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¿Qué hace tan especial al sitio arqueológico maya de Chichen Itzá? ¿Quiénes son Osita, Cachimba y Pinto, y por qué generan tanta atención entre los internautas? ¿Qué importancia colectiva, mitológica y emotiva daban a los perros los antiguos mayas?

Los mayas del período clásico a menudo enterraban a sus muertos junto a animales, casi siempre perros. Por ejemplo, en la hoy ruinosa ciudad maya de Kaminaljuyu, Guatemala, se halló el esqueleto sentado de un hombre, acompañado de ofrendas votivas y de los restos de un perro. Esto parece confirmar la importancia para los mayas antiguos de estos compañeros domesticados, una amistad que debería durar incluso más allá de la muerte.

En el pasado una gran metrópolis y centro ceremonial del sureste de México, el sitio arqueológico de Chichen Itzá, a menos de tres kilómetros de la localidad de Pisté, en el municipio de Tinum, estado de Yucatán, sorprende a visitantes locales y extranjeros, reconocido desde 2007 como una de las nuevas Siete Maravillas del Mundo. Sin embargo, sus historias capaces de trasportar nuestros corazones también pueden ser mucho más sencillas.

Osita, Cachimba y Pinto fueron cachorros sin hogar nacidos cerca de la selva. Encontraron un hogar al lado del custodio de este sitio asombroso, José Antonio Keb Cetina. Las redes sociales los han hecho famosos como los perros guardianes de Chichén Itzá o los canes sagrados de “Kukulcán”, el Quetzalcóatl o la serpiente emplumada maya.

La denominada “Operación Rescate de Perritos de Chichén Itzá” es un esfuerzo llevado a cabo desde julio de 2019, con el apoyo del Patronato CULTUR, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y cuatro asociaciones de defensa animal. Los tres perros han sido vacunados, esterilizados y desparasitados, conviviendo libremente con los visitantes.

Es un esfuerzo para Keb Cetina cuidar de sus amigos caninos, sobre todo por el gasto que esto supone. Sin embargo, se han convertido en su gran apoyo emocional.

En una entrevista para el portal de noticias local “La i Yucatán”, Keb Cetina relató cómo Osita, la más famosa del trio, Cachimba y Pinto, llegaron de diferentes y sorpresivas maneras a la zona arqueológica. Han estado juntos desde el año 2020 que dio inicio a la pandemia de Covid-19. Hoy comparte sus fotografías y videos en redes sociales:

Mi hija me habló una madrugada, y me dijo que un doctor que trabajaba con ella falleció y ella y su compañera tenían Covid. El único consuelo que tuve esa noche fueron los perros. Me vieron llorar y se acercaron los dos y me abrazaron. Dese esa vez le tengo un gran afecto a ellos y trato de cuidarlos lo mejor que yo pueda.

Es curioso como la amistad y la muerte parecen siempre asociadas a los perros, tanto en la cultura maya, como en muchas otras sociedades antiguas. Estos animales aparecen en el libro sagrado de los k'iche', el “Popol Vuh” o el Libro del Consejo, dentro de una narración sobre cómo los mellizos Huhahpu y Xbalanque engañaron a los señores del Xibalba o inframundo para abandonar su cautiverio. Librando los desafíos que les presentaron, adquirieron poder sobre la vida y la muerte, sacrificando y resucitando a un perro.

Los señores de Xibalba quisieron pasar por la misma experiencia que aquel animal, ofreciéndose en sacrificio a Hunahpu y Xbalnque. Los mellizos asesinaron a los señores sin proponerse volverlos a la vida, abandonando la oscuridad, libres de volver al mundo de la superficie. Un mito que da cuenta de la entonces nueva consideración de los mesoamericanos hacia los perros. Pasaron de simples alimentos, a “psicopompos”, guías del almas.

Quizá no es extraño que los perros de hoy como Osita, Cachimba y Pinto sirvan de consuelo a muchos mayas después de la pandemia. Hoy reciben y despiden al sol desde la cima de la pirámide del Castillo, en Chichen Itzá. Aúllan a la muerte y a la vida.

 

Imagen de portada: Osita, Cachimba y Pinto, Diario de Yucatán.