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¿Por qué las personas obsesionadas consigo mismas creen más en la astrología?

Si les creemos a ciertos medios, la astrología está viviendo un nuevo boom. Aparentemente, durante un tiempo en el siglo XIX y en la primera mitad del XX la creencia en la astrología declinó tras la diseminación de las ciencias. Tuvo un regreso con el movimiento de la contracultura en los años sesenta y actualmente ha vuelto a tener un apogeo, particularmente entre los millennials y la generación Z, que emplean apps y siguen cuentas de astrología en redes como Twitter o TikTok. 

La astrología ha acompañado al ser humano desde los albores de la historia y es uno de los primeros fenómenos de cultura global que existen, pues buena parte del conocimiento astrológico -los signos zodiacales, el significado de los planetas, las casas, los nombres de los días asociados con los planetas y diferentes técnicas de predicción- se transmitió desde Grecia y Asia Menor hasta la India (y desde allí, hasta varios países asiáticos) hace más de mil quinientos años. Algunos historiadores han notado que nada se transmite más rápido entre las civilizaciones que la comida, la astrología y la tecnología militar.  

Parte del revival de la astrología, si es que existe tal cosa, se debe también a que la magia ha recobrado popularidad, probablemente debido a ciertas novelas y películas, aunque algunos argumentarían que también debido al Internet y a la falta de una curaduría de la información. La astrología y la magia existen en una estrecha relación desde tiempos inmemoriales, algo que se puede observar, por ejemplo en los famosos Reyes Magos que eran, por supuesto, astrólogos. En realidad, es difícil concebir cualquier tipo de práctica mágica sin hacer uso del sistema astrológico de correspondencias. La astrología, como la magia, supone que existe una dimensión temporal cualitativa, que los momentos portan o son sensibles a una particular energía que permite que sean más o menos auspiciosos o que puedan ser usados para manifestar diferentes intenciones. 

Ahora bien, parte de este boom podría tener otra causa. Un estudio reciente afirma que hay una correlación entre las personas con un alto índice de narcisismo y creer en la astrología. La sociedad moderna o posmoderna claramente es la sociedad en la que más se ha desarrollado el culto al individuo, hasta el punto de una obsesión con la propia personalidad y su desarrollo. La astrología ha sido moldeada por esta obsesión con el individuo y se ha reinventado como un método de autoconocimiento psicológico que alimenta el deseo de las personas de concebir el universo como una especie de sistema planetario que gira en torno a su ego -en este caso, el signo solar-.

Según el estudio, publicado en la revista Personality and Individual Differences, la investigación mostró que el principal predictor para determinar la creencia en la astrología es el narcisismo, y hay una asociación negativa entre inteligencia y creencia en la astrología. De acuerdo con el sitio Psypost, existen estudios anteriores que relacionan la creencia en la astrología con eventos que generan estrés en la vida de una persona. La astrología podría ser un mecanismo de defensa para lidiar con sucesos indeseables.

Los investigadores sugieren que la conexión entre el narcisismo y la astrología podría venir de la visión del mundo basada en el yo que al parecer une a dicho trastorno con esta disciplina. Asimismo, señalan que el énfasis en la individualidad de generaciones como los millennials podría aumentar las características narcisistas. El hecho de que muchos de los horóscopos tienen una tendencia generalmente positiva podría apelar a estos individuos narcisistas que quieren alimentar su autoestima. 

En las últimas décadas, y quizá siglos, la astrología ha sido considerada el máximo emblema de la pseudociencia. Sin embargo, durante mucho tiempo, fue practicada por astrónomos, físicos, médicos y demás personajes que hoy llamaríamos científicos, y entre ellos, algunos de los más destacados: Kepler, Tycho Brahe y Galileo. El caso de Newton y la astrología sigue siendo una interrogante, pero sabemos que Newton practicó la alquimia e incluso tradujo la Tabla Esmeralda de Hermes Trismegisto, y buena parte de los conocimientos alquímicos dependen de la matriz del conocimiento astrológico. 

La reputación de la astrología, que en algún tiempo fue estudiada en las grandes universidades europeas, cayó notablemente con el cambio de paradigma de la revolución copernicana, pues el sistema del zodiaco está basado en un modelo en el que la Tierra es el centro del cosmos y las constelaciones son estáticas. Asimismo, la astrología fue desplazada en la medida en que ganaba tracción la visión materialista del universo que impulsó la física moderna. No obstante, cabe mencionar que la astrología se basa en la persona como el centro de un universo de relaciones y significados interdependientes y desde la perspectiva de la conciencia subjetiva, este modelo no es erróneo.

La astrología puede concebirse también, como lo hicieron algunos pensadores herméticos, como una especie de juego ilusorio simbólico en el que el alma del individuo toma ciertas cualidades de los planetas, de las cuales debe liberarse para trascender la influencia de estos poderes que la mantiene atada al mundo de "la generación y corrupción". Esta interpretación fue retomada en cierta medida, por ejemplo, por Carl Jung, quien usó astrología en sus consultas. Junto con el Premio Nobel Wolfgang Pauli, Jung presentó un estudio en su libro Sincronicidad, en el que asegura que existe relevancia estadística entre la manifestación de ciertos aspectos astrológicos y sucesos ocurridos a los individuos. Las "pruebas" de Jung no han sido tomadas demasiado en serio, y la comunidad científica suele afirmar que no existe ninguna prueba sobre la validez de la astrología. Y sin embargo, cientos y quizá miles de millones de personas en el mundo tienen alguna creencia en algún tipo de astrología. 

El tema es más complejo de lo que parece. En un estudio científico de hace algunos años se observó que sí existe una influencia entre el mes en el que se nace y diversos factores de salud, incluyendo cosas como la tendencia fumar o a suicidarse. Ello no presupone una influencia de los planetas o estrellas, pero permite entender desde otra perspectiva el vínculo entre ciertos rasgos individuales y el momento de nacimiento que subyace a la concepción astrológica. Especialmente porque las constelaciones toman muchos de sus significados de las estaciones en las que se encuentran en relación al movimiento del sol en el hemisferio norte.

Otro elemento esencial es que la astrología moderna, basada en el signo solar, es muy distinta a la astrología tradicional. Actualmente las personas se conciben en referencia a un signo zodiacal, ser Sagitario o Piscis, por ejemplo, lo cual está determinado por el signo del sol, lo cual no ocurría antes de la segunda mitad del siglo XIX. Existen diversas razones por las que el sol ha cobrado mayor peso en relación a la posición de otros planetas o al ascendente -que antiguamente era la posición más importante en una carta natal-; una de ellas está relacionada con la tendencia al individualismo. El sol representa para algunos astrólogos el ego o la parte de la persona que se exhibe al mundo.

Por otro lado, reducir la astrología al signo solar es una forma de simplificarla y permite su masificación, aunque al mismo tiempo hace que pierda complejidad y, según argumentan los astrólogos, precisión. Esto porque no se incluyen factores que en el modelo tradicional eran importantes, como los aspectos que forman los planetas entre sí, las casas en las que se encuentran y otras técnicas de predicción. 

Asimismo, la astrología moderna, de alguna manera incrustada en el sistema capitalista mundial, particularmente como una forma de entretenimiento ligero en las revistas femeninas, tiende a reinterpretar las posiciones negativas y revestirlas de un lenguaje positivo. Así, planetas como Saturno o Marte, considerados maléficos tanto en Grecia como en la India, adquieren propiedades menos negativas. Lo mismo sucede con ciertas casas, como la 6 o la 12, que en vez de significar muerte, destrucción y enfermedad son reconceptualizadas como "transformación" o "desafío".

La astrología, que era fundamentalmente un método de predicción de los sucesos mundanos y luego de los sucesos en la vida de una persona, deviene un mero dibujo de tendencias psicológicas, una especie de vago mapa de la personalidad. Y aquí yace otro problema: la astrología tradicional es incómoda para el individuo moderno, cuyo credo fundamental es el libre albedrío y la autodeterminación. 

Cabe mencionar que entre los astrólogos de la antigüedad no había un consenso generalizado sobre el nivel de determinismo, pues para algunos era admisible una interrelación entre necesidad y libertad, aunque la balanza se encontraba del lado de lo necesario, de la fatalidad. Tampoco existía consenso sobre  la manera en la que la llamada "influencia" astral actuaba sobre el mundo. En algunos casos se teorizó que era a partir de la luz visible de los astros, en otros casos se dijo que en realidad los astros no eran la causa sino sólo un signo que acompañaba a los acontecimientos, como una especie de lenguaje matemático que solamente describe lo que está sucediendo o, en palabras de Kepler, que refleja "la armonía del mundo". 

Aunque es difícil afirmarlo con certeza, es posible que estos elementos de modernización contribuyan a que la astrología sea tan atractiva para muchos individuos, particularmente aquellos obsesionados consigo mismos, y a la vez haya perdido su prestigio intelectual. Actualmente se asocia a la astrología con el uso de cristales, teorías de la conspiración y otros elementos de la religión new age. Sin embargo, la astrología ha sido esencial en la constitución de la cultura humana y, de una u otra forma, sigue siendo practicada por las grandes tradiciones religiosas del mundo. Que no haya sido erradicada quizá no se deba sólo a una veta irracional en el ser humano, sino a una profunda necesidad de entenderse como parte de un cosmos con significado inherente. En la medida en la que el misterio de la existencia no es del todo eliminado y se mantiene la posibilidad de un rol primordial para la conciencia, existe también un lugar para la astrología o para esa ancestral observación de que "como es arriba, es abajo".


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Imagen de portada: Wikimedia Commons