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Viviendas encarecidas, calles ajetreadas, falta de agua, son algunas de las consecuencias del turismo masivo que sufre Barcelona

En Barcelona, España, las tensiones en torno al turismo masivo han escalado dramáticamente, al tiempo que los residentes locales intensifican las protestas contra sus impactos negativos percibidos en la ciudad. Estas manifestaciones, marcadas por tácticas no convencionales como rociar a los turistas con pistolas de agua, subrayan profundas preocupaciones sobre el aumento del costo de vida, los precios elevados y la presión sobre los recursos locales exacerbada por la afluencia de visitantes.

En los últimos años varias ciudades, incluyendo la Ciudad de México, se han encarecido por la afluencia de turistas jóvenes, llamados "digital nomads" que pueden trabajar desde cualquier lugar. España, y particularmente Barcelona era ya uno de los lugares más visitados del mundo, pero a partir de la pandemia se ha recrudecido este fenómeno.

Las protestas, que han captado una amplia atención, reflejan un sentimiento más amplio entre los residentes locales que se sienten marginados por la dominancia de la industria turística y la mercantilización del espacio. Barcelona recibió más de 12 millones de turistas solo el año pasado. Si bien el turismo contribuye significativamente a la economía de España, representando el 15% de su PIB, los críticos argumentan que los beneficios se distribuyen de manera desigual, exacerbando las disparidades socioeconómicas y ejerciendo una presión inmensa sobre la infraestructura.

Uno de los principales reclamos expresados por los manifestantes es el fuerte aumento en el costo de la vivienda, que ha aumentado un 68% en la última década según las autoridades locales. Muchos culpan a la proliferación de alojamientos turísticos, como alquileres a corto plazo, por agravar la crisis de vivienda al desviar unidades disponibles lejos de los residentes locales. En respuesta a estas preocupaciones, el ayuntamiento de Barcelona, bajo el liderazgo del socialista Jaume Collboni, anunció recientemente planes para eliminar gradualmente los alquileres de apartamentos turísticos, con el objetivo de recuperar más de10,000 unidades para el mercado de viviendas local para 2028.

Las protestas no solo han apuntado a los impactos económicos, sino también a la carga ambiental del turismo masivo. Barcelona, al igual que muchos otros destinos turísticos populares, enfrenta desafíos como la escasez de agua exacerbada por el alto número de visitantes, especialmente durante períodos de calor extremo y sequía. Estas preocupaciones ambientales han provocado llamados a prácticas turísticas más sostenibles y regulaciones más estrictas sobre el número de visitantes.

En medio de las manifestaciones, surge un debate matizado sobre el papel del turismo en el futuro de Barcelona. Algunos abogan por diversificar la base económica de la ciudad más allá del turismo, promoviendo inversiones en industrias que proporcionen empleo más estable durante todo el año. Otros sugieren una reevaluación de las políticas turísticas para priorizar la calidad sobre la cantidad, alentando a los visitantes a explorar temporadas alternativas o áreas menos congestionadas.

Más allá de las dimensiones económicas y ambientales, las protestas han suscitado discusiones sobre la preservación cultural. Los residentes locales expresan temores de que la afluencia de turistas pueda diluir la identidad y el patrimonio únicos de Barcelona, transformándola en un centro turístico genérico desprovisto de su encanto distintivo.

La respuesta del gobierno español a estas protestas ha sido mixta. Si bien reconoce los beneficios económicos del turismo, los funcionarios están bajo presión para abordar las preocupaciones planteadas por los residentes. Se están llevando a cabo esfuerzos para equilibrar el crecimiento económico con el desarrollo sostenible, aunque encontrar un consenso entre los diversos interesados sigue siendo un desafío formidable.

Imagen: Sky News