antes de la invención de Internet? Eran los bibliotecarios quienes debían responder a la curiosidad, a veces extravagante, de las personas

Google pasará a la historia como una de las invenciones más revolucionarias en el desarrollo cultural de la humanidad. Es parte de la historia de Internet, claro, pero sin duda el algoritmo al que arribaron Larry Page y Sergey Brin a mediados de los 90 merece un capítulo aparte, pues la simpleza de su genialidad permitió generar una lógica sumamente eficiente dentro del caos potencial que es el universo digital. Ahora, para cualquier usuario de un dispositivo con conexión a Internet es muy sencillo y habitual abrir un navegador, teclear el concepto de lo que sea que necesita saber y, en un par de segundos, obtener al menos 10 buenos resultados entre los que muy probablemente estará su respuesta.

La pregunta, para efectos de esta nota, es qué hacía la gente antes de Google y antes de Internet para saber lo que necesitaba saber. La respuesta es sencilla, porque en cuestión de conocimiento el invento capital inmediatamente anterior a la Red son los libros, esa “memoria comunal que no está almacenada ni en nuestros genes ni en nuestros cerebros”, según escribió Carl Sagan en un emotivo y acertado elogio a la cultura impresa. En cierta forma, Internet es un punto en la evolución más o menos previsible de la “galaxia Gutenberg”, por utilizar el concepto de Marshall McLuhan, pues aunque las plataformas, los formatos o las prácticas de acceso, consumo y generación de conocimiento han cambiado, en buena medida su filiación sigue siendo la herencia libresca que la humanidad ha sostenido y nutrido al menos desde el Renacimiento.

Quizá por ello podría no sorprendernos encontrar una notable similitud entre las preguntas que a veces hoy se dirigen a Google –ese oráculo en donde se combinan lo trascendente y lo trivial– y las que hace algunas décadas personas de una curiosidad peculiar dirigían al personal de la Biblioteca Pública de Nueva York.

A través de su cuenta de Instagram esta institución comparte desde hace poco fichas de su archivo en las que se conserva memoria de dichas cuestiones, algunas más extravagantes que otras y que en su mayoría (al menos de las seleccionadas) dejan ver esa cercanía entre épocas que aunque podrían parecer muy diferentes quizá no lo sean tanto, al menos en lo que respecta a la forma en que nos acercamos al conocimiento de lo que no sabemos –pero queremos saber. 

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 Mi papá posee el segundo fanal más antiguo de la ciudad, ¿dónde puedo venderlo?

 

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 Quisiera saber un poco sobre el aspecto físico de Adolf Hitler. Creo que lo vi. Caminaba pesadamente, en un pie y todo.

 

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¿Alguien tiene derechos de autor sobre la Biblia?

 

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 ¿Cuándo comenzó Moisés a llamar la atención del público?

  

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 ¿Las mujeres son mamíferos?

 

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 ¿Por qué hay tantas ardillas en las pinturas inglesas del siglo XVIII? ¿Y cómo las domaron para que no mordieran a los pintores?

 

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¿Qué tipo de manzana comió Eva?

 

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