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Poemas para estar en Pijama: El haikú, las cuatro estaciones y la atmósfera

Arte

Por: Tufillo de poeta - 04/25/2021

Estamos acostumbrados a usar muchas palabras para describir una sola imagen. La belleza del haiku es su capacidad para envolvernos en un ambiente con pocas palabras.

Los primeros indicios de poesía en Japón se encuentran vagamente en el Kojiki (712 D.C.), libro que recoge gran parte de la mitología fundacional de ese país. Si bien, su fin no es poético, existen muchos pasajes que dejan entrever una sobria y templada descripción de lo natural. Esto no es extraño, ya que el Sintoísmo es la religión dominante. Dentro de sus características está endiosar la naturaleza, segmentar lugares sagrados dentro de los bosques y su manifestación cultural se construye desde una apropiación física, producto de las interpretaciones de los creyentes. 

Sin embargo, la primera antología poética como tal llegaría tiempo después con el Man'yoshu, que contiene más de cuatro mil poemas, principalmente en dos formatos: Choka y Tanka (largos y cortos, respectivamente). El Tanka, que nos interesa en esta ocasión, suele tener dos imágenes poéticas: la primera, pertenece a la naturaleza. La segunda es un complemento meditativo o filosófico, que deviene de la primera. 

El haiku generalmente elimina una de las imágenes del Tanka y prefiere quedarse con la de la naturaleza. No existe forma poética más breve en todo el mundo y al igual que el Tanka, mantiene una forma métrica de sílabas 5-7-5, por lo complejo de escribir rima en japonés, ya que la mayoría de las palabras terminan en vocal. Otras de las normas regulares del haiku clásico son: 

-    El tiempo narrado es presente
-    Una imagen u objeto a desarrollar
-    Contiene generalmente una referencia a una estación del año.

Esta última regla en nuestra visión occidental podría parecer forzosa, pero tiene un peso importante para quien lo lee. Es más, en el famoso “Libro de la Almohada”, de Sei Shonagon (escritora japonesa del siglo X), existe una serie de descripciones de cosas odiosas, situaciones cotidianas que son molestas y dentro de ellas está la siguiente: “Es odioso escuchar un poema fuera de estación”. Es cierto que Shonagon tiene talento para el odio, pero esta imagen que nos regala es un gran retrato de cómo la armonía natural o estacional debe ir acompañada de los versos precisos, y de cómo un poema fuera de estación puede ser casi tan incómodo como estar con un abrigo en pleno verano. 

Aquí algunas selecciones. ¡Cuidado con equivocarte de estación!

Otoño:

Nísperos silvestres,
La madre come
La parte amarga. 

                       Kobayashi Issa

 

Todo mi cuerpo,
en este otoño se siente
crepúsculo en la lluvia.

                    
                     Kikusha-Ni

Invierno:

De gotas de lluvia,
El ruido también 
Envejece.

 
                   Tanoda Santoka

Vestido de escarcha
cubierto de viento
un niño abandonado.

    
                            Bashoo

Primavera:

Pronto se va la primavera,
lloran los pájaros y hay lágrimas
en los ojos de los peces.

                            Bashoo

Lluvia de mayo,
es hoja de papel
el mundo entero.

                         Nashiyama soin

Verano:


Bajo la lluvia de verano,
El sendero
Desapareció.

             
              Buson

 


Ya congregadas
ya dispersas,
rivera de luciérnagas.
 

                        Soseki 


Dejando atrás las consideraciones formales, existe la problemática de cómo juzgar la calidad de un haikú. Debido a lo compacto de su forma, el dilema crítico se vuelve complejo. Para escribir un buen haikú, un haijin (quien los escribe) debe dejar de ser consciente de sí mismo para observar el objeto o imagen a representar con mayor claridad, permitiendo que se manifieste casi por sí misma en el poema. Como decía Bashoo: “Respecto al pino, aprende del pino. Respecto a la caña, aprende de la caña”. Esta idea es reveladora para aprehender el estilo de decir las cosas sin explicitarlas. El haikú tiene atmósfera: existen muchas cosas que no se ven o no se dicen, pero relatan gran parte de la idea. Un ejemplo:

¡Cuco, cuco!
Toda la noche
Y al final ¡La aurora!

                       Fukuda Chiyo-ni

Aquí existe una sensación de desvelo y se nos insinúa la historia de Fukuda, quien ha estado toda la noche observando algo, escuchando a las aves (cucos) cantar. La noche pasa y es casi la propia aurora la que se imprime en el poema, terminando así con el trance de Fukuda, quien sirve como una suerte de médium para la descripción del fenómeno. Otro ejemplo de Chiyo-ni:


La hojarasca y la fronda
igualadas en rango:
cae nieve en pétalos

                    Fukuda Chiyo-ni

 

Aquí la anulación del sujeto observante es menos evidente, porque se da mediante la distorción de los fenómenos, ¿Quién iguala en rango la hojarasca y la fronda? ¿Para quién cae la nieve en pétalos? Sin duda, para quien mira. Pero para lograr esta confusión se necesita tiempo y un esfuerzo corporal, similar al de pasar la noche en vela. Es un viaje, un desgaste, un cuerpo que no se dice, pero se vuelve parte de la atmósfera del lugar. 


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Imagen de portada: Utagawa Hiroshige​, Cuckoo and Pine, 1840 / Public Domain Review