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MUBI nació en internet, pero su apuesta siempre ha sido la sala oscura. Todo apunta a que su próximo paso podría ser abrir cines en ciudades como Los Ángeles y la Ciudad de México

En un ecosistema digital donde abundan los estrenos simultáneos y los algoritmos que deciden por nosotros, MUBI ha elegido otra ruta. No mejor ni peor, simplemente distinta. Una que guarda historias lentas, de esas que merecen reposarse entre pausas, que se quedan flotando en el pecho y encuentran refugio en un lugar que resplandece ante la duda. Ahora, todo indica que ese mismo espíritu podría encarnarse en una sala física… en la Ciudad de México.

Aunque no hay anuncios oficiales recientes, en 2021 se filtró información sobre la construcción de un cine de MUBI en la colonia Doctores, en la calle Dr. Erazo. Y hace unos días, el propio CEO y fundador de la plataforma, Efe Cakarel, confirmó en entrevista con Variety que hay planes de abrir salas físicas en ciudades como Los Ángeles y Ciudad de México. ¿Cuándo? ¿Dónde exactamente? No se sabe. Lo único cierto es que el deseo existe, y va en serio.

Pero para entender por qué una plataforma de streaming —que, en teoría, nació para evitarnos salir de casa— quiere abrir cines, hay que ir al origen. MUBI nació frente a una butaca vacía. En 2007, Cakarel esperaba el inicio de In the Mood for Love en un cine de Tokio y, al intentar verla en línea, se dio cuenta de que simplemente no existía una forma legal de hacerlo. Fue ahí donde imaginó una plataforma que no sólo distribuyera cine de autor, sino que lo cuidara.

Así surgió MUBI: con un enfoque más parecido a una galería que a un supermercado digital. Cine de culto, clásicos restaurados, nuevos talentos del mundo independiente. Y un modelo que se ha negado a ceder a la ansiedad del contenido ilimitado. A cambio, ofrece una selección diaria, curada por personas reales.

Lo que comenzó como una idea pequeña —100 mil suscriptores en 2016— ahora reúne a más de 20 millones en 190 países. Pero incluso con ese crecimiento, MUBI no ha perdido su misión: formar públicos, no solo alimentar estadísticas. En palabras de Cakarel, “MUBI no es una empresa de streaming, es una empresa de cine”.

Y parte de esa visión se materializa en propuestas como MUBI GO, que en países como Reino Unido y Alemania ofrece una entrada al cine semanal como parte de la suscripción. La idea no es solo ver películas, sino verlas juntas, en salas oscuras, sin pausa, sin scroll. Como antes, pero con una nueva sensibilidad.

En México, ese espíritu ya ha resonado: durante el estreno de La Sustancia en octubre de 2024, más de 1.6 millones de personas fueron al cine a verla. Un número que desmiente el mito de que el cine de autor es solo para unos pocos.

Y ahora, aunque los detalles concretos son escasos, la posibilidad de que MUBI abra sus propias salas en CDMX vuelve a tomar fuerza. Lo único que queda claro es que su apuesta es firme: en un panorama de saturación, ofrecer una experiencia curada, íntima y compartida es una forma de resistencia cultural.

Mientras tanto, MUBI se prepara para la tercera edición del MUBI Fest, que se celebrará del 4 al 6 de julio en la Ciudad de México, y que busca lo mismo: volver a encontrarnos, esta vez no desde el aislamiento, sino desde la comunión cinematográfica.
Porque a veces, para avanzar, hay que volver al principio.


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