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El cardenal con complejo de impostor, Luis Antonio Tagle, vuelve a figurar como posible papa

En pleno cónclave, mientras los muros del Vaticano resguardan la deliberación más secreta del mundo moderno, un nombre resurge con fuerza en las quinielas papales. Se trata de  Luis Antonio Tagle. Conocido simplemente como “Chito” por quienes le tienen confianza —y no son pocos—, este cardenal filipino encarna la posibilidad de convertirse en el primer papa asiático, algo que nunca ha ocurrido en los dos milenios de historia católica.

Pero lo curioso es que Tagle nunca aspiró siquiera a ser sacerdote, pues en su juventud soñaba con estudiar medicina y vivir una vida ordinaria. Incluso, él mismo ha confesado haber sentido el "síndrome del impostor" al ser nombrado obispo. Y cuando hace años la BBC le preguntó si se veía como papa, su respuesta fue tan honesta como desconcertante: “Ni siquiera puedo gestionar mi vida. ¿Cómo voy a gestionar una comunidad mundial?” Dijo eso mientras ya se le mencionaba como un posible sucesor del papa Benedicto XVI.

Ahora, a sus 67 años, vuelve a figurar en las listas de los “papables”. No sólo por su origen, que representaría un claro viraje hacia los continentes donde el catolicismo crece más rápido —Asia y África—, sino por su cercanía con los fieles y su afinidad con el estilo del papa Francisco. De hecho, muchos lo llaman el “Francisco asiático”.

Su paso por Manila, capital de Filipinas, se recuerda por su hábito de desplazarse en bicicleta, además de su elocuencia en las homilías o su presencia constante en redes sociales. Como arzobispo, se atrevió a criticar la campaña antidrogas del entonces presidente Rodrigo Duterte, al declararNo podemos gobernar la nación matando”.

Pero su imagen no está libre de sombras. Aunque ha hablado abiertamente contra el encubrimiento de los abusos sexuales dentro de la Iglesia –incluso señalando en 2019 la falta de respuesta institucional como una “herida profunda”–, ha sido criticado por su pasividad frente a casos específicos en Filipinas. 

A pesar de ello, Tagle ríe con facilidad, se burla de sí mismo y conecta con las multitudes como pocos altos prelados. En un momento en que la Iglesia busca no solo un líder, sino un símbolo, la figura de Tagle es una paradoja viviente, pues no quiere el cargo, y por eso muchos lo consideran ideal.

Mientras tanto, el humo blanco aún no se asoma por la chimenea de la Capilla Sixtina y en ese tiempo es posible que la decisión tome otro rumbo… o no.


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Imagen de portada: Alessandra Benedetti