A mi hermano músico Daniel Massa
¿Es cierto que John Lennon se convirtió discretamente al cristianismo? ¿Por qué habría dado un inesperado salto de fe cuando se le estaban acabando los días? Los últimos escalones transparentes sobre un negro abismo. Sea como se comprenda esta rara posibilidad escasamente conocida, desearía que terminara por atraernos fuera de los tópicos usuales de un cristianos versus ateos. Tampoco me interesa dar a conocer otra anécdota sobre el antiguo líder de The Beatles, de tipo a qué edad perdió la virginidad, qué tan acomplejado estaba por sus redondas y distintivas gafas o si es cierto que conoció en México a María Sabina. Entiendo este artículo como una ocasión para encauzar diferentes reflexiones comenzadas por y que se distancian del músico británico, posiblemente como él así lo hubiera querido al final. A fin de cuentas, de haberse convertido lo habría hecho cantando, y cantar es una doble fantasía, se necesita al menos de otro yo, otro tú.
"Help Me to Help Myself", "Ayúdame a ayudarme a mí mismo", fue la última canción grabada por Lennon, un 10 de noviembre del año 1980, menos de un mes antes de su violento asesinato. Un demo que pudo haber sido incluido como bonus track en el séptimo y último álbum de su carrera como solista, Double Fantasy. Pido perdón al exbeatle, ya que decir solista es negar que esta antología de canciones, al igual que la póstuma Milk and Honey, se trata de un trabajo a dos voces con su compañera Yoko Ono. Esta aura premonitoria ya justifica el interés por el tema, pero además nos encontramos con una extraña oración penitencial, una llamada de socorro de un pecador a Cristo o a algún buen dios que vista el color del cielo. Algo tan fuera del carácter ácido y crítico por el que fue tan conocido el músico.
Pero yo sé, en mi corazón, que realmente nunca nos separamos.
Dicen que el Señor ayuda a esos que se ayudan a sí mismos.
Así que te hago esta pregunta, con la esperanza que serás bueno.
Porque sé, en mi interior, que nunca estuve satisfecho.
Señor, ayúdame, Señor, ayúdame ahora.
Por favor, ayúdame a ayudarme a mí mismo.
La canción me parece magistral por motivos extremadamente potentes, y lamento que, a mi entender, sea injustamente ignorada o muy mal analizada a favor y en contra de su contenido, por lo que podría o no significar. Para muchos, ya levanta sospechas que el tema se hizo público hasta el año 2000 con la reedición del álbum, supuestamente porque la posibilidad de que Lennon se hubiese arrimado a la religión avergonzaba a Ono. No ayuda el hecho de que "Help Me to Help Myself" fuera grabado con el eco del arma de David Chapman tan cerca. Double Fantasy no hubiese sido el éxito comercial que fue para Geffen Records de no ser por este crimen, y habrían pasado desapercibidas canciones como "Imagine" y "Watching the Wheels" (mejores lírica y melódicamente, hay que admitirlo).
Entonces, ¿por qué debería importarnos dicho tema sencillo más allá del morbo por las convicciones de Lennon a último minuto? A mi juicio, no se trata de su mejor canción, sino de un canto síntesis. No resume su vida, sino que simplifica comprenderla, esa fantasía dolorosa de un huérfano y un cabrón en medio del gran sueño del mundo. Me atrevería a decir que podría ser la canción vital para entender a Lennon, y, quizá también, para entender aquel álbum para el que se pensó. La intercausalidad de toda su vida y su arte, su a veces chocante espiritualidad experimental, libertaria y temperamental pero, a fin de cuentas, sincera. Siempre lo fue, a pesar de acusarlo de pretencioso por temas del John Lennon/Plastic Ono Band (1970) como "God" (para mí su mejor propuesta, si es que podemos apreciarla en su todo).
"Help Me to Help Myself" no desconcierta por ser tan tersa melódicamente, por dejarse tocar al final de una vigilia en un templo evangélico, antes de ir a dormir con las emociones movidas. El álbum ya es de por sí terso, no despuntan frases como "mi mamá está muerta" o recriminaciones para Paul McCartney por ir a dormir tranquilo. En cambio, el exbeatle se permite cantar a su hijo pequeño una nana para pegar ojo con felicidad. Se romantiza sin complejos, muy consciente de su mediana edad. Aparece con escasas ganas de seguir criticando ese infierno que son los otros, las ideas y las creencias. Es obvio que el tema desconcierta simplemente por lo que Lennon se atreve o se hubiera atrevido a decir:
He intentado tan duro para seguir con vida.
Pero el ángel de la destrucción sigue acosándome por todas partes.
A primera vista, Lennon pareciera seguir el ejemplo Bob Dylan, anunciando indirectamente a sus fans que ahora es un cristiano renacido, prometiendo no volver a recostarse en sus sueños, como en "I'm Only Sleeping", para vigilar por el regreso del buen Juez de los hombres. Parece un arrepentimiento por su propia vida. No es totalmente explícito, como si la confesión total quedara sólo entre él, Dios y el ingeniero de sonido como sacerdote. Pero hay quien puede tratar de leer entre estrofas:
Fui un drogadicto, sexista y violento. Pegué, engañé, pero la fama ha resultado ser un pecado más en una larga lista, y nada me dejó. Quise cambiar el mundo para responder a ello, comprometerme para salvarme, ser el Che Guevara de Manhattan, pero admito que no sabía nada, nunca he sabido qué hacer. Me guié por mi ego, y sólo queda pedir ayuda. Debe de existir algo como Cristo que sí sepa cuidar del mundo.
Muchos cristianos se entusiasman por esta aparente conversión, no tanto por Lennon, sino porque serviría como una prueba más de la existencia de Dios y su gracia irresistible. "Los ateos sólo son creyentes enojados, ojalá se den cuenta antes de que sea demasiado tarde". Quizá ello no siempre pasa en un lecho de muerte blanco. A lo mejor sonando explicablemente extraño el pálpito del corazón, como pasos rápidos hacia las puertas edificio Dakota. ¿Se convertirán estas en la entrada al Infierno o a la gloria del amor?
Para mí, esta es una lectura pusilánime, por decirlo con amabilidad. Y no escribo esto por una desafección hacia las creencias cristianas, o por idealizar un supuesto ideario irreligioso del exbeatle. "Help Me to Help Myself" es cada una de sus estrofas orantes, pero precisamente porque me conmueve, me costaría ser condescendiente con quienes sean desatentos respecto a la trayectoria personal de su autor. Aquí, lo obvio es falta de generosidad.
Esta desatención la extiendo a los no cristianos que lleguen a la misma conclusión, aunque como una sorpresa desagradable, un desagravio a los fans. Como si a Lennon le hubiese entrado miedo y, en lugar de sostenerse en sus ideas, llegado al cuarto piso, en plan canas y resaca, se hubiese ablandado, con más miedo a la muerte y a los errores que a quedar como un disparatado. No me nace decirlo de otra manera, lo siento: para mí, ambas lecturas del tema son mierda. Reciclan una serie de expectativas y prejuicios que le son ajenos.
De acuerdo: la canción no es blasfema con el cristianismo, como claramente lo son otras. Sí hace sentir una carga inspiracional cristiana. Lennon fue un cristiano cultural, y sobra decir que hablar de Dios en Occidente es hablar casi exclusivamente del Dios cristiano. Demuestra que mucha fobia a la religiosidad no tenía, sino al moralismo o a esa lectura de la religión denominacional, cerrada a preguntas, adoctrinadora. Ese Dios del que se burla Alan Watts, comparándolo con un director de colegio que hace sentir vergüenza a un niño por jugar a mearse en un río.
"Help Me to Help Myself" no tiene que ver con pedir auxilio a un Dios que sólo así dejará de ser castigador. Ser lo que nos merecemos o llorar a moco tendido. Intuyo que se trata de un testimonio tan budista como cristiano, aunque el enfoque explícito, el campo semántico, su resonancia sean casi un himno góspel sin pena. No es una canción que confronte o reniegue de un atrevimiento como "God", sino la otra cara de la moneda. Ambos temas son las dos caras de un Buda poco familiar respecto a nuestra imagen del budismo ortodoxo, disciplinado, culturalmente oriental. La primera propone perder el miedo y admitir que vivimos un concepto de Dios, la maya o la medida de nuestro sufrimiento, un pequeño samsara.
La canción "God" se atreve a descrear, descreer, desapegarse a través de la violencia retórica. Pone a Jesús, a Buda y a Krishna a parir, al lado de Kenedy o Hitler. Es el desencanto nietzscheano por los absolutos. Hemos invertido los valores, negamos la vida sólo por una idea fantasma. Lennon no distingue política de metafísica o de psicología. Su propio kōan aquí es el enigma de un yo sin exigencias, complejos, no imaginado. Es un budismo implícito que, probablemente sin saberlo, atiende a un famoso kōan de la secta Rinzai de Linji:
Si te encuentras a Buda en el camino, mátalo.
Para encontrar a Buda, hay que mandarlo al diablo, sin miedo. Pienso que esto es lo más auténticamente budista. Sin embargo, "Help Me to Help Myself", como anverso de "God", es preguntar a un otro misterioso, esperando convertirse en su voz. Quizá, budismo de la Tierra Pura y cristianismo blues poético, participar de ese mantra emblema de Lennon, su propio salmo de una sílaba: "YES".
A todo esto, ¿qué enseña el budismo de la Tierra Pura?
Para comprender su sentido soteriológico, muy similar al mesianismo cristiano, habría que remitirse a la escuela Jōdo Shinshū, la secta con mayor número de adherentes en Japón, y a su patriarca Shinran. Preocupado por el sufrimiento general de la gente durante las guerras por la instauración del shogunato Kamakura, observó la dificultad entre la gente más marginalizada o desapropiada para observar la moralidad y las prácticas religiosas más ortodoxas, por lo que promovió venerar a Amida o Amitābha, iluminado de otro plano de existencia que habría creado la llamada Tierra Pura o Sukavati, un espacio-tiempo distinto y más favorable para alcanzar la naturaleza búdica en la que es posible renacer. La sinceridad del devoto sería liberación, bajo el mantra "Namu Amida Butsu".
Aunque yo también estoy al alcance de Amida,
las pasiones obstruyen mis ojos y no puedo verlo.
Sin embargo, la gran compasión es incansable y me ilumina siempre.
Su sentido filosófico se comprende al caracterizar aquellos tránsitos crueles en la Historia, como el siglo XII japonés que conoció Shinran, o la vida y la culpa experimentadas por el país tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Denominados mappō, se asemejan a marañas de pecados estructurales, donde el parámetro de los seres humanos es el sálvese quien pueda, la crueldad y el oportunismo. Durante estos tránsitos históricos, los gobernantes y privilegiados demuestran ser particularmente corruptos porque sólo saben servirse y traicionar. Priva una fe en el propio poder, la creencia en uno mismo para resolverlo todo, ya sea por narcisismo, o porque no parece haber ninguna alternativa. Ser ético y generoso podría costar la vida, por lo que un ser humano debe ser un lobo fiero que pueda enfrentarse a los demás lobos consumidores. En síntesis, mappō sería una coevolución humana carente de oportunidad para la expresión del dharma búdico.
El filósofo de la postguerra Hajime Tanabe, representante de la escuela de Kioto y alumno de Martín Heidegger, vio en la propuesta de la fe simple en Amida una oportunidad para invertir la lógica de la subjetividad egoísta. No eres el centro del mundo, no seas un bebé llorón. Las lágrimas son para un gran océano. Hay que admitir orgánicamente que no podemos solos, para que ese convencimiento de que el propio poder es fútil se convierta en una confianza ilimitada en la otredad. Una forma de arrepentimiento que Tanabe denominaba metanoética o zangedō, una suerte de disposición que toma el lugar de los problemas sin respuesta de la filosofía, y que lamentablemente fundamentan nuestras sociedades.
Estamos atrapados en un bucle hecho de la vida del yo y su justificación, y para evitar el daño que puede causar la lógica del propio poder, el valor del yo debe ser otro, infinitamente abierto a la vida que se recrea en todas las experiencias. Como dijo Ellison Onizuka, cosmonauta, ingeniero aeroespacial y devoto de la Tierra Pura:
¿Quién ha visto la desolación y la sabe más llena de vida que uno mismo?
Lennon ha aprendido que al ángel de la destrucción no se le vence a golpes, a ver quién puede más. Es Mara, una ilusión que duele como el propio yo. Sólo la otredad es lo suficientemente amplia para la lucidez. Amida bien puede ser Cristo, pero el exbeatle no estaba pensando en el proyecto de volverlo Señor de la cristiandad, en las cruzadas o en la guerra de George Bush contra Irak. Tampoco pienso que diera más valor al cristianismo que el de un sistema de creencias de inspiración semítica y helenística, al que muchas personas se acogen por miedo al Infierno y la muerte. Hay una conciencia crística en esta última rola del músico. Creer en uno mismo parte simplemente de creer. El dolor no es un yo solitario pidiéndose perdón, sino un cuerpo sin límites. Para el teólogo Don Cupitt:
Si Dios (o Amida) ama, entonces tiene que ser vulnerable.
Lennon no pide perdón por lo mala persona que fue. No es que una mañana despertara y le hiciera todo el sentido del mundo la predica de un ministro calvinista:
Las buenas obras no bastan, Dios está furioso con nosotros, y únicamente la Sola Gracia, la potestad de Cristo puede justificarnos. Sólo la Fe puede permitirnos ir inmerecidamente al Paraíso.
El músico que alguna vez fue drogadicto, sexista y violento no llora por no haber pedido perdón antes o por haber nacido con el pecado original, la disposición al mal. Si sufre, reconoce que probablemente ha causado mucho sufrimiento. "Help Me to Help Myself" no tiene nada que ver con una suerte de maldición a su voz artística anterior. Si me lo preguntan, sería, de hecho, su madurez y conclusión. Todos nos equivocamos, algunos más, algunos menos. El reino de los humanos, los hijos de Eva, necesita confianza, y cada uno puede empezar a ayudar sabiendo que necesita ayuda. Este auxilio holístico no supone una especulación teleológica, deducir las metas y recompensas de las acciones, o participar de una finalidad prescrita para la existencia. Es un auxilio como mutación y conversión.
Me duele ser yo porque es difícil, muy difícil. No te abras, hay que hacernos el paro, neta, sinceramente. Renuncia a tu propio poder.
Lennon quiso ser uno con la penitencia sucedida de este planeta. Pide una coevolución tan libre como son ilusorios los planes de los que Dios se ríe, el orden íntegramente racional, o un apocalipsis total y definitivo.
Alejandro Massa Varela (1989) es poeta, ensayista y dramaturgo, además de historiador por formación. Entre sus obras se encuentra el libro El Ser Creado o Ejercicios sobre mística y hedonismo (Plaza y Valdés), prologado por el filósofo Mauricio Beuchot; el poemario El Aroma del dardo o Poemas para un shunga de la fantasía (Ediciones Camelot) y las obras de teatro Bastedad o ¿Quién llegó a devorar a Jacob? (2015) y El cuerpo del Sol o Diálogo para enamorar al Infierno (2018). Su poesía ha sido reconocida con varios premios en México, España, Uruguay y Finlandia. Actualmente se desempeña como director de la Asociación de Estudios Revolución y Serenidad.