*

De acuerdo con el principio de Hebb (“las neuronas que nacen juntas, permanecen juntas”) se deben activar tantas conexiones neuronales como sea posible, y así, se puede trabajar sinergéticamente mediante una serie de actividades útiles

Desde la filosofía de la Antigua Grecia hasta la de la espiritualidad moderna, la búsqueda del bienestar en general se ha vuelto el centro de atención a nivel físico, emocional, psíquico y espiritual. En los últimos años, poco a poco hemos notado incluso una oleada que busca fomentar el bienestar mediante la conexión de la mente y el cuerpo generando una experiencia en el aquí y en el ahora, y de hecho varios institutos, como el UCLA Mindful Awareness Research Center, han analizado los beneficios de esta práctica meditativa desde una perspectiva neurocientífica.

Gracias a los avances tecnológicos, dichos institutos, asociaciones y universidades han logrado comprender mejor el funcionamiento del cerebro y con ello, desarrollar herramientas que permiten reducir la presencia –o nivel de afectación– de varios malestares psicoemocionales. Por ejemplo, en cuanto a la neuroplasticidad, que es la capacidad nata del cerebro para reorganizarse a sí mismo tanto física como funcionalmente en relación con el medioambiente, la conducta, el pensamiento y las emociones; es decir que tras un estímulo como un trauma, el cerebro permanece constantemente organizando las neuronas en función de esta experiencia. Sin embargo, de acuerdo con el principio de Hebb (“las neuronas que nacen juntas, permanecen juntas”), se deben activar tantas conexiones neuronales como sea posible, y así, se puede trabajar sinergéticamente mediante una serie de actividades útiles. Te compartimos a continuación algunas de ellas:

 

– Salir de las creencias viciosas puede mejorar la inteligencia

Hay quienes deciden entender este proceso como una manera de “salir de la zona de confort”, en donde se busca cambiar las creencias irracionales desarrollando habilidades para resolver problemas y aprender, pensar lógicamente, entender y adquirir nuevo conocimiento, integrar ideas y continuar con los objetivos. El objetivo es continuar en un progreso constante y construir un conocimiento profundo de las cosas que nos interesan y que necesitamos para evolucionar o ser más felices. De alguna manera, se trata de romper el ciclo del pensamiento obsesivo con el fin de permitir que entren otras creencias, las cuales a su vez desarrollan nuevas conexiones neuronales para regular la neuroquímica y, al mismo tiempo, el estado de ánimo. Escoger cada oportunidad para mejorar el pensamiento puede ser una elección inteligente para permanecer curioso y abierto al mundo.

 

– Permanecer curioso

La mente tiene dos estados: uno de supervivencia y otro de exploración/curiosidad. El primero se activa cuando uno se enfrenta a situaciones críticas que implican un riesgo de vida y el segundo, cuando se expande el bienestar al grado de continuar aprendiendo, expandiéndose, disfrutando. El segundo estado no sólo promueve el nacimiento de nuevas conexiones neuronales, sino que también facilita el proceso de aprendizaje y la regulación neuroquímica en el cerebro.

Una manera de permanecer curioso es cuestionarse todo y fomentar el aprendizaje continuo más allá de la escuela, el trabajo o la universidad; esto implica querer saber de dónde vienen las cosas, cómo suceden, por qué se realizan de esa manera, qué provoca un resultado. Por ejemplo, aprender un nuevo idioma conlleva aprender nuevas perspectivas, cambiando nuestra visión del mundo. Se trata, en otras palabras, de comprometerse a un constante aprendizaje a lo largo de la vida, más allá de lo académico o profesional.

 

– Probar cosas nuevas y diferentes (que nos hagan sentir bien)

Las nuevas experiencias evitan que las aguas se estanquen y se inunde e intoxique el ambiente, de modo que promover pequeños o grandes cambios paulatinos en el día a día facilita la sensación de motivación, crecimiento, evolución, etc. Basta con ir a clases de algo que nos interese, leer un nuevo libro en una cafetería o bar, salir a correr o hacer alguna actividad física, ir a terapia, etcétera.

 

– Exponerse a diferentes puntos de vista

Si bien la lectura y los viajes son buenos ejercicios para conocer diferentes puntos de vista, estar genuinamente abierto a otras culturas, idiomas y pensamientos distintos al nuestro nos ayuda no sólo a poner en perspectiva nuestro punto de vista sino también a expandir nuestras creencias y conexiones neuronales, pues se fortalece el proceso de aprendizaje y regulación emocional desde una base neurológica.

Así, por ejemplo, se puede leer sobre otras industrias y diferentes mercados, estar abierto a debates con otros puntos de vista o leer libros sobre temas que ignoramos. La única manera de estar expuesto a diferentes perspectivas es salir del mundo propio y aprehender un nuevo conocimiento, maravillarse por las cosas nuevas que se están descubriendo.

 

– Escribir los aprendizajes

Cada día absorbemos una vasta cantidad de información. Cuando uno se sienta e intenta reproducirla, se obliga a sí mismo a profundizar, a sintetizar el conocimiento y a organizarlo. Es un proceso de enseñanza y reproductividad, y si no se hace una especial toma de conciencia, es probable que no haya una expansión en la conexión de las neuronas. Además, tanto leer como escribir expande el vocabulario, fortaleciendo los procesos cognitivos de la mente y los procesos emocionales del alma.

 

Imagen principal: Katie Crawford