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Sobre la importancia de la lectura lenta (y la dificultad de hacerlo en nuestros días)

Por: Luis Alberto Hara - 09/30/2014

Leer no soluciona los conflictos del mundo, no acaba con el cáncer ni el hambre, pero dedicar nuestra atención consciente a la lectura nos modifica y nos hace más atentos a nuestra experiencia de la vida

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Puede decirse con seguridad que en nuestros días los lectores tienen más opciones que nunca para satisfacer su curiosidad y pasión, pero también que tienen más distracciones y dificultades para leer con verdadera atención. Con el internet no se trata solamente de la cantidad de información disponible, sino del esfuerzo suplementario del lector en organizarla y volverla transitable.

Leer en internet, por ejemplo, se parece a una carrera de obstáculos donde el lector debe fijar su atención en el texto que tiene frente a sí, mientras numerosos paratextos (links, imágenes, ads, pop-ups, notificaciones del sistema, etc.) se pelean por robarle la atención. Los paratextos 2.0 sirven para decirte que deberías estar leyendo otra cosa o para proponerte navegar hacia otros rumbos una vez que acabes de leer pero forman, en suma, un ruido de fondo.

La mayoría de las páginas web (la nuestra incluida) utilizan el espacio alrededor del texto para sugerir a los lectores cosas que podrían interesarles, pero desde la perspectiva del lector, se trata de ruido de fondo, y nuestra atención se divide entre leer un texto (este, por ejemplo) y curiosear en las columnas laterales. Es decir, las páginas web están diseñadas para aprovechar todo el espacio disponible de la pantalla o del navegador para ofrecer al lector rutas de cosas que podrían interesarle, pero es nuestra responsabilidad como lectores decidir en dónde enfocamos nuestra atención.

¿Es esta una defensa de la lectura offline? No necesariamente. En contraste con los programas de lectura rápida (esa forma de spam) que prometen hacerte un devorador de páginas, varios grupos de “lectores lentos” han aparecido en diversas ciudades de Estados Unidos para escenificar las “antiguas” prácticas de lectura: en libros impresos o en e-readers con el Wi-Fi apagado, en fin, lejos del internet y sus placeres y sus distracciones, con el teléfono apagado o en modo Silencio para no atender notificaciones de ningún tipo.

No se trata de una forma nostálgica de lectura: varios estudios avalan que leer es bueno para tu cerebro y que leer lentamente y sin distractores mejora la comprensión de lo leído, además de retrasar el proceso de pérdida de memoria en personas de la tercera edad. Otros estudios afirman que leer ficción narrativa promueve la empatía con visiones de mundo diferentes a la nuestra, además de promover habilidades que nos ayudan a construir mejores relaciones.

Se suele representar a la lectura como una panacea: como un acto civilizatorio en sí mismo, que resuelve todos los males y que conquista posiciones más elevadas en la escala humana. Aunque las expectativas que la sociedad asocia con la lectura en realidad estén muy lejos de ser viables, lo importante de leer es dedicarle tiempo a estar con nosotros mismos y nuestros intereses, que es otra forma de cultivar el hábito de conocerse a sí mismo.