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En esta edición especial de DECÁLOGO en dos partes, exploramos algunas de las cintas de Martin Scorsese

El estreno de El irlandés ha causado gran expectación tanto en el público como en la crítica. No es para menos, un proyecto gestado hace más de 1 década y que incluye leyendas como Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel, por sí mismo resultaría suficiente para capturar la atención de la industria, pero si a eso le sumamos la dirección del maestro Martin Scorsese, entonces el acontecimiento se vuelve un hito, y el hito en un asunto imprescindible para los amantes del cine. Robert De Niro y Al Pacino, junto a Gene Hackman, Dustin Hoffman y Jack Nicholson representan lo más granado del firmamento actoral hollywoodense de los últimos 50 años.

Pacino y De Niro han plasmado su talento en clásicos como El padrino, El padrino II, Serpico, Tarde de Perros, Taxi Driver, Justicia para todos, El cazador, Toro salvaje, Cara cortada, Buenos muchachos, Perfume de mujer, entre otros títulos, grabados con sendas letras en la memoria fílmica, y aunque participaron juntos en proyectos más recientes, fue sin duda Fuego contra fuego, de Michael Mann, la que significó el apoteósico instante de epifanía que la audiencia había esperado por décadas, al menos, por verles juntos en la escena final.

El irlandés representa la oportunidad de admirar de nueva cuenta y en un mismo plató, a estos consumados titanes de la actuación, más aún con la invaluable dirección del maestro Scorsese, combo que aunado a la gesta tecnológica del rejuvenecimiento digital que la industria pone al servicio del arte, logra que el relato pueda administrarse en el tiempo; experimentar con los avances que la digitalización y el CGI conllevan, brinda un ingrediente a la ya monumental proeza, una innovación al servicio de la película, que apuntala la narrativa desde la imagen. El resultado, una épica que evoca pasajes yuxtapuestos en favor de la trama, interpretaciones prodigiosas que despliegan sucesos con la franca descripción que caracteriza a las primeras películas del director.

En El irlandés, Scorsese expone mediante la memoria, los recuerdos y la evocación, pecados sin castigo y castigo del pecado, se suscitan al corolario de sus personajes históricos, anecdóticos y ficticios, extraordinaria cinta que brinda un sello de heredad a sus realizadores, no por edad ni tiempo, sino por la calidad fílmica de la obra. Al ver en cine El irlandés, me convencí aún más de que la experiencia vivencial que representa observar una película en la gran pantalla resulta única, y que a pesar de sus tres horas y media de duración, la sensación del tiempo resulta completamente relativa, cercana a lo que aún pudimos experimentar a finales de los años 90 con las últimas proyecciones con intermedio, o en este siglo con cintas llenas de efectos visuales al servicio de la emotividad y el entretenimiento, como la saga de El señor de los anillos de Peter Jackson. En El irlandés los efectos se admiran desde sus actores, y el experimento a prueba es un rotundo éxito; en unos días se estrenará en su plataforma digital, e igualmente valdrá la pena volver a verla, quizá ahora con mayor detenimiento y detalle, altamente recomendable para quienes admiran a De Niro, Pacino, Pesci o a su director, el maestro Martin Scorsese.

En esta edición especial de DECÁLOGO en dos partes, exploramos algunas de las cintas de Martin Scorsese, agrupadas ya sea por la temática, la intencionalidad o el gusto, como siempre en nuestra columna, el orden corresponde más al apego que a la calidad o recepción de la obra, dejando fastos abiertos para la interpretación y la ponderación de las cintas.

 

10. PANDILLAS DE NUEVA YORK (Gangs of New York) 2002 y LA EDAD DE LA INOCENCIA (The Age of Innocence) 1993

En este segmento aparecen dos de las películas de época que junto a Kundun y La última tentación de Cristo, configuran el variopinto escenario ambiental e histórico del canon Scorsese. Estrenadas en el lapso de 1 década, ambas películas poseen la cualidad de contar con un inmenso talento histriónico, encabezado por el enorme Daniel Day-Lewis, quien en ambas entregas ofrece desde su arte y perenne profesionalismo, la actuación de método que se amolda de manera idónea en ambas producciones.

Una combinación de talento y el ambicioso despliegue de producción cinematográfica, hacen de Pandillas de Nueva York una de las más coreografiadas, afanosas y violentas cintas corales de Martin Scorsese. Situada en la construcción propia de la urbe hacia mediados del siglo XIX, la película enfrasca el bien y el mal de las calles, la ventura y la desventura de las bandas, y los recovecos de la supervivencia a través de sus personajes.

Leonardo DiCaprio coprotagoniza junto a Cameron Díaz el ágora de la Guerra de Secesión enmarcado por las migraciones irlandesas que darían un matiz de identidad a gran parte de la población neoyorkina. El reclutamiento de las bandas que se forman como consecuencia de las diferencias económicas derivadas de una ciudad en desarrollo, los temores a la emancipación por coerción de sus integrantes, la fatalidad como destino de las vías y del puerto mismo, es la palestra que atestigua la construcción de una ciudad y sus devenires, transición que décadas después pudiéramos encontrar descritas en la obra cumbre de García Lorca Poeta de Nueva York. Majestuosamente interpretado por Lewis, Bill -The Butcher Cutting- encabeza la lucha entre los -Nativos-, migrantes instalados en la ciudad, y los -Conejos Muertos-, migrantes llegados de Holanda principalmente. Asumiéndose como un villano descomunal, Lewis hace de este papel una pieza superlativa de la carnicería que sobresale entre el odio, la ira y la discriminación entre quienes han sufrido las mismas consignas. Nominaciones a Mejor Película y Mejor Actor para el propio Day-Lewis, fueron algunos de los reconocimientos para esta cinta que marcó el fin de la colaboración de Scorsese con el actor británico irlandés, y el inicio de su complicidad creativa con DiCaprio.

Primera colaboración del mítico director con Day-Lewis, La edad de la inocencia supone el regreso del histrión a los papeles de época que le embonan a la perfección y en los que se siente un testimonio vivo, como en las cintas ubicadas en Irlanda, un vestigio de las películas históricas donde su investigación actoral roza la perfección. A diferencia de la elocuente Pandillas de Nueva York que explora los sectores más vulnerables de la gran ciudad, La edad de la inocencia se sitúa pocos años después, justo al último tercio del siglo XIX, y lo hace desde la perspectiva de la aristocracia y las clases pudientes, en un elenco que incluye a Winona Ryder y a Michelle Pfeiffer.

La ética, la conformación de las reglas sociales, el deber ser, la doble moral y la inclinación de las pasiones que desnuda la inocencia y las ocultas pasiones de una época, la película describe la fuerza que contiene las emociones, la atrevida apuesta por el control de los sentimientos y la añoranza por el viejo continente ante el temor de la construcción de uno nuevo que les incluye y excluye al mismo tiempo. Lewis interpreta al abogado Newland Archer, quien debe atenuar los instintos, las reacciones y contener los deseos o dejarlos fluir ante un entorno que le devora y define, su actuación resulta medida, tejida por la trama y asume en su propia expresión la toma de decisión que conlleva el discernimiento.

Scorsese encuentra en ambas cintas un medio de expresión de las intenciones, de las relaciones entre sectores sociales y de los anhelos por configurar un estado, una clase o la autoafirmación de pertenencia a un sector o de un personaje, y en la suma, como recompensa de esa tarea, consuma una relación artística con Day-Lewis, e inicia el que será su siguiente dúo colaborativo, DiCaprio, dos de los mejores actores de sus respectivos generaciones y de los últimos 30 años.

 

9. DESPUÉS DE LA HORA (After Hours) 1985 y EL REY DE LA COMEDIA (King of Comedy) 1983

Si Martin Scorsese es reconocido por sus películas urbanas relacionadas a la mafia, históricas en el compás de agrupaciones sociales, y personales desde el crecimiento interno del álter ego, debiera ser igualmente valorado por sus aproximaciones a la comedia, que incluyen dos de las más hilarantes y quizá de suyo menos apreciadas películas del director neoyorkino. Tras el éxito de la perturbadora, cruda y magistral Taxi driver, y del no tan exitoso musical Nueva York, Nueva York, Scorsese construyó junto a su actor favorito de ese entonces, Robert De Niro, una de las más impactantes películas de la historia de la cinematografía universal, Toro salvaje, para después delinear un paso craso en su colaboración, dejar de lado el drama intenso, lo mismo físico que mental, para recurrir a la comedia y en el humor negro de la circunstancia. Es posible que para De Niro haya significado un reto aún mayor, y que esta jornada le brindara el deseo de protagonizar otras comedias sumamente exitosas en su devenir.

Scorsese ofrece una apuesta original, basada en el intento, la persistencia y el autoengaño de un comediante en relación con su talento y la posibilidad de éxito que llega, se espera, o se ha ido, El rey de la comedia es una cinta por demás tensa y llena de suspenso a medida que la comedia se convierte en la cotidianidad para muchos aspirantes a lograr esa apertura de las puertas del éxito que se entreabren pero no terminan de abrirse ante el paso. De Niro recurre a la improvisación para otorgar más realismo al stand up de su encomienda, y lo hace con precisión, alcanzando franqueza e incredulidad al mismo tiempo, forzando la espontaneidad del personaje y llenándolo de causas para justificar su proceder y desenlace, y todo lo anterior resulta tan intencional como poderoso.

En Después de la hora, Scorsese presenta una original, dinámica y audaz comedia sobre la imposibilidad casual del espacio-tiempo, en donde su protagonista no puede regresar al lugar del que partió o al que espera llegar, y por los imponderables de la noche, corre tras el reloj y delante de él sin prisa y sin pausa, generando una paradoja por demás entretenida que en su pícaro contexto, sumerge al espectador entre lo incomprensible y lo fantástico. Griffin Dunne, ofrece una actuación llena de angustia, en donde el personaje que anhela cumplir deseos, comprende que la satisfacción de los mismos desata una serie de sucesos fallidos que se concatenan uno a otro derivando en una espiral que parece no tener fin mientras avanza la noche.

Manhattan es personaje nocturno y el escenario involuntario de la timidez y el atrevimiento, de lo intencional y del accidente, del temor y del atrevimiento temerario, en síntesis, una película de culto plana de humor negro, que reafirmó la búsqueda de sonrisas en Scorsese, y en esa misiva, recibió el Premio a Mejor Director del Festival de Cannes. Ambas cintas se afianzan en la persistencia, por una parte en El rey de la comedia el motivo conjuga el reconocimiento y la autoafirmación, en Después de la hora la aventura incidental y el descubrimiento que sólo acontece si uno se atreve o abre a la probabilidad del intento.

 

8. EL ÚLTIMO VALS (The Last Waltz) 1978 y GIRA DE CONCIERTOS (Rolling Thunder Revue) 2018

Recorriendo parte del legado fílmico del maestro Scorsese, es preciso comentar sus cintas documentales, en especial dos que convergen la biografía con la música, las vicisitudes con la percepción, la inspiración con el testimonio: El último vals a finales de la década de los 70, y Gira de conciertos a finales de la segunda década del nuevo milenio, 40 años entre ambas realizaciones, aunque a decir verdad, su filmación, sucedió en casi en el mismo lapso, mediados de los años 70, cuando Scorsese se consolidaba en la industria con su obra maestra Taxi Driver y exploraba desde la música una forma de expresar desde la imagen su ingenio.

En El último vals, el documental aborda la despedida musical de la agrupación canadiense The Band, pero en el fondo, es la descripción de una serie de encuentros y desencuentros creativos y personales que configuraron la existencia de la banda y por ende, la posibilidad de incidir en la historia de la música e influir en otras agrupaciones como las que se suman al evento que capitaliza su última presentación en San Francisco, justo en la última semana de noviembre del año 1976, y que coincidiera de manera logística y proverbial con el Día de Acción de Gracias de dicho año. Diversas bandas y solistas participaron de los hechos, destacando Neil Diamond, Eric Clapton, Van Morrison, Ringo Star y Bob Dylan, entre otros. Dylan, quien para entonces era ya una figura consagrada, sería el protagonista de la siguiente cinta, Gira de conciertos.

Como una piedra rodante, Dylan se enfrascó en sendos recitales por diversas ciudades de Estados Unidos durante los años 60 y 70, sumando en su peregrinar colaboraciones de diferentes artistas que lo mismo exponían su arte que aplicaban su repertorio al de Dylan y a la banda que conformó para abrir desde su propia palestra un escenario variopinto de intervenciones y expresiones musicales. Producido musicalmente por John Simon, El último vals es una cinta nostálgica y emotiva que desde una experiencia particular, representa o semeja el destino de muchas bandas que deciden emprender en solitario nuevos caminos. Para Scorsese significó un desahogo de intensidades tras Taxi Driver, para la industria con el tiempo, una de las mejores películas realizadas desde el género documental musical.

Gira de conciertos por otra parte, es una película que nos muestra una aproximación musical a Dylan, sus influencias y la forma en que el genio influyó en otros músicos, un vívido recorrido musical que lo mismo explora las motivaciones filosóficas del músico que las emociones generadoras de música en quienes le acompañan. Más de 50 conciertos plegados de poesía, folk, rock y complicidades, cohabitan como reflejos de una gira que parecía estar destinada a escuetas presentaciones y que, a pesar de durar sólo 1 año, dejó una profunda huella tanto en la audiencia como en sus participantes. Un trueno musical que retumbó en los oídos y se asentó en los cuerpos de cientos de asistentes que escuchaban melodías y disfrutaban acordes, al tiempo que podían atestiguar los versos de Allen Ginsberg, poeta generacional e ícono de los años 60 y 70. Joan Baez resultó fundamental como lo fue de igual forma el dramaturgo y actor Sam Shepard, e incluso el tour aprovechó para hacer declaraciones hacia los ecos de la guerra de Vietnam o el sistema de justicia ante el caso del boxeador “Hurricane”. Scorsese aproxima a los espectadores a disfrutar los recovecos de la gira, reflexionar sus letras y acoplarse en la aventura gitana del ganador del Premio Nobel.

 

7. HUGO (Hugo) 2011

Si Taxi Driver, Toro salvaje y Buenos muchachos consagraron a Martin Scorsese desde relatos plenos de violencia y la estridencia física y oral de sus protagonistas, Hugo lo inserta en un género poco explorado por el director, el infantil, y lo hace desde una narrativa visual que se anida en lo fantástico y recurre a lo lirico para mostrarse como una apología de la creatividad, el ingenio y los sueños. Asa Butterfield logra una interpretación por demás sentida de esta adaptación de la obra La invención de Hugo Cabret, original de Brian Selznick, que describe a manera de un sistema estructurado por engranes, las cuitas de un niño, Hugo, quien habitando la estación de un tren en el París de los años 30, experimenta desde la imaginación las infinitas y a la vez peligrosas posibilidades de la invención. Ben Kingsley coprotagoniza la película, cuya realización implicó un presupuesto de alto rango, especialmente por la construcción de sets de época y la utilización de espectaculares efectos visuales, de hecho significó la primigenia filmación y posterior proyección de cintas en formato 3D para el director.

Un homenaje a la cinematografía universal, una oda visual al legado de Georges Méliès, y un reconocimiento a la innovación de la industria mediante la invención, la ciencia y la tecnología, ponderan la realización de la cinta. Hugo habita la orfandad, pero adquiere por herencia la consecución de un proyecto, que incluye el ensamblaje de un autómata; a partir de esa premisa se da a la tarea de obtener todas las piezas necesarias para ello, enfrentando en el proceso divergencias incluso con el mismo Méliès, quien atisba su Viaje a la luna como la invención misma que provoca el cine y quien recupera, a través de la mirada del propio Hugo, el anhelo por alcanzar en la realidad los sueños. Si bien Hugo no posee la fuerza interpretativa que caracterizan a los personajes del director, significa una propuesta cinematográfica y una aventura dentro de su canon, una innovación tecnológica que homenajea al cine y que le permite a Scorsese acercarse a una nueva generación a la que invita seguir sus sueños desde la imagen. Nominada a Mejor Película en los Premios Óscar, Hugo permanece como una de las más arriesgadas apuestas del director neoyorkino, quien al mismo tiempo exploró un campo distinto y desafió a su público cautivo.

 

6. EL COLOR DEL DINERO (The Color of Money) 1986 y EL LOBO DE WALL STREET (The Wolf of Wall Street) 2013

Protagonizada por el mítico Paul Newman en el papel de Eddie Nelson, “Fast Eddie”, El color del dinero es la secuela de la clásica cinta El buscavidas, que fuese dirigida por Robert Rossen con la gran actuación de Jackie Gleason en 1962. En esta nueva entrega, Newman continua sus periplos en torno al billar, al que ha dejado por 20 años, tras labrar un sitio legendario como artista de los bolos, sin embargo, renacerá en él el hambre que el toque, el olor a gis y el cálculo del tiro sólo pueden darle, un reflejo de la vida que se ha aletargado. Gracias al encuentro intencional o casi fortuito con el nuevo y arrogante talento de Vincent Lauria, encarnado por un joven y para entonces ya exitoso Tom Cruise, decidirá emprender, tras una serie de divergencias, la conquista de Atlantic City, mientras la relación alumno-maestro primero deriva en una asociación de conveniencia, luego asume un vínculo de fraternidad, y finamente se enfrasca en una carambola de competencia, rivalidad y amor.

Mary Elizabeth Mastrantonio y John Turturro, entre otros, integran un elenco que incluye a figuras del billar de aquel tiempo. El color del dinero explora la redención como eje narrativo, Scorsese, retoma una de las grandes películas del cine noir de los años 60 y le aporta su propia atmósfera y ambiente, situando en una diferencia de 2 décadas la visión de nocturna, de apuesta y competitividad que habita los bolos, el talento, que confronta la maestría y experiencia del veterano, con el talento e irreverencia del novato. La precisión es tan importante como los apegos, y la habilidad tan vital como el cálculo. Mary Elizabeth Mastrantonio fue nominada a Mejor Actriz de Reparto a los Premios Óscar, y aunque no recibió nominación, Tom Cruise ofrece una actuación estupenda, sin embargo, será el mismo Paul Newman quien alcance un pico interpretativo de un personaje que antaño había sido premiado en otras entregas y que, luego de recibir su octava nominación a los Premios Óscar sin triunfo, como una suerte coincidente de redención y reconocimiento, logró obtenerlo por esta cinta de Martin Scorsese que sumó, al ya recibido por Ellen Burstyn en los años 70 en la categoría de Mejor Actriz y De Niro con su Toro salvaje, un tercer premio actoral y el segundo galardón a Mejor Actor del Premio de la Academia en la década. Vendrían otras actuaciones nominadas para su elenco en el futuro. Al triunfo de Joe Pesci en la categoría de actor de reparto por Buenos muchachos, se sumarán nominaciones similares para Lorraine Bracco por esta cinta y la de Mark Wahlberg en Los infiltrados; serán Daniel Day-Lewis por Pandillas de Nueva York y Leonardo DiCaprio por El lobo de Wall Street, quienes alcancen la nominación en la categoría de Mejor Actor. 

El lobo de Wall Street significó la quinta colaboración del director con DiCaprio, y en una de sus más celebradas, con un guión dinámico y una edición innovadora, la cinta permeó en la crítica y se convirtió en un éxito de taquilla casi de inmediato, la empatía del personaje y sus vivencias, confluyó para una recepción por demás calurosa y propia del candor que surge del boca a boca de las redes sociales. Jordan Belfort, inversionista y millonario, recluso, furtivo y elocuente vendedor, expositor y orador, es interpretado de forma encomiable por DiCaprio en esta cinta que logró capturar la atención de diferentes generaciones y ser un referente del estatus financiero y de la apuesta por alcanzar el éxito basado en la simulación, la ambición y el goce del dinero.

Memes, referencias, citas e imágenes producidas en la película, se convirtieron en tema de conversación, y la actuación de Leonardo fue reconocida con diferentes nominaciones en la temporada de premios. Su papel de un joven astuto y criminal nos recuerda su actuación en Alcánzame si puedes de Steven Spielberg, encantador, seductor y emprendedor de sueños y quimeras, podría definir a su personaje y al séquito de soñadores que junto a él conformaron una red de inversiones, paraísos y ganancias tan esfumables ante la ley como reinventadas tras el castigo con una resiliente capacidad de reinventarse. DiCaprio nos invita al reto de vender un lápiz de una y mil formas, y nos complace la energía de su personaje por lograrlo, es un héroe y un buscavidas, es idealista y villano, un pirata de los tiempos posmodernos que detectó los recovecos del sistema financiero y alcanzó a construir un imperio de la nada, un lobo de ovejas, una oveja que cedió ante el sistema, que en sí sería el lobo.

Jonah Hill, Margot Robbie, quien despuntaría su carrera, Jean Durjadin, Rob Reiner y Matthew McConaughey entre otros, completan el elenco de la cinta que explora la corrupción, fraudes y estrategias de inversión en la bolsa de valores, mediante una narrativa entretenida, vestida por los altibajos emocionales de su protagonista, donde los elementos poder, dinero y realización, aparecen como el trinomio constante que caracteriza la trayectoria fílmica del maestro. El lobo de Wall Street muestra los placeres y gozos que posibilita el éxito de quien se aventura en el mundo financiero de la bolsa, lleno de competitividad y en muchas ocasiones carente de ética, donde existen diferentes formas de obtener la riqueza por vías no formales pero existentes, y a su vez, cómo la irrupción de súbito en esa vorágine de sucesos puede concluir con el colapso y la bancarrota, para después, como una rueda de la fortuna, alcanzar la parte más alta y situarse en la más baja como si estas emociones acontecieran al mismo tiempo; más allá del dinero, es un asunto de realización.

 

Espera en breve la segunda parte de este DECÁLOGO.

 

Del mismo autor en Pijama Surf: DECÁLOGO: JOAQUIN PHOENIX - 10 visos de un Guasón épico

 

Iván Uriel Atanacio Medellín es escritor y documentalista. Considerado uno de los principales exponentes de la literatura testimonial hispanoamericana. Es autor de las novelas El Surco El Ítamo, y de los poemarios Navegar sin Remos y Puntos cardinales, los cuales abordan la migración universal y han sido estudiados en diversas universidades a nivel internacional. Dirigió los documentales La voz humana y Día de descanso. Es director editorial de Filmakersmovie.com.