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Borges entrevistado por Vargas Llosa: el tedio de la política y la vulgaridad del lujo

Arte

Por: Jimena O. - 06/30/2020

Una memorable entrevista que no había sido publicada hasta ahora

La editorial Alfaguara publica un nuevo libro, Medio siglo con Borges, cuyo autor es el peruano Mario Vargas Llosa, y cuyo principal atractivo es una larga entrevista que Vargas Llosa le hizo a Borges en su quinta de Buenos Aires en 1981. El País publica un adelanto de esta fascinante pieza, en la que Vargas Llosa entra a la intimidad de Borges. 

Leemos que lo que más le impresiona a Vargas Llosa de Borges es su modestia, el hecho de que no vive envuelto en lujo. Algo que, suponemos, el escritor peruano podía esperar de un escritor de gran fama mundial como la era Borges ya en 1981, cinco años antes de su muerte. Acaso vemos aquí un reflejo de la personalidad de Vargas Llosa, quien ciertamente no se ha mostrado poco afecto a la búsqueda de fama, reconocimiento, poder y riqueza. Tenemos sin duda dos personalidades distintas, uno es el hombre de letras quintaesencial, quien entendió que la divinidad o el azar le habían dado dos cosas: la noche y las letras. El hombre tímido, no demasiado social, pero lleno de encantadoras historias de la mente, el gabinete de maravillas literarias en persona. El otro, un escritor con gran talento y enorme confianza en sí mismo, lleno de ambición, extrovertido y por momentos una especie de playboy. Indudablemente son dos grandes escritores, aunque Borges es obviamente muy superior, y lo es también como persona, no sólo como escritor.

Le impresiona también al Nobel (Vargas Llosa lo ganó en 2010, Borges nunca) que Borges no tiene libros suyos en sus libreros. El argentino cree que sería casi una impiedad "nombrarme junto a Schopenhauer". Tampoco tiene Borges libros sobre él mismo, y sostiene que no los lee. No parece afecto al culto a la personalidad.

Hay en la entrevista una leve tensión, pues Vargas Llosa le pregunta a Borges por las novelas y los novelistas, un género que Borges no consideraba de la misma calidad que el ensayo y el cuento y que por supuesto es el género de Vargas Llosa y del "boom" latinoamericano. Borges escribió: "Desvarío empobrecedor el de querer escribir novelas, el de querer explayar en quinientas páginas algo que se puede formular en una sola frase". Encarado con esta frase, Borges sostiene, esquivo o humilde: "Sí, pero es un error, un error inventado por mí. La haraganería, ¿no? O la incompetencia". Añade que él ha leído pocas novelas y encuentra pocas excepciones, es decir, pocos novelistas que le gustan, como Conrad.

Luego los escritores hablan sobre el nacionalismo, un tema sobre el cual Borges sentía especial aversión. "Uno de los grandes males de nuestra época". (Y de la nuestra). "Sí, y además quiero decirle que es un mal que corresponde a las derechas y a las izquierdas". Y explica: "Eso es un error, porque si uno quiere una cosa contra otra es que no la quiere realmente. Por ejemplo, si yo quiero Inglaterra contra Francia es un error, tengo que querer ambos países, dentro de mis posibilidades".

El argentino, un poco obligado por el político peruano, confiesa una suerte de postura política:

Yo soy un viejo anarquista spenceriano y creo que el Estado es un mal, pero por el momento es un mal necesario. Si yo fuera dictador renunciaría a mi cargo y volvería a mi modestísima literatura, porque no tengo ninguna solución que ofrecer. Yo soy una persona desconcertada, descorazonada, como todos mis paisanos.

Pero de alguna manera nos quedamos con su frase genial, propia de ese gran solitario de los mundos de la mente, la política "Es una de las formas del tedio".

Vargas Llosa más tarde lo encara con una frase que parecería definitiva en la vida de Borges, "Muchas cosas he leído y pocas he vivido", una frase que califica de "bonita", pero "nostálgica". Magistralmente, Borges clarifica: "Yo escribí eso cuando tenía treinta años y no me daba cuenta de que leer es una forma de vivir también". Lo leído también es experiencia, pero, además, "lo importante no son las experiencias, sino lo que uno hace con ellas". Quizá el momento más genial de la  entrevista es este:

MVL: Supongo que eso le ha dado un gran desprendimiento por las cosas materiales. Uno lo descubre al llegar a su casa. Vive usted prácticamente como un monje, su casa es de una enorme austeridad, su dormitorio parece la celda de un trapense, realmente es de una sobriedad extraordinaria.

JLB: El lujo me parece una vulgaridad.

Una frase de enorme elegancia y agudeza, digna de Oscar Wilde, pero que, a diferencia del manierismo, encierra una gran sabiduría, especialmente en el caso de un escritor y de una persona que se dedica al arte y al conocimiento. Borges explica que el dinero sólo le ha significado "La posibilidad de libros y de viajes y de desarrollarlos". Toda otra posesión material es una distracción. Borges no hizo filosofía, aunque dejó algunas reflexiones sobre metafísica, el eterno retorno y la existencia del tiempo. Sin embargo, leyó a Schopenhauer a Spinoza y en sus últimos años se acercó al budismo. En su agnosticismo y en su capacidad de asombro, más allá de su erudición, Borges tejió también una ética. Y a fin de cuentas su vida libresca también fue la vida de alguien de quien no sólo se aprende de literatura, se aprende a vivir.

 

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