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Ya sea que el marxismo haya sido rebatido o que incluso de hable de su fracaso, lo cierto es que su ideólogo sembró ideas que hoy consideramos derechos básicos

Este 5 de mayo se conmemora el 207 aniversario del nacimiento de Karl Marx y sin duda, su legado ha sido una de las fuerzas más influyentes y controvertidas del pensamiento moderno.

Aunque el hecho de mencionar a Marx suele ir acompañado por una serie de imágenes de revolución, barricadas y sistemas totalitarios, su obra también plantó muchas de las semillas que germinaron en derechos sociales que hoy se dan por sentados. 

Gran parte del mundo se mueve bajo una lógica capitalista; sin embargo, las ideas de Marx han encontrado formas inesperadas de manifestarse incluso dentro de ese sistema. Su crítica a la explotación del trabajo humano, su defensa de la dignidad del obrero y su cuestionamiento a las estructuras de poder siguen influyendo en debates y políticas públicas actuales. 

Ya sea que hayas leído o no algún texto de la vasta obra de Karl Marx, lo cierto es que muchas de sus ideas han impactado en la realidad tal como la conocemos hoy en día. 

El derecho al tiempo libre

En una época donde el trabajo era considerado el único propósito del ser humano, Karl Marx rompió un paradigma al decir que trabajar no es sinónimo de libertad. En los Manuscritos Económicos-Filosóficos de 1844, Marx escribió que “el trabajo es algo externo al obrero, es decir, algo que no forma parte de su esencia” y que por ello “cuando trabaja no es él, y sólo recobra su personalidad cuando deja de trabajar”. Esta visión sentó las bases para entender el ocio no como pereza, sino como una dimensión fundamental del ser humano.

Eliminar el trabajo infantil

Uno de los puntos más contundentes del Manifiesto Comunista es la exigencia de abolir el trabajo infantil. Marx y Engels proponían como medida progresiva “Educación pública y gratuita de todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas bajo su forma actual”. Si bien no fueron los primeros en preocuparse por el bienestar de los niños, el marxismo contribuyó a este debate en ese periodo de fines del siglo XIX.

Gracias a estas propuestas, que se sumaron a una ola creciente de conciencia social en Europa, se consolidaron leyes y reformas educativas que priorizaban la instrucción por encima del trabajo, sentando las bases para el acceso universal a la educación infantil.

Sentirse satisfecho con el trabajo que realizas

En su crítica al capitalismo, Marx no solo habló de explotación salarial, sino de lo que hoy llamaríamos salud mental en el trabajo. Para él, un empleo debería ser un medio para expresar lo mejor de nosotros mismos: nuestra creatividad, humanidad y habilidades. En Manuscritos de 1844 lo deja claro: trabajar debería darnos felicidad.

La idea de que un trabajo no solo debe dar ingresos, sino también satisfacción y sentido, ha influido en modelos de bienestar laboral, derechos psicolaborales y en la cultura organizacional moderna. Aunque esta visión no es propia del marxismo, sí ha sido una de las corrientes filosóficas que más han impulsado la salud laboral. 

El valor del trabajador

Con el concepto de la superestructura, Marx nos invitó a mirar al trabajador como la piedra angular de la economía, no como una pieza descartable. Su frase “Proletarios del mundo, únanse” no era una consigna vacía, sino una advertencia de que sin trabajadores, el sistema se desmorona.

Un ejemplo de ello lo vimos durante la pandemia, cuando las cadenas de producción se interrumpieron, muchas pequeñas empresas quebraron. La fragilidad del sistema quedó expuesta, y al mismo tiempo, la importancia de quienes sostienen día a día el funcionamiento de todo: repartidores, enfermeras, transportistas, limpiadores, operarios. El marxismo había anticipado esa interdependencia hace más de un siglo.

La búsqueda de un sistema más justo y equitativo

Más allá de la economía, el pensamiento marxista impulsó la reflexión sobre el poder, la desigualdad y la necesidad de construir sociedades más justas. Sus ideas sobre la lucha de clases, la solidaridad y la organización colectiva ayudaron a crear sindicatos, partidos políticos de izquierda y movimientos sociales que hoy siguen siendo una fuerza activa.

Contrario a lo que muchos podrían pensar, Marx no ofreció una receta infalible, pero sí dejó una brújula para preguntarnos quién ejerce el poder, cómo se distribuyen los recursos y quién se queda con el fruto del trabajo ajeno. Preguntas vigentes que nos orientan a pensar que su crítica al sistema no se trataba de destruir por destruir, sino de reimaginar formas más humanas de vivir y convivir.


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Imagen de portada: Alex Potemkin / Getty Images