Walter Benjamin es uno de los escritores más sobresalientes del siglo XX, con seguidores que son casi parte de un culto, de algo difícil de definir pero que es como un estremecimiento, una sensibilidad ante los vientos de la historia y una forma de extender la mirada que no agota la distancia pero transite algo de intimidad. El gran crítico y cabalista de la cultura dejó páginas memorables, particularmente escribiendo del arte, el materialismo histórico, el surrealismo y las ciudades (y sus misterios cotidianos), siendo quizá uno de los espíritus más afines a Baudelaire.
Uno de los momentos más transparentes de Benjamin quedó inmortalizado en su ensayo sobre el surrealismo. En este pasaje, Benjamin critica los modos vacuos de la espiritualidad que observaba, incluso como tentaciones peligrosas para los poetas:
Penetramos el misterio sólo en el grado en que lo reencontramos en lo cotidiano por virtud de una óptica dialéctica que percibe lo cotidiano como impenetrable y lo impenetrable como cotidiano. La investigación apasionada, por ejemplo, de fenómenos telepáticos, no nos enseña sobre la lectura (proceso eminentemente telepático) ni la mitad de lo que aprendemos sobre dichos fenómenos por medio de una iluminación profana, esto es, leyendo. O también: la investigación apasionada acerca de fumar hachís no nos enseña sobre el pensamiento (que es un narcótico eminente) ni la mitad de lo que aprendemos sobre el hachís por medio de una iluminación profana, esto es, pensando. El lector, el pensativo, el que espera, el que callejea [flâneur] son tipos de iluminados igual que el consumidor de opio, el soñador, el borracho. Y tipos más profanos. Por no hablar de la más terrible droga, nosotros mismos, que tomamos en la soledad.
Despertar a lo maravilloso, a lo impenetrable, en las cosas diarias que damos por sentado. Benjamin parece decir que nuestra interacción con lo común y corriente tiene un signo misterioso, un álgebra impenetrable, como creían los cabalistas que veían en los acontecimientos manifestaciones divinas que requerían una profunda interpretación. Nos da un ejemplo: leer es, de suyo, un acto telepático; una conversación psíquica en la oscuridad. Benjamin nos ofrece una teoría de la espiritualidad envuelta en el fluir del mundo, que se puede practicar a través de la sensibilidad y la curiosidad.
También en Pijama Surf: Los Tres Peldaños: el sencillo consejo de Walter Benjamin para una buena prosa (y cómo practicarlos)
Imagen de portada: Hannah Reding / Unsplash