Una forma de vida desconocida aparece en el timón de un barco atracado en Cleveland
AlterCultura
Por: Carolina De La Torre - 07/14/2025
Por: Carolina De La Torre - 07/14/2025
Todo comenzó con un problema técnico:
El Blue Heron, un buque de investigación de la Universidad de Minnesota Duluth, navegaba el lago Erie recolectando datos sobre floraciones de algas tóxicas. Nada fuera de lo común para un barco acostumbrado a examinar lo que flota, se disuelve o brota en los cuerpos de agua del norte estadounidense. Pero una falla en el eje de la hélice obligó a llevar la embarcación a Cleveland, donde sería revisada fuera del agua, en un dique seco del astillero Great Lakes, sobre el canal Old River del río Cuyahoga.
Fue ahí, durante la inspección del casco, que el capitán Rual Lee notó algo extraño rezumando del poste del timón: una sustancia negra, espesa, como alquitrán. No olía mal, no brillaba, no ardía. No era grasa. Tampoco aceite. Era algo que, según él, no había visto en ninguno de los chequeos previos.
“Todos tenemos curiosidad por saber qué es esto”, dijo el capitán. “Quizás algún día podamos obtener una respuesta concreta”. Por ahora, solo hay preguntas.
Como no estaban lidiando con una avería ordinaria, Lee decidió llevar el asunto a los científicos de su universidad. Lo que parecía una mancha extraña terminó convirtiéndose en un rompecabezas biológico. La muestra fue trasladada a Duluth, donde el microbiólogo Cody Sheik se encargó del análisis. Al estudiar su composición celular, descubrió algo inesperado: unas 20 secuencias de ADN. La mayoría correspondía a organismos conocidos… pero una de ellas no coincidía con nada registrado en las bases de datos genéticas del mundo.
El nombre provisional fue casi un chiste interno: ShipGoo001. Pero más allá del humor, el hallazgo llamó la atención de la comunidad científica. Porque esto no fue un simple resbalón del sistema de clasificación. Se trata, posiblemente, de una nueva forma de vida, un organismo unicelular que jamás habíamos visto.
Aún no se sabe cómo luce. Podría ser filiforme, esférico, irregular o algo completamente distinto. Lo que sí se sospecha es que está compuesto por carbono y probablemente se alimenta de restos flotantes del agua. Lo más intrigante: su hogar era un rincón recóndito de un barco viejo, donde normalmente solo hay óxido, humedad y metal.
“No estudiamos muy bien esos entornos, así que me parece fascinante que estén encontrando microbios novedosos allí”, declaró Gregory Dick, profesor de la Universidad de Michigan. Y es que, en medio de tantos avances tecnológicos, aún desconocemos buena parte de la vida que habita nuestro propio planeta. A veces, basta mirar debajo de un timón.

Por supuesto, el hallazgo no tardó en viralizarse. Reddit, TikTok y foros de ciencia ficción reaccionaron como era de esperarse: con una mezcla de entusiasmo, sarcasmo y referencias cinematográficas. Los fans de Alien y Expediente X encontraron terreno fértil para teorizar. “¿Esto es lo que inicia Alien: Earth?”, preguntó uno. “Scully y Mulder, los necesitamos”, escribió otro. La sustancia negra, tan parecida a la que dio origen a los Xenomorfos en la saga de Ridley Scott o al “aceite negro” consciente que infectaba humanos en The X-Files, parecía sacada de una ficción clásica.
Pero no hay monstruos —aún. Ni tampoco alarmas ecológicas. Por ahora, ShipGoo001 no representa ningún riesgo para el barco ni el medioambiente, a diferencia de aquella bacteria que en 2012 devoraba los pilotes de acero del puerto de Duluth. Esta vez, la ciencia se encuentra frente a algo más curioso que peligroso. Y quizás eso lo hace aún más fascinante.
Como dijo Sheik, este tipo de hallazgos son recordatorios de que la ciencia también tiene un lado lúdico. Un componente de juego, de asombro, de intuición. Algo que nos obliga a mirar con más atención los detalles que solemos pasar por alto. Porque sí, incluso en los engranajes de un timón oxidado, puede esconderse una criatura invisible esperando ser descubierta.