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Borges sobre "Ciudadano Kane" (y Orson Welles sobre la crítica de Borges)

Arte

Por: Samuel Zarazua - 08/04/2015

Para el escritor argentino, "Ciudadano Kane" tenía dos argumentos; el primero le parecía "de una imbecilidad casi banal, quiere sobornar el aplauso de los muy distraídos", y el segundo "une al recuerdo de Koheleth el de otro nihilista: Franz Kafka"

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Las obsesiones de Borges (1899-1986) son harto conocidas, forman parte de un mundo imaginario único: los laberintos, los relojes de arena, los mapas, los espejos, la tipología del siglo XVIII, el olor del café, la prosa de Stevenson, los infiernos oníricos de Swedenborg, el temor por los espejos, etc. Su literatura fue un entramado entre situaciones improbables (mas no imposibles), seres fantásticos e imaginarios, y sobre todo tiempos inmemoriales. Menos conocida es la afición de Borges por la cinematografía.

A la par que devoraba libros o hacía sus escritos se dedicaba a hacer crítica cinematográfica sin más que su propia intuición, su pasión de cinéfilo y el erudito bagaje literario que lo caracterizaba.

A principios de 1931 la revista Sur, auspiciada por Victoria Ocampo, se convirtió en una revista emblemática, según ella misma: "De los que han venido a América, de los que piensan en América y de los que son de América". En la edición del mes de agosto de 1941 (Sur Nº83) fue publicada la crítica que Borges hizo de Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941).

La ejecución es digna, en general, del vasto argumento. Hay fotografías de admirable profundidad, fotografías cuyos últimos planos (como las telas de los prerrafaelistas) no son menos precisos y puntuales que los primeros.

Me atrevo a sospechar, sin embargo, que Citizen Kane perdurará como "perduran" ciertos films de Griffith o de Pudovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero que nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala palabra.

La crítica de Borges, que puede leerse aquí en su totalidad, es mixta; por una parte celebra la grandilocuente ejecución técnica de Welles y evoca una serie de notables analogías con uno de sus temas favoritos, los laberintos, y por otra parte, se muestra molesto por el desorden y la vanidad de Welles.

En My Lunches with Orson, una compilación de entrevistas realizadas por Henry Jaglon en 1983, Orson Welles contestó a la crítica borgiana:

Siempre supe que al propio Borges no le había gustado. Dijo que era pedante, que es una cosa muy extraña de decir al respecto, y que se trataba de un laberinto. Y lo peor de un laberinto es que no hay manera de salir. Y esta es una película de laberinto sin salida. Borges es medio ciego. Nunca olvides eso. Pero sabes, yo podría entender que él y Sartre simplemente odiaban Kane. En sus mentes, ellos veían –y atacaban– algo más. El problema son ellos, no mi obra.

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