El origen de la adolescencia y por qué no siempre existió
Sociedad
Por: Yael Zárate Quezada - 03/26/2025
Por: Yael Zárate Quezada - 03/26/2025
Aunque pareciera que a lo largo de su historia, el ser humano ha estado consciente de la presencia de la adolescencia en el desarrollo de las sociedades, lo cierto es que este concepto es relativamente nuevo. Hasta antes del siglo XIX, no había una distinción clara entre la infancia y la adultez: los niños trabajaban junto con los adultos en fábricas, campos y talleres, sin que existiera un periodo intermedio de preparación para la vida adulta. Fue la Revolución Industrial, las reformas educativas y las leyes laborales las que sentaron las bases para que emergiera la adolescencia como una categoría y una población específica en la sociedad.
En Europa y Estados Unidos, la adolescencia comenzó a delinearse en el siglo XIX, cuando las condiciones laborales de la Revolución Industrial generaron nuevos dilemas sociales. Y es que durante esta época no existían restricciones de edad para trabajar, por lo que niños y adultos desempeñaban las mismas funciones en fábricas y minas.
La presión de distintos movimientos sociales llevó a la creación de leyes que protegían a los menores, estableciendo límites de edad para el trabajo y promoviendo la educación obligatoria.
Por ejemplo, Las Leyes de Fábrica de 1833, establecen jornadas laborales que van clasificando edades y horarios para estas actividades. También la legislación española de 1873 ordenaba que los niños entre 9 y 13 años asistieran a la escuela al menos tres horas al día. Francia siguió un camino similar, limitando el trabajo infantil y creando un marco legal que obligaba a los jóvenes a dividir su tiempo entre el estudio y el empleo, configurando así un grupo etario con características propias.
En América Latina, la noción de adolescencia no emergió con la misma rapidez. La industrialización llegó más tarde y, por mucho tiempo, los niños y jóvenes de clases populares continuaron incorporándose al mercado laboral desde edades tempranas.
En el caso de México, el concepto de juventud comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los gobiernos posrevolucionarios impulsaron cambios educativos y crearon espacios recreativos y culturales para los jóvenes.
Un punto importante es que, la percepción de la adolescencia no era homogénea: mientras que los jóvenes de clases populares debían trabajar desde temprana edad para ser considerados adultos, los de clases medias y altas fueron integrados a un nuevo modelo de "jóvenes estudiantes", que enfatizaba el deporte, la educación y la disciplina como ejes formativos.
A lo largo del siglo XX la adolescencia se convirtió en una etapa bien definida dentro del ciclo de vida. Con la consolidación de la educación secundaria y la expansión de los medios de comunicación, los adolescentes comenzaron a ser vistos como un grupo con características propias. Además, la música, el cine y la moda ayudaron a fortalecer esta identidad, diferenciándolos tanto de los niños como de los adultos.
Desafortunadamente, la adolescencia no solo se volvió visible, sino que también fue moldeada con sesgos de género. Mientras que los hombres eran incentivados a buscar su independencia y explorar el mundo exterior, las mujeres no recibían la misma legitimidad en su proceso de transición a la adultez.
Hoy en día, la adolescencia es reconocida como una fase fundamental del desarrollo humano, pero su historia nos recuerda que –como todo en la cultura humana– se trata de un constructo social que surgió como respuesta a cambios económicos, políticos y sociales, y quizá en un futuro no tan lejano la adolescencia vuelva a redefinirse y la entendamos de una manera distinta a como la conocemos ahora.