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Luis Carlos Martínez recomienda brebajes tranquilizantes a Felipe Calderón ante los malos resultados electorales de su partido y su nefanda estrategia contra el narco y sus intentos por pactar una salida decorosa negociando la sucesión presidencial.

Está desesperado Felipe Calderón, supuesto presidente de México. En las últimas entrevistas concedidas a la prensa, a la radio, a las televisoras, no puede ocultar su preocupación por la crítica situación del PAN, ¿su partido?

Los malísimos resultados electorales del PAN, cuando incursiona solo en las elecciones, al margen de las “alianzas”, como en la pasada elección en el Estado de México, donde no rebasaron el 12 por ciento de los votos totales, son una prueba inocultable del rechazo de la ciudadanía a su propuesta. No se necesita ser un genio para entender, para comprender, para constatar del fracaso de la administración panista que encabeza Felipe Calderón.

En el estudio de la conducta de los políticos en el poder, los psicoanalistas develan  que la manía a justificar la derrota, es una monotemática neurótica a su fracaso en el poder. Es la proyección de su examen de conciencia por el cuestionado triunfo de las fraudulentas elecciones del 2006 y Calderón acaba de responder que él no está con ninguno de los enanos (por aquello de Moreira dixit), que el PAN es un partido de ciudadanos, porque según él, nadie es dueño del partido.

Habrá que recordarle a FECAL la historia del PAN, ¿ya se le olvidó?

El PAN se creó para oponerse a la nacionalización del petróleo que decretó el gobierno del General Lázaro Cárdenas, a la educación socialista, a la reforma agraria.

Nada es más falso que el PAN sea un partido de ciudadanos, sus afiliados en todo el país, con más de cien millones de habitantes, no rebasa el millón de habitantes, e decir, no llega al uno por ciento de la población.  El PAN es un partido de conservadores reaccionarios de las clases medias católicas.

¡Por favor! ¿A quién quiere engañar? Lo que busca Calderón es negociar una salida a su desastrosa administración como presidente de este triste país.

La candidatura de Cordero es un bluff,  el primer nerd del gabinete, que es el consentido de Calderón, es un bluff, para negociar con el grupo que tomará el poder, encabezado por Salinas de Gortari, coordinador político de la oligarquía y su candidato de trapo con copete de gel.

Felipe Calderón sabe que su futuro político y jurídico depende de la negociación que pueda convenir con Salinas y los oligarcas que mal explotan a los trabajadores mexicanos. Salinas, una vez más el próximo mandamás del bloque en el poder, es la pieza clave para negociar con su nuevo muñequito que encumbrará la telecracia en el poder.

Lo que pretende Calderón es armar una candidatura dizque “ciudadana” para obtener la exculpación como responsable de 50 mil muertos con el gobierno príista de Peña Nieto. Hasta Vicente Fox, lenguaraz incontrolable, ya sentenció la derrota del PAN y el triunfo de una “nueva generación de demócratas” encarnada en Peña Nieto.

Lo que ha estado demostrando Calderón en sus farsas de entrevistas, es que es un político mañoso, maniobrero y carente de un mínimo de ética política. Calderón está moviendo sus piezas para salvar el pellejo. Aun así, es inocultable, está muy nervioso y es peligroso.