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Luego de investigar la vida sexual de estudiantes universitarios en Alemania, se encontró que algunos rasgos de la personalidad introvertida se proyectan en la vida sexual

En Pijama Surf hemos dedicado varias notas a explorar el concepto de la personalidad introvertida. No a las personas introvertidas, sino la idea que actualmente se tiene de ellas, esa generalización más o menos teórica que en los últimos años ha ganado interés y curiosidad por razones que también son un tanto misteriosas.

¿Por qué, en efecto, los introvertidos provocan tal fascinación? Una hipótesis podría apuntar a la aparente oposición que, con su personalidad, tienen hacia algunos de los valores y comportamientos dominantes de nuestro tiempo. Su gusto por el silencio, la soledad (o la compañía escasa), la intimidad y la profundidad, entre otros rasgos, contrasta notablemente con una época en que más bien existe una saturación de todo tipo de estímulos sensibles, en que se nos insta a acumular “amigos” en las redes sociales y a establecer vínculos fugaces (“líquidos”, los llama el sociólogo Zygmunt Bauman) y en la cual el "meme" y la ocurrencia han desplazado a la argumentación como forma predominante de “opinión” sobre cualquier asunto de la vida pública.

Es posible, además, que los introvertidos sean distintos en otro ámbito fundamental de la existencia: el sexo.

De acuerdo con el Inventario Eysenck de Personalidad (una investigación amplia realizada entre estudiantes universitarios de Alemania), parece haber una diferencia notable en la cantidad de encuentros sexuales que sostienen los individuos introvertidos en comparación con lo que sucede con su contraparte, los extrovertidos. Según esta data los hombres introvertidos tienen en promedio tres relaciones sexuales por mes, mientras que en los hombres extrovertidos el promedio es de 5.5 encuentros por mes. En cuanto a las mujeres, mientras que las introvertidas tienen en promedio 3.1 relaciones mensuales, en las extrovertidas el número de este rubro asciende a 7.1.

Ahora bien, a la par de que estas cifras deben ponerse en su justo contexto y, por lo mismo, sería delicado trasladarlas a otras condiciones (la vida sexual de estudiantes universitarios de Perú, por ejemplo), otro factor que debe tomarse en cuenta es la tendencia que se observa en la personalidad extrovertida hacia la exageración, sobre todo en lo que concierne a asuntos relacionados con los vínculos personales. Hace poco, por ejemplo, reseñamos un estudio a propósito de la “paradoja de la amistad”, un fenómeno curioso de una red de amigos que, en el caso de las personas extrovertidas, podría resultar en una cantidad menor de vínculos reales en comparación a los que se cree tener.

Las estadísticas, sin embargo, parecen tener coherencia con la caracterización típica de un introvertido, sobre todo en lo que respecta a su inclinación hacia la intimidad y la profundidad. Para alguien introvertido no es sencillo tejer relaciones personales, pues con cierta frecuencia necesitan que éstas sean profundas, trascendentes –y eso requiere tiempo. Esta necesidad, además, se lleva igualmente al terreno sexual, como si cada encuentro tuviera que ser significativo para ocurrir. Caso contrario al de las personas extrovertidas, en quienes la ligereza del lazo no es impedimento para, por ejemplo, terminar en la cama con alguien.

Nosotros, de momento, sólo ofrecemos los datos. Como sugerimos al principio, es posible que estos rasgos de personalidad sean una apariencia, un “parece ser”, y que el núcleo auténtico que distingue a un individuo de otro se encuentre en otro lugar, distante de estos accidentes.

 

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