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Vox Populi, Vox Dei: Eddie Van Halen: la música como una expresión gozosa

Arte

Por: Javier Chávez - 10/07/2020

Una entrega especial de 'Vox Populi, Vox Dei' con motivo del fallecimiento de Eddie Van Halen, el pasado 6 de octubre de 2020

Soltemos la pretensión.

Existen personas que cuando las ves haciendo su labor, de inmediato sabes que nacieron para eso. No hay más. Claro que sin disciplina, práctica y persistencia esto simplemente no podría ocurrir, pero cuando todo esto es puesto en las habilidades que le son dadas a cada persona, surgen cosas increíbles. Debo decir que esto no está limitado a la música o al arte, sino más bien se trata de una correspondencia con nuestra naturaleza más pura: corresponder al llamado que la vida nos hace personalmente.

Eddie Van Halen fue una persona que sin duda nació para tocar la guitarra. Cuando lo escuchas tocar, eso queda completamente claro. En su manera de tocar hay un discurso tan puro y natural que no hace más que reflejar alegría, gozo y libertad, lo cual me hace pensar: ¿no es esto de lo que trata el arte, en su sentido más puro y, aún más, la vida misma?

¿Por qué digo que se escucha de esta manera? ¿Y por qué parece su habilidad ser algo nato? Considero que aquí lo importante no es dirigir nuestra atención hacia su habilidad evidente, sino hacia que él hace parecer esta habilidad algo natural. Él no toca de esta manera porque estuviera obsesionado con la habilidad sino, sencillamente, porque así fue como le pareció la manera más natural de expresarse. Tiene que ver más con esto que todo artista está obligado a hacer: seguir su intuición, el instinto creativo, la verdad personal (que en cada persona es diferente).

Encontrar la voz propia, esto es, el “estilo”, en el arte o en la música, es algo “complicado”. Hay músicos que pasan toda su vida buscándolo y nunca lo logran. Considero que lograr esto radica, antes que nada, en la total y completa honestidad que cada uno se debe a sí mismo. Cualquier persona que esté obsesionada en copiar el discurso de otro, a lo más que puede aspirar es a ser un gran imitador; no hace más que terminar hablando con palabras ajenas, dando un discurso que le es ajeno y que termina por percibirse impersonal. Qué diferente sería el mundo si todos fuésemos capaces de tener la sensibilidad suficiente para encontrar nuestra propia voz, nuestros medios y el coraje para mantenernos fieles a un discurso propio, en el sentido más honesto de la palabra.

Cuando existe gente que es fiel a su intuición (a la verdad que le es presentada personalmente), el progreso por fin puede tomar lugar en la humanidad. Se logran aportes tan grandes que hacen evidente el hecho de que si dichas personas no hubieran existido, o si no hubieran correspondido a ese llamado personal, el curso de la historia sería totalmente otro.

La verdad debe ser descubierta primero de manera personal, porque claro que “la rebanada” que nos da a cada uno siempre es diferente. El deber de cada persona está en saber escuchar sensiblemente, para luego poner esa verdad a disposición de los demás. Ese es en gran parte el sentido de la existencia misma. Es una declaración grande, pero si Eddie Van Halen no hubiera tocado la guitarra fielmente, la música no sería lo que es; su obra forma parte, directa o indirectamente, de mucho de lo que hemos escuchado y escucharemos.

La manera en que Eddie toca su instrumento no tiene igual. Al menos en aquellos días, antes de él lo más “salvaje” que existía en la guitarra eran quizá Jimi Hendrix o Chuck Berry, pero a fin de cuentas eran estilos todavía muy apegados a lo que tradicionalmente se acostumbraba en el blues (lo cual no está para nada mal). Tan es así, que sin un Jimi Hendrix no existiría un Eddie Van Halen. A propósito, en una entrevista de 1985, a la pregunta "¿Cómo aprendiste a tocar tan rápido? ¿Te encerraste en un cuarto…?", el guitarrista responde: “No toco rápido, de hecho, son puros espejos… Hace unos años vi a alguien tocar así”, y entonces hace una imitación de Jimi Hendrix

"No toco rápido, de hecho, son puros espejos… Hace unos años vi a alguien tocar así" (minuto 5:37)

 

Y es que así es como se encuentra la voz a través de la cual el artista comunicará su mensaje: tomando una pequeña expresión de sus influencias y llevándola a un nuevo lugar, a una nueva visión. Así se ha construido el arte a lo largo de la historia. Cada artista sirve a su sucesor como un peldaño que le ayuda a construirse a sí mismo y a su vez al arte en sí. Eddie Van Halen sirvió a otros, y estos otros a otros. Es algo natural, pero claro que es importante respetar la brecha entre cada cual, encontrar elementos e incorporarlos como parte de la influencia, e imitar; nada bueno puede salir de la imitación. 

Lamentablemente muchos guitarristas copiaron su técnica y, mecánicamente, intentaron imitar su manera de tocar, malentendiendo que tocar la guitarra era puro espectáculo apabullante, o como si de pura velocidad se tratara. ¡Tontos! La música se trata de gozo, de alegría, es una expresión pura del alma y debe ser honesta y fiel primero para con uno mismo. Tan es así que cuando ves tocar a Eddie Van Halen esto está presente: hay honestidad, no hay miedo, hay seguridad en su voz y en su discurso, se escucha, e incluso se ve reflejado en la expresión de su rostro. ¿Y qué decir de su sonido? Era un artista comprometido con su labor, comprometido con el progreso de la música, y con el papel que debía tomar en ello. 

No pienso que debamos romantizar la muerte, es una parte natural de la vida. La carne fallece, el cuerpo queda inerte, lo que en verdad trasciende es lo que se hizo con la vida, y cuando esta fue honesta y fiel a su misión, se da como un regalo hacia el mundo y la humanidad. La lección de vida que nos da este guitarrista trasciende los prejuicios que se tienen respecto al rock o a los mismos guitarristas. Este artículo trata más de evaluar con sensibilidad el trabajo y la labor de una vida humana. Vida que se trató de entrega, honestidad y compromiso: algo que puede, y ciertamente debe, ser entendido en lo que cada uno de nosotros hace. 

 

Twitter del autor: @JavienLaNube


 

Encuentra en este enlace la entrega anterior de esta columna: Juan Son, la voz de la inocencia

 

Imagen de portada: Anirudh Koul, CC BY 2.0 (Wikimedia Commons)