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Es perverso querer viajar a Marte en la condición en la que está el planeta: James Lovelock sobre los planes de Elon Musk

Ecosistemas

Por: Joaquín C. Bretel - 09/11/2021

El autor de la teoría de Gaia habla sobre el futuro de la humanidad y la irresponsabilidad de la carrera espacial en tiempos críticos

James Lovelock tiene 102 años de edad y no sólo mantiene la lucidez, acaba de publicar un nuevo libro, Novacene: The Coming of Age of Hyperintelligence (por el momento únicamente disponible en inglés), escrito en colaboración con el periodista británico Bryan Appleyard.

Lovelock es unos los científicos ambientalistas más importantes de los últimos setenta años (su longevidad permite extender este periodo). Se le conoce fundamentalmente por desarrollar la teoría de Gaia, la cual ideó mientras trabajaba para la NASA en la década de los años sesenta del siglo pasado. Aunque no suele ser aceptada por la comunidad científica, esta teoría es una de las visiones más inspiradoras del movimiento ecologista y de importantes filósofos y sociólogos como Bruno Latour. La teoría de Gaia sugiere que la Tierra es un superorganismo que tiene la capacidad de autorregularse, comportándose como un sistema viviente único. El año pasado Lovelock sugirió que la covid-19 podía ser una forma de autorregulación del planeta.

Lovelock tiene una visión un tanto pesimista -aunque algunos la llamarían realista- sobre el futuro y considera que la destrucción de la biosfera que está llevando a cabo el ser humano ha llegado a niveles irreversibles. Asimismo, piensa que a sus 102 años está más o menos en la misma condición que el planeta.

En su reciente obra, Lovelock lidia con el futuro, la inteligencia artificial y la llegada de los cíborgs. Entrevistado por La Vanguardia, el científico británico afirmó que en el futuro los humanos y las máquinas formarán una alianza para tomar control de la Tierra y mantener la vida.

A la par, comentó sobre los planes de millonarios como Jeff Bezos o Elon Musk que se encuentran protagonizando una nueva carrera espacial, en la que han invertido enormes recursos y su máxima atención en tiempos de destrucción planetaria. Para Lovelock los planes de Musk son ridículos o hasta perversos, pues cree que solamente la Tierra ha podido incubar vida. Mientras la Tierra, que compara con la diosa madre, Gea o Gaia, se encuentra en un estado enormemente delicado, los más poderosos voltean hacia el cielo para escapar sin ninguna consideración por la realidad del planeta.

Lovelock subraya el hecho de que ha sido la Tierra misma -y los seres que la habitan- la que ha logrado modificar la temperatura para poder albergar la vida. No se trata de una casualidad geológica, sino de un efecto de la organización planetaria. Pero actualmente estamos al borde de perder este equilibrio.

La esperanza para Lovelock, a estas alturas, reside en los cíborgs:

Al liberar a los cíborgs puede haber una pequeña posibilidad de que estos desarrollen la capacidad de completar el propósito del universo, cualquiera que este sea. Tal vez el objetivo final de la vida inteligente sea la transformación del cosmos en información.

Sorprende un poco que Lovelock, cuya obra ha generado algunas de las últimas utopías orgánicas, se incline a considerar a las máquinas y a la tecnología artificial como quizá la única esperanza para nuestra supervivencia. 


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Imagen de portada: Wikimedia Commons