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9 años después del accidente nuclear en la planta de Fukushima, Japón, tanto el gobierno japonés como la compañía responsable de la planta tienen un plan para las aguas contaminadas resultantes de aquel siniestro

Como es sabido, y quizá recordado, el 11 marzo de 2011 ocurrió uno de los desastres nucleares más severos de nuestra época (y, se dice, el más grave desde el legendario accidente nuclear de la planta de Chernóbil, Ucrania, en 1986). En Fukushima, al noreste de Japón, la combinación de un terremoto registrado a las 14:46 del tiempo local y un tsunami provocado por este, tuvo como consecuencia que los sistemas de emergencia de la planta nuclear Fukushima Daiichi fallaran, lo cual llevó a su vez a una serie de explosiones y liberación no prevista de desechos tóxicos tanto al aire como al mar de la zona. El desastre tardó varios días en ser controlado –al menos en lo inmediato–, pero incluso varios meses después de ocurrido, distintas organizaciones nacionales e internacionales siguieron investigando las posibles consecuencias del siniestro.

Hoy Fukushima vuelve a ser noticia porque el gobierno de Japón anunció que liberará en el mar cerca de un millón de toneladas de agua contaminada provenientes de la planta nuclear de Fukushima.

La acción ha causado ya enorme revuelo y polémica en distintos sectores de la población japonesa y de la comunidad internacional. Por principio de cuentas, el sector pesquero de la zona se manifestó en contra de la medida porque los pescadores temen que la reputación de su producción vuelva a caer como hace unos años, cuando sucedió el desastre nuclear. En ese sentido, hay importadores en Corea del Sur que adquieren pescados y mariscos que se obtienen en esa zona que igualmente se dicen preocupados por las consecuencias que dicha liberación de aguas contaminadas pueda tener sobre la vida marina de la región.

Por otro lado, grupos ambientalistas japoneses y de otras partes del mundo han expresado su oposición a que el gobierno japonés lleve a cabo este movimiento.

La compañía responsable de la planta nuclear de Fukushima, Tokyo Electric Power (Tepco), asegura que el tratamiento que reciben las aguas residuales de la planta es suficiente para remover casi en su totalidad las sustancias altamente radioactivas que pudieran contener. A excepción de una: el tritio, un isótopo natural del hidrógeno que, de hecho, muy comúnmente las plantas nucleares en todo el mundo terminan arrojando al mar. Los científicos sostienen que el tritio es nocivo para el ser humano sólo en dosis muy elevadas.

Entre otras razones que han determinado el inicio de esta acción, se encuentra la poca capacidad de almacenamiento que Tepco tiene para estas aguas contaminadas. Desde que ocurrió el desastre de 2011, la compañía ha conservado el millón de toneladas de agua en mil cuarenta y cuatro tanques diseñados especialmente para contenerlas. A esto se suman cada día ciento setenta toneladas de aguas residuales que resultan de la operación cotidiana de la planta.

De consumarse la liberación de estas aguas al mar, los expertos consideran que dicha cantidad de líquido tardaría varias décadas en terminar de vaciarse al océano. En ese sentido, todo indica que la liberación comenzaría hasta el año 2022.

Hasta el momento parece que la decisión no está todavía totalmente tomada, pero dados los intereses en juego, no sería extraño que se ejecute tal y como se ha planeado.

 


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Imagen de portada: IAEA Imagebank, Flickr