Bosques de macroalgas: el fascinante ecosistema submarino que podría sanar los océanos
Ecosistemas
Por: José Robles - 04/19/2021
Por: José Robles - 04/19/2021
Para nadie es un secreto que, en nuestra época, los efectos de la actividad humana sobre el estado general del planeta y la vida que lo habita son devastadores. En buena medida como consecuencia de los hábitos y prácticas derivados del modo de producción capitalista, los cuales tienen una antigüedad que se cuenta en siglos, el equilibrio natural del planeta se encuentra gravemente afectado, a niveles que han cobrado ya la supervivencia de varias especies de seres vivos y amenazan la de muchos otros.
En ese contexto, después de devastar grandes áreas de terreno en el planeta con actividades como la agricultura intensiva o la explotación petrolífera y minera, parece que ahora los océanos son el siguiente gran componente del planeta en donde la vida peligra seriamente.
Factores como la contaminación marina, la pesca indiscriminada y los microplásticos se encuentran entre los más nocivos para la preservación biológica en los mares del mundo. Pero, según las investigaciones científicas al respecto, ninguno tan amenazador como el incremento de temperatura provocado por el aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera de la Tierra (producidos a su vez por la actividad humana).
En una suerte de efecto dominó, además de que el calentamiento de las aguas aunque sea en uno o dos grados centígrados altera radicalmente las condiciones en que se desarrolla la vida marina, dicho fenómeno provoca también un incremento constante en la acidez de los océanos. Esto debido a que cuando el exceso de dióxido de carbono (CO2) presente en la atmósfera es absorbido por el agua (H2O), ocurre una reacción química que reduce tres elementos del agua de mar: su pH, la concentración de iones de carbonato y los estados de saturación de los minerales de carbonato cálcico. Estos últimos son fundamentales para buena parte de los seres vivos que pueblan el mar, porque son los elementos con los que se forman los esqueletos y conchas de muchísimos organismos marinos.
Como vemos, la acidificación de los océanos es un fenómeno sumamente preocupante, con importantes consecuencias sobre varios otros aspectos del desarrollo de la vida en la Tierra.
Con todo, un estudio reciente sugiere una esperanza de rescate que, curiosa pero previsiblemente, proviene de la naturaleza misma.
De acuerdo con una investigación realizada por científicos del Laboratorio Bigelow de Ciencias Marinas (situado en Maine, Estados Unidos) y publicada en la revista especializada Global Change Biology, la acidificación del océano podría revertirse con la presencia de bosques de macroalgas, un ecosistema ampliamente conocido en la biología marina y cuyo efecto sobre dicho fenómeno no era conocido hasta ahora.
Los bosques de macroalgas son considerados ecosistemas conformados sobre todo por tres especies de algas –algas pardas (Phylum Heterokontophyta) en su mayor parte y, en menor proporción, algas rojas (Phylum Rhodophyta) y verdes (división Chlorophyta)–, sargazo gigante (también conocido como kelp, Macrocystis pyrifera) y otras especies de sargazos (Sargassum sp.). Se consideran “bosques” porque en cierta forma reproducen la estructura de los que se encuentran en tierra, pues pueden extenderse incluso por varias hectáreas a lo largo de una costa (hasta cerca de doscientos metros de profundidad) y en altura pueden alcanzar los treinta metros.
El estudio se llevó a cabo con datos recabados durante seis años continuos en una región costera de California con una extensión de aproximadamente 965 kilómetros, en donde se encuentra una importante presencia de bosque de macroalgas.
De acuerdo con los análisis realizados, la actividad de los bosques de macroalgas tiene como efecto aumentar el pH de las aguas marinas en poco más de 0.1 unidades, lo cual equivale a una reducción del 30% de la acidez.
De acuerdo Aurora Ricart, la autora principal del artículo donde se publicaron los resultados de la investigación, este descubrimiento es excitante, pues si bien requiere de una cierta profundización, de momento alienta la esperanza de haber encontrado un recurso que funcione frente a las consecuencias que la crisis climática actual tiene en el océano.
El artículo en cuestión puede consultarse en este enlace (en inglés).
Imagen de portada: Shane Stagner / Unsplash