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Jaron Lanier, uno de los principales expertos en tecnología digital, opina sobre la inteligencia artificial

Jaron Lanier es una de las personas que mejor conocen el mundo de Silicon Valley y, por ende, la tecnología más avanzada con la que las compañías de tecnología lucran. Lanier fue parte de la creación del protocolo de Internet, es considerado el padre de la realidad virtual y uno de los informáticos más brillantes en la historia de Silicon Valley. Además es escritor, filósofo y un destacado compositor de música clásica y electrónica. Y especialmente en la última década, Lanier se ha convertido en uno de los principales críticos del uso de la tecnología digital.

Lanier tuvo recientemente una entrevista con The Guardian a propósito del tema del que todos están hablando: la llamada "inteligencia artificial". Lo primero que llama la atención en este intercambio es que Lanier duda de la existencia de dicha "inteligencia artificial". Para él, la pregunta sobre la hiperinteligencia de los chatbots y el peligro de que nos destruyan al estilo de Terminator no tiene sentido. Sugiere que no son realmente inteligentes, aunque sí sofisticadas calculadoras lingüísticas, y no tiene sentido decir que superan nuestra capacidad intelectual. Compararnos con una inteligencia artificial es como compararnos con un coche. Sí, evidentemente un coche puede ir más rápido que un ser humano, pero eso no significa que un coche es mejor corredor, pues son cosas distintas.

Sin embargo, esto no implica que no exista un peligro o un daño en la supuesta "inteligencia artificial". Al respecto, dice Lanier:

Desde mi perspectiva, el peligro no está en que una entidad extraña hable a través de nuestra tecnología, nos controle y destruya. Para mí el peligro es que usemos la tecnología para volvernos mutuamente ininteligibles y que nos volvamos locos, si quieres, de una forma en la que no nos comportemos con el suficiente entendimiento e interés para sobrevivir, por lo que moriríamos de locura, esencialmente.

En otras palabras, Lanier, el autor de un popular libro sobre diez razones por las cuales se deben abandonar las redes sociales, cree que existe cierta responsabilidad y un nivel intelectual que es necesario para saber manejar la tecnología, y simplemente, no estamos a la altura ahora. Lanier considera que la aplicación de la "inteligencia artificial" hasta el momento nos ha hecho más perezosos, al ofrecer recomendaciones en los feeds de redes sociales.

Una de sus críticas al algoritmo de Google o a repositorios como Wikipedia es que nos muestran una realidad única, una enciclopedia a la que todos acudimos y consultamos, como si se tratara de un reflejo fiel de la realidad. En este sentido, Lanier cree que la búsqueda a través de chatbots puede ser más interesante porque cada respuesta es única. El problema con los chatbots estaría en que le demos rienda suelta a su personalidad y la tomemos como real, casi como una persona.

Otro peligro yace en que obviamente los chatbots como ChatGPT aumentan exponencialmente la capacidad de hacer noticas falsas y diseminarlas a gran escala. Esta combinación podría ser realmente peligrosa, llevando al extremo la llamada "era de la posverdad". Pero la cuestión será la regulación. La explosión de la tecnología va mucho más rápido que la conciencia sobre sus efectos y la regulación.

A este respecto, Lanier cree que TikTok debería prohibirse, en parte por su relación con el gobierno chino, pero también por sus efectos en la salud mental. Sin embargo, es muy difícil que su uso sea totalmente prohibido, porque una medida así supuestamente atenta contra la libertad, la idea sagrada de Occidente. Si el uso de TikTok se prohíbe en Estados Unidos, muy probablemente sería más por cuestiones políticas que por una preocupación real sobre la salud mental de los ciudadanos estadounidenses. Al mismo tiempo Facebook, Instagram y Twitter se parecen cada vez más a TikTok y, por supuesto, nadie los prohibirá.

En el caso de la inteligencia artificial, es difícil ver un futuro en el que se regule significativamente o que se tomen medidas para desacelerar. Siempre predomina el interés económico y ese interés es parte de la tecnología misma: el medio es el mensaje.

Sobre Twitter, Lanier dice que te convierte "en un niño pequeño en un patio escolar que está a la vez desesperado por  obtener atención y atemorizado de ser golpeado".

Y sobre las redes en general, opina que:

siempre pensé que las redes sociales eran basura desde el principio. Lo más oscuro podría estar aún por venir... Conozco personas cuyos hijos han cometido suicidio con una fuerte contribución del algoritmo en ello.

Lo que le parece esencial es mantener el componente humano en toda la tecnología, que sirva a intereses humanos y que fomente la creatividad y no el aislamiento y estados mentales como el odio, la envidia o la ansiedad.  A decir de Lanier, uno de los problemas es ideológico:

algunos pensadores de la Ilustración creen que hay algo anticuado en pensar que los seres humanos son especiales, por ejemplo, en el sentido de que la conciencia existe. Tienden a pensar que hay una equivalencia entre lo que una computadora y un cerebro pueden ser.

Esta es la idea más peligrosa quizá: dejar de creer que la conciencia existe y que entre el ser humano y los robots no hay ninguna diferencia esencial. Si no se tiene en cuenta esto, será difícil mantener una sociedad en la que la tecnología sirve a los seres humanos y no al revés.


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Imagen de portada: NDL