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Poemas para estar en Pijama: Manual para escapar de una mala cita

Arte

Por: Tufillo de poeta - 10/04/2020

Como cada domingo, Tufillo de Poeta colabora en Pijama Surf con una columna; en esta ocasión, una breve viñeta sobre el amor, el (des)encuentro y la compañía poética que se puede encontrar en ello

Le dijiste que sí. Que el sábado en la noche. Horario prime time, para que sepa de una vez que te interesa, que para vos es importante, pero le decís que después de las ocho porque vas a comer primero con una amiga, no vaya a creer que no tenés otros planes, una vida, yo qué sé, algo; cualquier cosa por hacer en las horas casi siempre muertas de los sábados en la tarde. 

Le dijiste que sí y, cuando lo hiciste, tiraste al aire la moneda. No te gustan los juegos de azar pero no tenés opción porque el amor es así: una apuesta. Y sólo tenés chance de ganar si te atrevés a jugar el juego. Podrías encontrar el amor de tu vida en un vuelo de bajo costo de la ciudad Y a la ciudad Z, cederle el puesto de la ventanilla como gesto de cortesía y luego hacer un comentario en voz alta sobre la turbulencia que acaba de sacudir el avión. O podría ser que ya conociste al amor de tu vida pero no te diste cuenta porque accidentalmente se bajó una parada antes que vos y no caminaron juntos, hombro a hombro, como debió ser, sino que siguió cada uno con su ruta, encandilados por la vida moderna que no da espera, apabullados de notificaciones y respuestas a la última historia de Instagram, ajenos al amor que el destino quiso presentarles en el escenario cotidiano, pero no por eso menos bello, de una parada de autobús.

Eso lo pensás mientras te acicalás el sábado por la tarde, con un poco de nervios, despacio, haciéndote esperar, como te enseñaron que se hacen esperar las mejores cosas. Y al vestirte te ponés tu mejor cara y un poco de colonia cerca de las orejas, que es donde primero va a oler cuando te salude de beso —en el mundo hipotético sin pandemia que nos imaginamos en esta columna—, y finalmente salís de tu casa con la moneda aún en el aire, expectante, la apuesta ya hecha, y al cerrar la puerta con doble tranca pensás que si la cita es un desastre, siempre será posible escapar del restaurante mientras recitás estos versos de León de Greiff, con tu balbuceante español antiguo y la esperanza de que el espíritu más huraño de Medellín te libre no sólo de esta sino también de las citas futuras, hasta que te llegue, por fin, el sosiego de una vejez sin amor:

Yo deseo estar solo. Non curo de compaña.
Quiero catar silencio. Non me peta mormurio
ninguno a la mi vera. Si la voz soterraña
de la canción adviene, que advenga con sordina:
si es la canción ruidosa, con mi mudez la injurio;
si trae mucha música, que en el Hades se taña
o en cualquiera región al negro Hades vecina...
Ruido: ¡Callad! ¡Pregón de aciago augurio!
Yo deseo estar solo. Non curo de compaña.
Quiero catar silencio, mi sola golosina.

Como yo soy el Solitario,
como yo soy el Taciturno,
dejadme solo.

Como yo soy el Hosco, el Arbitrario,
como soy el Lucífugo, el Nocturno,
dejadme solo.

Mi sandalia (o mi abarca o mi coturno)
no los piséis, tumulto tumultuario,
dejadme solo.

Judeo, quechua, orangutánida, ario,
—como soy de la estirpe de Saturno—
dejadme solo.

Decanto en mi rincón mínimo canto,
silencioso; alquimista soy señero,
juglar oculto, absconto fabulante.
Dejadme solo.

Buen catador (soto mísero manto)
Buen tañedor (sin Amati o Guarniero)
Alto cantor (aunque bajo cantante)
Dejadme solo.


Si quieres escuchar más sobre protesta y poesía, no te pierdas "Poemas para escapar de una mala cita", el capítulo más reciente del podcast de Tufillo de Poeta

 

Encuentra aquí la columna anterior de Tufillo de poeta en Pijama Surf: Poemas para estar en Pijama: Lo que nos dice la poesía ante la depresión y la impotencia

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Imagen de portada: Marc Chagall, El paseo (1918, óleo sobre tela (detalle))