¿Qué es ser mujer? Esta pregunta se ha repetido en diferentes épocas y contextos, por eso es posible contestarla desde diferentes perspectivas. Actualmente la cuestión resuena con mucha fuerza, pues con el auge del movimiento feminista se ha vuelto necesario responderla.
El feminismo no es sólo uno: feminismos hay varios. Pero, ¿en el pensamiento feminista quién está en el centro? ¿Es ese feminismo mainstream que se socializa a través de citas descontextualizadas o los ‘Me gusta’ en redes sociales? ¿El que se muestra en los medios? Una de las condiciones del saber, actualmente, es la de darse descontextualizado. Por ejemplo, extraer citas de ciertas publicaciones y acomodarlas en los argumentos en boga. O extraer citas que nos incomodan para ‘cancelar’ al autor o autora responsable.
Ni el movimiento ni el pensamiento feminista son homogéneos. Cada vertiente, cada propuesta es una expresión de contextos y situaciones particulares. Y son las propuestas que se establecen al margen del feminismo más institucionalizado las que tienen la posibilidad de hacer distinto, de pensar, de ser críticas con ellas mismas, más allá de posicionarse en un lugar que dicta qué se debe hacer, qué es ser mujer, cómo se debe serlo, etcétera.
Como dice la filósofa catalana Marina Garcés, las identidades que se pretenden dominantes no soportan que no haya centro ni punto de partida. Retomo su pregunta en torno a la representación mayoritaria: ¿Quién quiere ser modelo para los demás? Y más allá de adscribirnos automáticamente a una identidad fija, cabe cuestionarnos sobre la competencia entre discursos y normas que desean ser el centro a través del cual pase el filtro de lo que es o no correcto. O en este caso, de lo que es o no ser mujer.
El ejemplo más radical de ello es aquel feminismo que afirma que una mujer transexual no es mujer. El problema en sí no es la afirmación, sino que es la afirmación por ella misma la que no permite el diálogo.
Cada feminismo responde a las necesidades de ciertas mujeres por reivindicar su lugar, por hacer un esfuerzo de reinventar o eliminar las prácticas que han sido perjudiciales y por visibilizar las violencias a las que han sido sometidas.
Algunos de ellos son los siguientes.
Esta corriente se caracteriza por tener como punto de partida la concepción occidental del individuo, de manera que son las mujeres las que tienen que desarrollar la capacidad de buscar y mantener la igualdad a través de sus propias acciones. La prioridad es reconocer la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres en el plano legal y político. En general, este es el feminismo más difundido. Forma parte del feminismo institucionalizado. Es una de las posturas más criticadas, ya que no toma en cuenta las estructuras fundamentalmente machistas que ponen en desventaja a las mujeres.
Autoras destacadas: Martha Nussbaum, Naomi Wolf, Gloria Steinem
El argumento principal de esta corriente sostiene que la raíz de la desigualdad social se encuentra en el patriarcado, por lo que el feminismo radical propone eliminar el patriarcado para abolir las relaciones de opresión de hombres a mujeres en las esferas que se consideran más privadas. Ejemplo de esto son las relaciones de poder que se dan dentro de la vida en la casa (como la distribución de tareas domésticas y el cuidado de los hijos, e incluso en las relaciones sexuales), todas dominadas por los hombres.
Autoras destacadas: Kate Millet, Sulamith Firestone, Carol Hanisch
Esta corriente defiende la abolición del capitalismo y la instauración del socialismo. De esta manera, el socialismo sería el sistema de producción que permitiría la liberación de las mujeres, pues son las relaciones que resultan del sistema de reproducción capitalista las que oprimen a las mujeres.
Autoras destacadas: Alexandra Kollontai, Lidia Falcón, Juliet Mitchell
La experiencia de ser una mujer negra no puede entenderse de manera independiente; es decir, ser mujer está atravesado por la experiencia de ser negra en contextos de sexismo y racismo. A la manera en la que estas categorías se relacionan se le conoce como interseccionalidad.
Autoras destacadas: bell hooks, Angela Davis, Kimberlé Crenshaw
Este feminismo es una respuesta al feminismo que se centraba sólo en las experiencias de las mujeres occidentales. La principal crítica a la corriente del feminismo más difundido es que pretende universalizar experiencias, demandas y explicaciones, sin tomar en cuenta las particularidades de las mujeres no blancas y occidentales.
Autoras destacadas: Aída Hernández, Oyèrónkẹ Oyěwùmí, Gayatri Chakravorty Spivak, Chandra Talpade Mohanty
Esta corriente lucha por la reivindicación del lugar de las mujeres en el islam. Una de las luchas más relevantes es destacar la igualdad en las enseñanzas del Corán. Es decir, que la igualdad es para todos los musulmanes, sin importar el sexo ni el género. El feminismo islámico aboga por el derecho de las mujeres para interpretar al Corán.
Autoras destacadas: Fátima Mernissi, Amina Wadud, Rifat Hassan
Los anteriores son sólo algunos ejemplos de las corrientes más destacadas dentro del pensamiento y movimiento feminista. Es importante resaltar que hay muchas más, y que cada una de estas corrientes tiene debates internos que nutren cada postura.
La intención de mostrar parte del panorama de los feminismos no es avivar la polémica ni atacar ninguna postura sino expresar una preocupación, pues los ataques y descalificaciones que hay entre las diferentes posturas son cada vez más comunes. Es entre estas posturas en donde se debería fomentar el diálogo, es en estos espacios en donde cabe la crítica. La crítica es indispensable; es ahí en donde se hace el trabajo de buscar criterios con los que aprendemos a discriminar lo interesante, lo importante, lo que es posible descartar, y a partir de esto actuar en consecuencia.
El diálogo y la crítica son prácticas que nos empujan a interrogarnos y a sumergirnos en lo que no sabemos. Para ejercer la crítica el rigor es necesario, de no ser así cualquier discurso se convierte en estéril, retórico y vacío. Cualquier postura que no se preste al diálogo es una que lo único que busca es complacerse a sí misma y reafirmarse sólo a través de sus propios referentes y posiciones.
Cualquier corriente de pensamiento o postura política es una encarnada, y de lo que se trata es de que el pensamiento transforme la vida y la vida transforme al pensamiento. Eso es imposible de lograr si lo único que buscamos es ser autorreferenciales y le negamos a la diferencia la posibilidad de dialogar con nosotros.
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