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El budismo concibe 5 estados de la mente que obstaculizan la consecución de la claridad y la tranquilidad

La meditación no es sólo un proceso de calma y concentración de la mente: es un proceso de transformación de la mente o de cultivo de la auténtica naturaleza. Como tal, su desarrollo debe aplicarse no sólo a la práctica meditativa que requiere de la absorción, sino a la vida en general, como una actitud dominante, ya sea la integridad ética, la calma y la claridad de la mente, la atención plena o el discernimiento (las bases de la meditación budista). Por ello resulta importante notar los obstáculos que, según la tradición budista, típicamente dificultan este proceso de autoconocimiento y liberación.

En uno de los sutras del Canon Pali, el Buda señala que existen cinco obstrucciones o corrupciones de la mente (nivaranas), a saber:

  • el deseo de los objetos sensoriales
  • la mala voluntad
  • el letargo (o pereza)
  • la inquietud (y el remordimiento)
  • la duda

La tradición budista, tanto del theravada como del mahayana, tomó después estos cinco obstáculos de la mente como las cinco obstrucciones de la meditación, particularmente del desarrollo del shamata y el vipassana, la pacificación de la mente y la visión clara.

Por otra parte, estos obstáculos pueden clasificarse como de dos tipos: aquellos que tienen que ver con la excitación y aquellos que tienen que ver con la torpeza. El budismo es un camino medio, y todo aquello que exalte demasiado a la mente o que la hunda no es considerado bueno. 

En un sutra, el Buda contrapone siete factores de la iluminación a dichas cinco obstrucciones:

  • la recolección (o atención plena)
  • la discriminación de estados mentales
  • la energía
  • la dicha
  • la tranquilidad
  • la concentración

Posteriormente, algunos maestros budistas han enlistado diferentes antídotos para combatir estas aflicciones. El mindfulness (atención plena) para combatir el deseo; el metta o amor bondadoso para luchar contra la mala voluntad; el entusiasmo o la energía para combatir la pereza; la satisfacción o la dicha para superar la inquietud; la fe para combatir la duda. Estos antídotos pueden cultivarse en la meditación de manera específica visualizando o generando un componente de emoción positiva o, por ejemplo, practicando los cuatro inconmensurables o meditando sobre los cuatro pensamientos que llevan al dharma. En general, como metaantídoto, uno puede meditar en la impermanencia de todas las cosas y en la preciosa oportunidad que es estar vivo en un cuerpo humano capaz de recibir y aplicar las enseñanzas del dharma

 

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