5 ejemplos de economía sustentable que hacen pensar el futuro con esperanza
Sociedad
Por: José Robles - 07/05/2021
Por: José Robles - 07/05/2021
En los últimos años se ha vuelto cada vez más evidente que el planeta que habitamos se encuentra en una crisis provocada en buena medida por la actividad humana de al menos los últimos dos siglos.
Fenómenos como la industrialización, la predilección de los combustibles fósiles y el consumo exacerbado han generado varios efectos sobre el medioambiente en general, muchos de ellos nocivos. Por ejemplo, la contaminación (de aguas, suelos y aire), la destrucción de áreas naturales y la alteración de las condiciones de vida de ciertos ecosistemas, entre otros.
Esto resulta contradictorio y da cuenta de la oposición (quizá irremediable) que existe entre humanidad y naturaleza. Dejando de lado ciertas narrativas un tanto bucólicas que pretenden que el ser humano puede vivir en comunión y armonía con el mundo natural, lo cierto es que el proceso civilizatorio al que condujo la evolución de nuestra especie (entre otros factores) vuelve imposible que el ser humano regrese a ese supuesto “estado natural”.
Ello no implica que no podamos hacer algún tipo de esfuerzo, si no para vivir en equilibrio con el mundo natural, sí para provocar el menor daño posible como efecto de nuestra manera de vivir, y generar condiciones para que la humanidad y otros seres vivos puedan subsistir.
En esa intención se inscriben algunas propuestas que, bajo el concepto de economía sustentable, buscan establecer modelos en los que las actividades de producción y consumo de bienes y servicios propios de la actividad humana contribuyan a la subsistencia.
Ideada por Christian Felber, la economía del bienestar pretende que valores como la responsabilidad, la cooperación o la generosidad, entre otros, sean los que dirijan la actividad económica, tomados como indicadores de bienestar y progreso.
El argumento de esta propuesta es que bajo el modelo capitalista, en donde la generación de ganancias es casi lo único que importa y se mide, no existen matices o consideraciones por las que sea posible saber si el “éxito” de una empresa o de un proyecto se logra a costa del daño al medioambiente, la explotación desmedida de los trabajadores, la corrupción, etcétera.
Algunas empresas en Alemania ya se manejan bajo este esquema y, agrupadas, ejercen presión para que existan leyes orientadas a generar estímulos y beneficios para que sea más sencillo o atractivo adoptarlo.
El nombre de esta propuesta se debe a un diagrama sumamente creativo diseñado por Kate Raworth, economista de la Universidad de Oxford, y tiene forma de una “dona”, es decir, círculos concéntricos en cuyo centro hay un vacío.
El esquema está compuesto por tres grandes zonas. Una interior, que comprende doce necesidades humanas como la comida, la educación, la residencia, la energía, etc. Otra exterior, en donde se encuentran nueve efectos nocivos de la actividad humana sobre el medioambiente (la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad, etc.). Y finalmente, el vacío central, que representa a las personas que no tienen acceso a la satisfacción de las necesidades humanas básicas.
Las zonas interior y exterior están separadas por un frontera y, en la idea de Raworth, la economía debería estar orientada a satisfacer las necesidades humanas sin traspasar la frontera que lleva a dañar el medioambiente.
Este modelo también considera la medición de indicadores económicos que tengan en cuenta la conservación de dicho balance.
Nombrada originalmente con el término en alemán Postwachstumsökonomie por el economista Niko Paech, esta propuesta busca reducir el consumo e incentivar la sustentabilidad a nivel local.
Para lograrlo, algunas de sus directrices son la desaceleración económica, la moderación, el uso comunal de los bienes y servicios, generar prácticas para compartir la producción y el consumo, incentivar las habilidades de reparación habilidades y crear una economía local fructífera.
El propósito de este modelo es fomentar tanto la justicia social como la preservación ecológica.
Bajo la expresión “buen vivir” se conoce a un conjunto de ideas a las que se les atribuye un origen entre los pueblos originarios de Ecuador y Bolivia, en donde se conocen con los términos en kichwa “sumak kawsay” y “suma qamaña” en idioma aymara.
Estos conceptos refieren a alternativas que, ancladas en la cosmovisión de los pueblos originarios, buscan generar prácticas e incluso políticas públicas en donde el desarrollo de las sociedades y los individuos ocurra en condiciones de respeto a la naturaleza y la integridad del ser humano.
En este artículo de Mauricio Torres-Solís se puede conocer más al respecto.
Ideada por la economista estadounidense Elinor Ostrom, la “economía de los comunes” tiene como fundamento el autogobierno de las comunidades y las personas que las integran.
Uno de sus principios rectores es que los recursos de una comunidad tienen que ser administrados por esta, lo cual implica, entre otros, un registro claro y transparente de los recursos disponibles y la toma de decisiones colectiva sobre su uso.
¿Qué opinas? ¿Cuál de estas propuestas te parece más viable? No dudes en compartirnos tu opinión en la sección de comentarios de esta nota o a través de los perfiles de Pijama Surf en redes sociales.