Según Stuart Hameroff, la consciencia es un proceso cuántico en los microtúbulos de las neuronas
Ciencia
Por: Alejandro Massa Varela - 11/29/2024
Por: Alejandro Massa Varela - 11/29/2024
¿Quiénes han unido física cuántica y neurociencias mejor que nadie a lo largo de la historia?
Una amplia mayoría de la comunidad científica asume que la conciencia ha ido emergiendo de la vida, siendo un muy posterior “después” producto de la evolución. Sin embargo, de acuerdo con la perspectiva cuántica de la conciencia del anestesiólogo estadounidense Stuart Hameroff y el físico británico Roger Penrose, esta habría surgido primero.
Al menos tienen muy buenas razones para llegar a esta conclusión con su “teoría de la reducción objetiva orquestada”. Un punto de vista que Hameroff empezó a desarrollar como profesor de la Universidad de Arizona y a partir de descubrimientos clínicos sobre la pérdida del sentido en personas anestesiadas. Sus investigaciones sobre el cáncer lo llevarían a revisar el vínculo entre los “microtúbulos” de las neuronas y la división celular, fascinando ante el posible hecho de que hubiera de por medio la agencia de algún tipo de sistema informático.
Y es que la especulación más desconcertante de la reducción objetiva orquestada sería la posibilidad de que el cerebro esté conectado a una estructura externa y “protoconsciente”. Y la “protología”, el principio de la evolución podría ser la conciencia y no al revés.
De acuerdo con este profesor de Arizona doctorado en Medicina en el Hospital Universitario Hahnemann, y con su colega Premio Nobel de física 2020: los eventos de la consciencia no son producto de la sinapsis cerebral, como nos hemos atrevido a pensar hasta ahora, sino que tienen lugar a nivel subatómico como computaciones cuánticas no de las neuronas, sino dentro de sus estructuras nanométricas. En palabras de Hameroff:
¡La consciencia es lo más importante que existe!
Suponer que una neurona es algo así como una computadora que se activa o desactiva es un tremendo insulto a las neuronas.
La mayoría de los científicos no pueden explicar la conciencia en el cerebro, por lo que no pueden decir que la conciencia fuera del cerebro sea imposible.
La conciencia es la música del Universo.
La visión de la consciencia Penrose niega que esta realidad sea algorítmica, por lo que exige una compresión más compleja a la que aún no ha sido incorporada la informática cuántica. Esto interesó a Hameroff, convencido de que habría que retrotraer este fenómeno a operaciones de nivel molecular y supramolecular, de los microtúbulos en las neuronas humanas.
Pero, a todo esto, ¿qué son los microtúbulos? Al igual que los microfilamentos de actina y los filamentos intermedios, los también abreviados como “MT” no son sino fibras integradoras del citoesqueleto de las células “eucariotas”, aquellas con ácido desoxirribonucleico en un núcleo envuelto por una membrana. Tienen un diámetro de unos 25 nanómetros y son menos importantes en los “metafitos” o plantas que en los “metazoos” o animales.
En su libro de 1987 Ultimate Computing, Computación definitiva, hace ya casi cuatro décadas, Hameroff se atrevió a suponer que el salto a una computación no algorítmica, capaz de un procesamiento de información muy complejo, es más que posible para el tejido biológico de los microtúbulos y otras partes del citoesqueleto de las células del cerebro. Estos componentes “subneuronales” serían podrían las unidades básicas de este procesamiento y no las propias neuronas. Sin embargo, el punto de vista del afamado anestesiólogo no viraría al tema de la consciencia en sí hasta leer y conocer el trabajo de Penrose.
Este encuentro se daría gracias al libro La nueva mente del emperador, escrito por el Premio Nobel en 1989. Hameroff buscaría a Penrose para exponerle por qué no podría existir un mejor sitio que los microtúbulos para un mecanismo cuántico dentro del cerebro. Exposición que los llevaría a pensar las características matemáticas de la red de microtúbulos y un modelo para la reducción objetiva orquestada de la conciencia, abreviado “Orch-OR”. Un intento por descubrir cómo es que los seres vivos acceden a una realidad universal y sutil:
Pienso más como un budista cuántico, en el sentido de que existe una mente protoconsciente universal a la que tenemos acceso y que puede influir en nosotros, pero que en realidad existe en el nivel fundamental del universo, en la escala de Planck.
Para Hameroff, pensar así es resultado de una colaboración tan prometedora como hace décadas y que sigue siendo una de las más interesantes en la historia de la ciencia.