Decir 'no es feminicidio, es homicidio' es estúpido o ignorante
Sociedad
Por: José Robles - 03/08/2022
Por: José Robles - 03/08/2022
Los movimientos feministas han ganado una presencia importante en las discusiones públicas de los últimos años. Si bien sus raíces se extienden al menos a inicios del siglo XX, con un auge importante en las décadas de 1960 a 1980, durante la última década las ideas, manifestaciones, debates y otras expresiones de dicho movimiento se han vuelto suficientemente importantes, visibles y hasta potentes como para formar parte de los temas que se discuten socialmente. Su relevancia es tal que ahora los feminismos se han vuelto tema de conversación (y polémica, cabe decir) entre amigos, parejas, familiares, compañeros de trabajo y otros círculos donde antes era impensable que se abordaran. De esa magnitud es su impacto contemporáneo.
A la par ha surgido una reacción de igual o mayor intensidad conformada por una corriente de pensamiento un tanto vaga, ambigua y de argumentación poco sólida que busca oponerse a los avances logrados por el movimiento feminista. Este discurso reaccionario está conformado mayormente por prejuicios, falacias de diversos tipos e ideas pobremente construidas. Es posible encontrar incluso formas de pensamiento agresivas y violentas que caen de lleno en lo inadmisible.
Un ejemplo puntual de ello es sostener que el concepto de “feminicidio” es incorrecto y la nominación adecuada sería “homicidio”. Quienes opinan de esta manera suscriben una supuesta noción de “humanismo” en la que otorgar mayor relevancia a cualquier diferencia humana (género, edad, origen racial, etc.) derivaría en una forma de inequidad. En este sentido, se cree que “homicidio” es una categoría conceptual más que suficiente porque engloba cualquier asesinato a cualquier ser humano, sin distinción de ningún tipo.
Por supuesto, dicha “argumentación” está construida en medias verdades, prejuicios, ideas de sentido común, ambigüedades y nociones parciales que aunque pueden tener su origen en campos especializados como el derecho o la sociología, al esgrimirse como opinión son más bien superficiales y poco serios.
Contrario a lo que quizá piensan las personas que sostienen ese falso debate, el término “feminicidio” no es un capricho. Lamentablemente, es una denominación que tuvo que adoptarse legalmente para poder sancionar homicidios dirigidos exclusivamente a mujeres que, además de esto, cumplían con otras características específicas, también propias de estos crímenes.
En el caso de México, la noción de feminicida se admitió en el Código Penal como consecuencia de los asesinatos cometidos contra mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, desde la década de 1990 y hasta la década de 2010. Como se recordará, el triste fenómeno que mucho tiempo se conoció como “las muertas de Juárez” consistió en cientos de desapariciones y asesinatos de mujeres obreras de las varias maquiladoras que hasta la fecha se encuentran en la zona. Además de esta característica, la mayoría de las víctimas presentaron señales de violencia sexual.
A partir de entonces, diversas organizaciones, activistas, especialistas legales y otros actores afines, a la par de sectores de la opinión pública como medios e intelectuales, comenzaron a empujar la noción de “feminicidio” para referirse exclusivamente a asesinatos como los de Ciudad Juárez, dirigidos palpablemente hacia mujeres y donde se presentaba un ensañamiento particular basado en la condición de género de la víctima.
En particular fue la Dra. Marcela Lagarde y de los Ríos quien abanderó esta reivindicación que tuvo efectos en diversos ámbitos, desde las universidades y los foros de discusión hasta la política y la legislación del país. La Dra. Lagarde propuso el término “feminicidio" a partir de conceptos que se encontraban ya en convenciones y tratados internacionales referidos específicamente a los derechos de las mujeres. Cabe mencionar que desde entonces la Dra. Lagarde señaló al Estado mexicano como cómplice de los asesinatos dirigidos contra mujeres, en particular porque no había una intención clara de garantizarles a las mujeres una vida libre de violencia.
Así, es claro que la noción de “homicidio” y la de “feminicidio” son, además de adecuadas cada una, necesarias en su propio contexto. El término “feminicidio” tiene pertinencia para nombrar un fenómeno social real, relevante y con características específicas.
Mientras que “homicidio” puede usarse para cualquier asesinato, hasta cierto punto sin que sea tan importante señalar su singularidad y, por ello mismo, podría enmarcarse en las relaciones de violencia que históricamente han caracterizado al género humano, en un feminicidio hay elementos específicos cuya presencia se explica únicamente porque la víctima de la agresión es una mujer. Por ejemplo, la violencia con fines sexuales que se ejerce antes o después del asesinato, la intención de someter y degradar a la mujer a través de lesiones o mutilaciones, o que el crimen lo haya cometido un hombre abusando de alguna ventaja sobre la mujer (física, sentimental, etcétera).
Como vemos, el concepto de “feminicidio” no sólo es preciso, sino además dolorosa y lamentablemente necesario. Pensar lo contrario es ignorancia o estupidez.