*

“Epifanía del ocaso", una instalación ritual de música y luz de James Turrell

Por: Jimena O. - 03/29/2015

El célebre James Turrell presenta su pieza "Twilight Epiphany", una inquietante experiencia de sonido y color

Screen Shot 2015-03-29 at 7.02.54 PM

James Turrell (Pasadena, 1943) es uno de los artistas estadounidenses vivos más reconocidos, singular por la materia con que ha edificado su obra, que se acerca ya al medio siglo: la luz y el paisaje, el espacio y el horizonte que se ofrecen gratuitamente a nuestros sentidos. A pesar de su larga trayectoria, fue hasta hace poco más de media década que se erigió como uno de los artistas de moda, y no sólo por su talento evidente, sino por que sus piezas dan mucho más de lo que exigen a cambio –es decir, ofrecen experiencias sensoriales que pueden disfrutarse cómodamente.

Fiel a su estilo pero incorporando también recursos tecnológicos de nuestra época Turrell montó alguna vez, en el campus de la Rice University, Twilight Epiphany, Epifanía del ocaso, instalación en la que vista y oído cooperan para generar un laberinto multisensorial hecho de música y luz.

En el caso de la música, son alumnos y profesores de la Shepherd School of Music quienes en cada ocasión improvisan y experimentan. Para la luz, Turrell vuelve a jugar con la percepción y los mecanismos con que nuestro cerebro interpreta la señales luminosas y, como si implementara un trompe-l'œil tecnológico, dispuso luces LED en el techo de la estructura donde se desarrolla la experiencia de tal modo que, en una variación regular, llega el momento en que el espectador ve colores que simplemente no están ahí.

Asimismo, el espacio parece dispuesto para un rito de iniciación, una especie de montículo sacro que recibe en su centro la luz mortecina y fatigada del atardecer. Este diseño, por cierto, es obra del arquitecto neoyorquino Thomas Phifer.

Se trata también de una experiencia que en algún modo recuerda Atlas descrito por el cielo, la novela del serbio Goran Petrović en que sus personajes, decididos a pintar el techo de una habitación de color azul, terminan por quitarlo y dejar que sea el propio panorama celeste el que dibuje esa trama de luz y color.