Nanobots en la sangre, conciencia en la nube: la inmortalidad ya no es ciencia ficción
Medios y Tecnología
Por: Carolina De La Torre - 05/27/2025
Por: Carolina De La Torre - 05/27/2025
En alguna parte entre la ciencia, el delirio y el deseo más antiguo del ser humano, un ingeniero de Google acaba de asegurar que podríamos alcanzar la inmortalidad… en menos de una década. No es un influencer del biohacking ni un filósofo ocultista: se trata de Ray Kurzweil, director de ingeniería de Google y una de las voces más influyentes en el futurismo contemporáneo. El mismo que en los noventa predijo Internet, los smartphones y la victoria de las máquinas sobre el ajedrez humano.
Ahora, con una serenidad casi profética, Kurzweil afirma que los nanobots —máquinas microscópicas capaces de reparar el cuerpo desde adentro— transformarán la medicina en magia celular. No curarán el cáncer: lo desprogramarán. No tratarán el envejecimiento: lo revertirán. Y no se detendrán ahí. Según Kurzweil, lo siguiente será cargar la conciencia en la nube. Ser. Pensar. Existir… sin carne.
La idea de vencer a la muerte nunca fue sólo religiosa o alquímica. Es profundamente humana. Desde los alquimistas medievales que buscaban el elixir de la vida, hasta los místicos que disolvían el yo para fundirse con lo eterno, el anhelo de burlar el límite está en el ADN de la especie. Pero ahora, en lugar de rezos, hay código. En lugar de mantras, hay biotecnología. Y en lugar de templos, centros de investigación financiados por las grandes tecnológicas.
Kurzweil, que dice haber acertado el 86% de sus predicciones, cree que en 2030 ya estaremos “conviviendo” con nanobots en nuestras venas. Como si fueran una nueva especie simbiótica, correrán por nuestra sangre reparando órganos, tejidos, pensamientos. ¿Distopía de Black Mirror o el siguiente paso evolutivo? Quizás por eso suena tan tentador: porque mezcla el cuerpo y la eternidad, la ciencia y la fantasía, la tecnología y el alma.
Ray Kurzweil says we'll merge with AI non-invasively by the 2030s, using nanoscale sensors in the bloodstream that connect to the neocortex.
— vitrupo (@vitrupo) May 7, 2025
Your thoughts will sync with cloud-based intelligence.
“It will be as if it's in your mind.” pic.twitter.com/zA7Z4hcAn7
Pero también hay algo profundamente inquietante en la promesa de la inmortalidad como una startup. ¿Qué pasa con el sentido si no hay final?¿Qué precio pagaremos por vivir para siempre? ¿Quiénes accederán a esa eternidad y quiénes quedarán al margen, humanos aún, efímeros todavía?
Mientras la IA se cuela sin pedir permiso en nuestras rutinas, esta posibilidad de inmortalidad —más digital que divina— deja de ser solo un argumento de ciencia ficción. Se vuelve un mito contemporáneo, uno de carne y silicio.
La muerte, al parecer, ya no es un destino. Es un problema técnico por resolver.