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La histórica Champions del PSG se vio empañada por disturbios en todo el país. La violencia dejó dos muertos y cientos de heridos.

La noche en que París debió celebrar, terminó sumida en el caos. Lo que comenzó como una jornada histórica para el fútbol francés –el Paris Saint-Germain alzando por primera vez la Champions League con una goleada de 5-0 al Inter de Milán– derivó en una oleada de disturbios que dejó un saldo trágico: dos muertos, casi 200 heridos y más de 500 detenidos en todo el país.

La Torre Eiffel se iluminó de rojo y azul. Miles de aficionados salieron a las calles a festejar lo que, para muchos, era un triunfo largamente esperado. Pero la euforia se desbordó, y el festejo terminó en enfrentamientos, saqueos y violencia.

Dos muertes que opacan la gloria

En Dax, al suroeste de Francia, un joven de 17 años fue asesinado con una puñalada en el pecho durante las celebraciones. El atacante sigue prófugo. En París, otro joven, de 23 años, murió tras ser atropellado por un auto mientras circulaba en patinete eléctrico por el centro de la ciudad. La victoria del PSG no alcanzó para proteger ni siquiera a sus propios aficionados de la brutalidad que se apoderó de la noche.

En Grenoble, una familia entera fue arrollada por un coche durante los festejos. Dos de los heridos permanecen en estado grave. Aunque el conductor dio negativo en alcohol y drogas, las heridas ya estaban hechas. Y no eran solo físicas.

A pesar del despliegue de más de 5,400 policías en la capital, la violencia fue imparable. Las fuerzas del orden se enfrentaron a grupos que lanzaban fuegos artificiales como proyectiles, incendiarion más de 200 vehículos y destruyeron mobiliario urbano, incluyendo paradas de autobús e hidrantes. Las autoridades reportaron 192 personas heridas, incluyendo 22 policías y 7 bomberos.

Los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo y los alrededores del Parque de los Príncipes fueron el escenario de enfrentamientos entre la policía y grupos de alborotadores. El uso de gases lacrimógenos y cañones de agua apenas contuvo a las multitudes. En medio de la violencia, 30 personas fueron arrestadas por el saqueo de tiendas, incluyendo una sucursal de Foot Locker.

¿Celebración o válvula de escape?

El ministro del Interior no dudó en calificar a los responsables como “bárbaros”. Y aunque una gran parte de los aficionados sí celebró de manera pacífica, no se puede ignorar que esta violencia no surgió de la nada. La tensión en las calles no es solo un exceso de entusiasmo futbolístico: es también una muestra del malestar social que recorre muchas ciudades francesas, especialmente entre los más jóvenes. Lo que debía ser una noche de alegría, se convirtió en el escenario perfecto para que estallara la rabia contenida.

Jugadores como Ousmane Dembélé intentaron, sin éxito, llamar a la calma: “¡Nada de violencia, no rompamos nada!”, dijo tras el partido. Pero la voz de los futbolistas quedó ahogada entre el estruendo de los petardos y el sonido de los cristales rotos.

Mientras tanto, el presidente Emmanuel Macron, aficionado del Olympique de Marsella, publicó en redes sociales un mensaje escueto pero diplomático: “Un día glorioso para el PSG. ¡Bravo! París, la capital de Europa esta noche”.

Pero detrás de esa frase, París era también, una vez más, el espejo de una fractura profunda. El desfile del equipo campeón está previsto para este domingo, con medidas de seguridad reforzadas. Y aunque la copa se exhiba como un trofeo nacional, muchos en Francia se preguntan si no estamos celebrando sobre ruinas.


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Imagen de portada: RTV