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Poemas para estar en Pijama: Viajar sola como experiencia transformadora

Arte

Por: Tufillo de poeta - 12/27/2020

Del espacio a la India, para buscar o para huir. Como mujeres, viajar solas implica salirnos de los lugares que nos han sido asignados históricamente

Viajar puede significar cosas tan variadas como mujeres hay en el mundo. Hace más de un año, las astronautas Cristina Koch y Jessica Meir tuvieron que viajar hasta la Estación Espacial Internacional que gravita la órbita terrestre, antes de realizar su histórica caminata en el espacio. La mamá de un amigo decidió irse a la India para conocerse a sí misma a los 40 años. 

Algunas mujeres en los Montes de María, Colombia, deben hacer recorridos de más de tres horas para llevar a su casa agua potable. Hay chicas que viajan a comunidades indígenas para luego hacer allí otro viaje, con yajé. Otras pensarán, como Emily Dickinson, que “para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”.

En el caso de las mujeres, viajar solas significa darle un espacio a nuestros cuerpos, que han estado tan limitados históricamente. Así, pues, viajar es reivindicar nuestro lugar (o lugares) en el mundo, tal como lo declara Mary Oliver en su poema “Los gansos salvajes”:

No tienes que ser buena.
No tienes que atravesar el desierto
de rodillas, arrepintiéndote.
Sólo tienes que dejar que ese delicado animal
que es tu cuerpo ame lo que ama.
(…)
Seas quien seas, por muy sola que te sientas
el mundo se ofrece a tu imaginación,
y te llama, como los gansos salvajes, chillando con excitación
anunciando una y otra vez
tu lugar en la familia de las cosas.

Sin embargo, viajar no es tan sólo ir en busca de lo que queremos. De vez en cuando, puede ser la solución para huir de aquello que nos aterra. De estas inseguridades frente a nuestro presente nos habla el poema de César Vallejo, “Va corriendo, andando, huyendo…”:

Corre de todo, andando
entre protestas incoloras; huye
subiendo, huye
bajando, huye
a paso de sotana, huye
alzando al mal en brazos,
huye
directamente a sollozar a solas.

Sí, podemos decir que los viajes casi siempre tienen algo de triste. Se produce un quiebre o una pérdida, ya que debemos despedirnos del lugar en el que estamos y posar nuestra atención en un lugar y un tiempo que aún no se ha materializado. Este tipo de nostalgia es una sustancia que abunda en el poema “El retorno” de Robin Myers:

Ésta es la calle donde naciste.
Ésta es la llave que perdiste en la nieve,
y éste es el abrigo que usaste para buscarla.
Ésta es la manera en la que se ve el cielo desde un avión la mañana
que te fuiste de casa.

Y, sin embargo, el viaje más importante, difícil y solitario que podemos tener, es el viaje interior. La travesía interna implica luchar contra nuestros propios fantasmas, bajar hasta el fondo, e incluso bordear nuestra propia locura, como Pizarnik:

Explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome.

En las últimas décadas, las mujeres hemos dejado de estar recluidas (espacial y mentalmente) y es importante que ejerzamos nuestra libertad. Aunque no todos los viajes que realicemos solas sean agradables, podrían ser necesarios, porque cualquier recorrido implicará un desplazamiento, un punto de partida y uno de llegada, que transformará algo de nuestra realidad. 

 


Si quieres escuchar más sobre Poemas para viajar sola (y escuchar estos poemas completos), no te pierdas el capítulo número 16 de la tercera temporada de Tufillo de poeta.

 

Encuentra aquí la columna anterior de Tufillo de poeta en Pijama Surf: Poemas para estar en Pijama: El beat como arte

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Imagen de portada: Jeremie Cremer / Unsplash