Muere Jean-Luc Godard, genio único que cambió la historia del cine
Arte
Por: Luis Alberto Hara - 09/13/2022
Por: Luis Alberto Hara - 09/13/2022
La muerte del cineasta francosuizo Jean-Luc Godard fue anunciada hoy en Francia. Godard tenía 91 años pero seguía filmando películas de una altísima calidad, aunque cada vez menos taquilleras y más experimentales.
El presidente Macron emitió un comunicado avisando de la muerte de Godard y llamándolo "un tesoro nacional", "el más inconoclasta de los cineastas de la nueva ola francesa". Pero Godard fue mucho más que eso: fue uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos. Un auténtico e irrefrenable artista de la imagen en movimiento y de la poesía a través de la edición, que imprimió su propia mirada y cambió la manera en la que se hacía el cine, aunque el mismo Godard alguna vez dijo que jamás aspiró a superar a los directores clásicos que admiraba, como John Ford u Orson Welles. Y es que, aunque pocos directores vivieron más alejados y fueron más críticos de Hollywood que él, buena parte del cine de Godard, especialmente el que hizo en los años sesnta, es una oda o una adaptación del cine clásico de Hollywood bajo la óptica de las vanguardias y de la crítica cultural.
Godard, hijo de una familia adinerada de la cual se distanció desde su juventud, empezó como crítico de cine en los famosos Cahiers du Cinéma. Pasó un rato en la cárcel y en un sanatorio mental por su hábito de robar. El dinero que robaba, sin embargo, era usado para filmar y apoyar a jóvenes directores. Luego esto sería una metáfora de su estilo: lleno de citas verbales y visuales, "robos" eruditos zurcidos en la trama.
Su primera película, À Bout de Souffle, lo elevó al lugar que siempre le pertenecería como uno de los principales artistas franceses del siglo XX. Con esta cinta inauguraría un estilo de filmar similar a un diario, con imágenes yuxtapuestas, confesiones directas a la cámara y una versión del "stream of consciousness" de la novela que se caracterizaba por momentos de absoluta desolación, melancolía, ternura y sorpresa. Godard es el padre de la discontinuidad y la digresión en el cine, del exabrupto poético-filosófico y la excursión parentética. Su estilo cobraría el sello de un cierto romanticismo noir. Famosamente Godard dijo que "para hacer una película sólo se necesita una chica y un arma". Y en esa fórmula están gran parte de las excursiones filmográficas del primer Godard, que, no obstante, no hacía solo cine negro; hacía cine de arte con la forma externa del cine negro, con el elegante pretexto de detectives solitarios, gánsteres y bellas mujeres con una vida interior distante.
En la primera época de Godard destacan Le Mépris (1963), Une Femme Mariée (1964), Pierrot le Fou (1965), Masculin Féminin (1966) y Alphaville (1965). Todas estas películas son obras maestras que aún hoy resultan enormemente provocadoras y llenas de instantes de gran belleza, aunque chocan con las nuevas audiencias, acostumbradas a imágenes fáciles y predigeridas, tramas convencionales y poca reflexión intelectual. Alphaville es una de las grandes películas de ciencia ficción de la historia, realizada casi sin efectos especiales y sin mucho presupuesto. En Godard las ideas eran más poderosas que cualquier "valor de producción". En esta cinta podemos ver algo de la crítica de Godard a la tecnocracia y a la sociedad de consumo: un mundo en el que la inteligencia artificial ha eliminado del algoritmo de la realidad la poesía y el amor romántico.
A partir de las revueltas políticas de 1968, Godard se radicalizaría y su cine se movería entre la reflexión política y la experimentación formal. Pero no perdería su raíz romántica: la vida es la lucha del individuo ante las fuerzas opresivas de la sociedad, el heroico impulso de autoafirmación creativa en contra del conformismo y la enajenación de la sociedad de masas capitalista. Godard experimentaría con el videoarte y con el cine-ensayo y se iría alejando cada vez más del mainstream, si bien regresaría en ocasiones a hacer largometrajes con algunos de los actores europeos más famosos.
En 1988 Godard empezó su proyecto en siete partes Histoire(s) du Cinéma, el cual completó en 1998. Se trata de una obra monumental de clips de películas clásicas, documentos históricos y material misceláneo sonorizado con música clásica. Y aquí, y en la obra de Godard de las últimas décadas, se difuminan los géneros entre el cine, el videoarte (o videopoema) y el ensayo literario. Godard reflexiona sobre la naturaleza misma de la imagen, sus efectos en la conciencia y la moralidad del cine. Indudablemente la última etapa de Godard merece ser revisitada con mucha mayor atención, pero por supuesto resulta más difícil porque sus películas suelen carecer de una estructura convencional y se mueven por diferentes registros. Asimismo, son más difíciles porque Godard, irrenunciablemente fiel a su propio espíritu crítico, habla de temas políticamente incorrectos, aunque nunca de manera burda y siempre con gran autoridad. Antes de morir este año, Godard había dicho que el Festival de Cannes se había convertido en una farsa, en una institución de lo políticamente correcto, como ya hace muchos años lo era Hollywood. En su momento Godard se negó a viajar a recibir premios tanto a Cannes como a los Óscares.
Tarantino ha dicho que Godard hizo en el cine lo que Bob Dylan en la música. La comparación es interesante, puesto que hay algo del estilo de Dylan en Godard o del estilo de Godard en Dylan, sin que ambos tengan mucho que ver temáticamente.
Con la muerte de Godard el cine pierde a uno de sus últimos grandes artistas. Existen hoy grandes directores, pero pocos son autores en todo el sentido de la palabra, pocos se mueven con igual soltura en el terreno de las ideas que en el de las imágenes. Godard pertenece a un lugar aparte, con los grandes del cine, con Kurosawa, Bergman, Tarkovsky, Truffaut, Bresson, Antonioni, Welles, Hitchcock, Lang, Griffith y otros más.