Un indígente de 29 años, Travis Lloyd Kevie, logró penetrar un bar que estaba clausurado y empezó a vender alcohol con cierta bonanza hasta que la policía le cayó. Kevie tomó el Club Valencia, que había perdido su licencia de licor, lo abrió y vendiendo su único six pack de cervezas juntó para comprar más. Así se fue hasta que después de tres días Kevie estaba atendiendo a treinta personas. Seguramente un bartender vagabundo es divertido.
Lastimosamente un diario lcoal de California cubrió la histroria de que el Club Valencia había reabierto, lo cual alertó a la policía. Cuando llegaron al bar encontraron a Kevie con una buena cantidad de dinero y una enorme sonrisa.
El dueño del bar no presentó cargos y al parecer Kevie podrá salir rápido de la cárcel; mientras tanto se genera un activismo para encontrar trabajo para este proactivo indígente que probó tener el espíritu entrepreneur para llegar lejos si tan solo el gobierno y los paradigmas sociales se lo permiten.
