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La ciencia confirma que todos vivimos dentro de un enorme vacío cósmico

Ciencia

Por: pijama Surf - 06/11/2017

Las implicaciones potenciales y científicas de confirmar que la Vía Láctea está al borde de un vacío inconmensurable son importantes

La Vía Láctea se encuentra en una posición bastante excitante con relación al resto del universo. Hace apenas unos días un equipo de especialistas anunció, durante la reunión anual de la Sociedad Astronómica Americana, que nuestro vecindario cósmico está justo al borde de un abismo; se trata de un monumental vacío que presume un radio de más de mil millones de años luz. 

Este democratizador fenómeno, que coloca a aboslutamente todos los que habitamos nuestra galaxia al borde del mayor precipicio hasta ahora registrado en todo el cosmos, nos remite a un modelo del universo compuesto por agujeros y filamentos, como un inconmensurable queso gruyere; esta estructura está conformada por la materia "ordinaria", que abarca apenas el 5% del total de la materia, mientras que el resto está compuesto por materia y energía oscuras. 

El vacío que abraza a la Vía Láctea, y por ende a todos nosotros, ha sido llamado Vacío KBC (por los apellidos de sus tres descubridores, todos investigadores de la Universidad de Hawái, Keenan, Barger y Cowie. En cuanto a las implicaciones científicas de este descubrimiento, o mejor dicho esta confirmación (ya que en el 2013 Amy Barger había sugerido esta posibilidad), está el que "ayuda a reconciliar el aparente desacuerdo entre los dos modos que hay de medir la constante de Hubble que los cosmólogos utilizan para describir la velocidad a la que el universo se expande", según comentó José Manuel Nieves en un artículo para el diario ABC.

Ya en un plano poético, o mejor dicho piscocósmico, algo de fascinante tiene el sabernos todos al borde de un precipicio tan grande y profundo que ni siquiera podemos llegar a concebirlo con precisión. A fin de cuentas, desde cierta perspectiva la vida es caminar permanentemente al borde de un abismo y en el ínter tratar de evolucionar y, por qué no, de disfrutarlo.