*

Ciencia ficción africana: una demoledora y utópica perspectiva del futuro

Por: Jimena O. - 08/06/2015

La ciencia ficción occidental ha estado asociada a la urbe, el desarrollo tecnológico y la crítica social; en África, está relacionada con la posibilidad de soñar un futuro independiente, o mejor, propio
Screenshot de "Pumzi", de Wanuri Kahiu (2009)

Screenshot de "Pumzi", de Wanuri Kahiu (2009)

En Occidente la ciencia ficción ha sido vista como un ejercicio de previsión del futuro, además de un extraordinario vehículo de divulgación científica; sin embargo, el contexto tecnológico de Occidente deja fuera la realidad histórica del continente africano, donde la relación entre la tecnología y la vida cotidiana cuenta una historia muy diferente.

Antologías como AfroSF: Science Fiction by African Writers son provocadoras e interesantes porque nos muestran que el futuro no es el mismo en todas partes. En palabras del blogger ghanés Jonathan Dotse, “la ciencia ficción puede crear conciencia en África sobre el enorme potencial de la innovación indígena para mejorar los estándares de vida”. Y continúa:

Nuestras naciones necesitarán incrementar significativamente sus inversiones en instituciones e infraestructura tecnológica requerida para crear y sostener esta innovación. Tales iniciativas, costosas y de largo plazo, no ganarán apoyo público sin un discurso público que muestre el amplio espectro de su propio desarrollo social. Este es exactamente el tipo de discurso que la ciencia ficción provoca, y puede ayudar a dar forma dentro de las sociedades africanas.

La escritora nigeriana Nnedi Okorafor piensa que “mucha ciencia ficción occidental es insular y ensimismada”, por lo que sus novelas tratan de reflejar “al continente africano como el lugar moderno que es. No veía a nadie soñando acerca de su futuro”.

En la referida antología, Okorafor participa con el relato “Spider The Artist” acerca de arañas robots que vigilan los ductos petroleros del delta del río Niger. Este retrato del futuro es extraordinariamente vigente, gracias al proyecto de seguridad de G4S, el gobierno de Estados Unidos y diversas universidades, que financian con 11 millones de dólares la producción de un sistema de vigilancia automatizado para los ductos. Los robots no son todavía máquinas asesinas (y de hecho parece que podrían realizar muchas tareas positivas para el medio ambiente), pero una de sus tareas será la de proteger el petróleo de las comunidades nativas nigerianas y de los rebeldes que se disputan la propiedad de la tierra y sus recursos con las potencias extranjeras.

Otro ejemplo es la película Pumzi, un mediometraje de Wanuri Kahiu de 2009 situado en una Kenia postapocalíptica, donde el recurso más difícil de encontrar es también el más valioso, el agua. Tecnologías de purificación de orina como las retratadas en la película se vuelven realidades tangibles poco a poco: en 2012, cuatro mujeres nigerianas presentaron un proyecto que no sólo purifica la orina para convertirla en agua, sino que transforma los desechos en energía eléctrica. Un generador sería capaz de convertir 1Lt de orina en 6 horas de electricidad.

Para Okorafor y muchos narradores africanos, la escritura de ciencia ficción no es solamente un anticipo tecnológico del futuro, sino una manera de darle imagen e imaginación a un lugar que históricamente ha sido botín de las grandes potencias europeas; se trata nada menos que de la oportunidad de escribir —literalmente— la historia y el destino de África en sus propios términos. Como dice Okorafor, “desde que comencé a prestar atención a los detalles y a considerar las implicaciones de los años por venir, comencé a ver el futuro de África y el futuro de la civilización humana en formas que nunca había visto antes”.

 

Con información de African Bussiness Magazine