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Maestros del ambient: Harold Budd, el más suave de los ángeles

Arte

Por: Luis Alberto Hara - 07/06/2018

El hombre del pedal suave, maestro de la belleza por la belleza, Harold Budd inaugura nuestra serie de Ambient Masters

Aunque Harold Budd no se considera parte del género llamado ambient, su música suele clasificarse así -y como una de las muestras de más alta factura de este género-.

El género ambient es uno de los más amplios y elusivos que existen. La palabra alude simplemente a aquello que crea un ambiente -así que, en estricto sentido, toda la música puede considerarse "ambient"-. Sin embargo, es evidente que hay cierta música que genera atmósferas -oníricas, ominosas-, que envuelve, que nos brinda una sensación del espacio, que invita al sueño, a la imaginación y a la reflexión estética. Brian Eno alguna vez definió al ambient diciendo que "es tan ignorable como interesante". El ambient puede ser como música de elevador -o de aeropuertos, por citar uno de los álbums clásicos del género-, que sólo está ahí como parte decorativa, amalgamada con el entorno, sin que sea notada, pero el buen ambient tiene una riqueza sólo comparable con la música clásica -mucho ambient, como el de Harold Budd, se cataloga como música neoclásica-. Puede ser ignorable como la música lounge, pero puede ser tan interesante como el cielo o la selva. Es música también para viajar, para el viaje interno, para contemplar, para ir a la deriva. La riqueza evocativa del ambient lo ha hecho uno de los géneros favoritos de los psiconautas, creando una especie de pista base para recorrer en ella los cielos e infiernos de la mente.

Harold Budd nació en Los Angeles en 1936, pero creció en el desierto mágico de Mojave. Budd estudió composición clásica y sus primeros trabajos fueron piezas minimalistas dentro de la corriente de la música avant-garde. En 1972 Budd resurgió con la primera pieza que se asocia con el ambient, "Madrigals of the Rose Angel", la cual acabaría siendo parte de The Pavillion of Dreams, un disco producido por Brian Eno que puede considerarse también como música sacra o religiosa, aunque el mismo Budd señaló que el disco no tiene ningún significado y se trata de pura belleza sin sentido, algo que es completamente discutible, ya que las piezas están llenas de cantos de nombres divinos, y la belleza le da sentido a la vida.

Budd definió esta nueva música como "hermosura existencial", no platónica, meramente superficial. Budd luego colaboraría con Eno en dos discos, The Plateaux of Mirror y The Pearl, en los que estableció su famoso estilo de piano atmosférico, usando la técnica que llamó "de pedal suave". The Plateaux of Mirror es uno de los grandes discos en la historia del ambient (que también podemos llamar música clásica, sin temas clásicos, una especie de impresionismo sonoro con efectos de estudio), aunque dicha clasificación quizás disguste a Budd. El disco, según relató Eno, consiste básicamente de la improvisación al piano de Budd, dentro de atmósferas sonoras creadas por Eno.​

En el 2004 Budd lanzó Avalon Sutra, un disco que anunció que sería su último. Un disco que habría sido un glorioso final a una carrera sin desperdicio, no demasiado prolífica, pero constantemente sublime. Por suerte, Budd, sólo estaba atravesando una crisis y regresó para dejarnos nuevas obras imperdibles.

Destacamos sobre todo su colaboración con el guitarrista de Cocteau Twins, Robin Guthrie, particularmente en el disco doble After the Night Falls /Before the Day Breaks (con Guthrie también produjo la música de la película Mysterious Skin, entre otros). Los suaves pianos de Budd con las guitarras distantes y oníricas de Guthrie son una combinación hecha en el cielo. Este álbum es una de las piezas más poéticas que se han producido en los últimos tiempos. Esta es música que es medicina para la melancolía, no porque la cura sino porque la dimensiona, la hace tal como es, una belleza profunda y a la vez ligera -como dijera Italo Calvino: "la melancolía es la tristeza que ha adquirido ligereza"-.

Estos dos discos parecen retratar las horas del día, los diferentes ritmos y tonalidades de la luz y el estado anímico de cada hora, una especie de cronobiología sonora, que además es una meditación sincronizada entre ambas piezas. La singladura con sus luces y demonios. Como el mismo Budd dijo de su música: es pura belleza -con sentido o sin sentido- y es devastadora.

Uno de sus más recientes discos, quizás el último, es Winter Garden, con Guthrie y Eraldo Bernocchi.

Buena parte del último material de Budd ha salido en la disquera de David Sylvian, Samadhi Sound, y esa es una buena forma de describir el proyecto sonoro-contemplativo de Budd que lleva casi ya 50 años: samadhi sónico. 

 

Este artículo es parte de la serie Maestros del Ambient que se incrusta en una particular sensibilidad exploratoria, basada en crear herramientas contemplativas para navegar la realidad de una manera más lenta, lúdica y suave.

 

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