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El lenguaje es quizá uno de los problemas más enigmáticos en la historia evolutiva y cultural del ser humano, del que se han ocupado científicos de prácticamente todas las disciplinas.

El problema del lenguaje es quizá uno de los problemas más enigmáticos en la historia evolutiva y cultural del ser humano. Lévi-Strauss, por ejemplo, aseguraba que el lenguaje había surgido como una necesidad frente a la prohibición del incesto, la necesidad de tener un “No” para articular. Pero esta es solo una de entre muchas teorías planteadas en los más diversos campos de las ciencias naturales, sociales y humanas.

Por el lado de la fisiología, una de las hipótesis más interesantes, planteada por John McCrone, asegura que la capacidad del lenguaje deriva de una mutación en ciertos ejemplares homínidos, quienes desarrollaron la capacidad de comunicarse con vocalizaciones arbitrarias. Sin embargo, esta perspectiva organicista ha merecido la crítica de especialistas como Noam Chomsky, para quien el lenguaje humano va más allá de las disposiciones físicas y corporales que lo permitieron. En Lenguaje y problemas del conocimiento (1988), Chomsky dice que investigaciones como esas “son una completa pérdida de tiempo, porque el lenguaje está basado en un principio enteramente diferente a cualquier sistema animal de comunicación”.

En este sentido, para Chomsky la aparición del lenguaje igualmente podría explicarse por la intervención de “una tormenta de extraños rayos cósmicos que reorganizó el cerebro, implantando un órgano del lenguaje en un cerebro de otra forma primitivo”. Y aunque la ironía es francamente corrosiva para esos argumentos evolutivos, sin duda la perspectiva de Chomsky tiene algo de cierta: una mutación fisiológica difícilmente podría bastar por sí misma para entender cómo un primate, aunque avanzado con respecto a sus parientes y sus antecesores, pudo desarrollar un instrumento tan complejo como este que ahora mismo estamos utilizando y el cual, en muchos sentidos, ha conformado y diariamente conforma nuestro mundo.

Además, quizá también podríamos tener en cuenta que si bien el surgimiento del lenguaje puede relacionarse con algún cambio en la estructura cerebral de los homínidos, también debería considerarse como a partir del lenguaje también se modifica nuestro cerebro (con la lectura, por ejemplo, según Maryanne Wolf), es decir, cómo entre uno y otro hay una relación de reciprocidad difícilmente distinguible en cada uno de sus actores.

[Mysterious Universe]