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Las enigmáticas palabras del que tal vez sea el más grande filósofo del siglo XX

La 'alta revelación' ocurre en el centelleo que completa. Esta es la naturaleza -permite que la naturaleza se mantenga como ella misma. Y es en acorde a esto que la naturaleza es 'divina'.

Heidegger, Comentario al poema "Otoño" de Hölderlin 

 

Martin Heidegger fue probablemente el filósofo más importante del siglo XX. Esto por supuesto es debatible. Algunos filósofos  y críticos consideran que el puesto le pertenece a Wittgenstein, que cargó triunfalmente a la filosofía analítica a la cima de la academia, pues aquélla es más precisa y ofrece algo más parecido a un sistema completo, la más alta manifestación del pensamiento "lógico". La filosofía de Heidegger en comparación es más lodosa, suele andar en rodeos y titubea, pero también es más misteriosa y poética. A Heidegger no le interesa ese entendimiento del Logos como puramente lógico, lo que llama "logística"; su entendimiento de la filosofía es más existencial, a la vez más amplio y más terrenal, y por lo tanto más rico para la experiencia del ser humano en el tiempo. Aunque Heidegger es criticado por no haber desarrollado una ética (o no haberlo hecho de una manera concisa), su filosofía es mucho más fecunda en ofrecer un arte de vida y un modo de presenciar el mundo, es decir, de estar en el mundo y habitar poéticamente. En este sentido Heidegger continúa el acercamiento a la existencia como una obra de arte de Nietzsche, pero sin su vehemencia, de una manera mucho más delicada, cercana al taoísmo o al zen, como han notado algunos críticos, o recuperando la sensibilidad de Hölderlin, quien, junto con los presocráticos, Aristóteles y su maestro Husserl, fuera la más importante influencia en el pensamiento del filósofo de Friburgo. 

La otra razón por la que es debatible que Heidegger sea el filósofo más importante del siglo XX tiene que ver con su involucramiento con el partido nazi. Heidegger asumió el rol de rector de la Universidad de Friburgo en 1933 y aparentemente participó en la educación de las juventudes nazis y se mostró en un principio entusiasta en torno al movimiento. En 1934 Heidegger renunció a su puesto, aunque mantuvo algunas relaciones con funcionarios. Existe enorme controversia sobre su involucramiento, y aunque hay evidencia del mismo, la mayoría de las investigaciones están seriamente comprometidas por posturas altamente sesgadas. George Steiner ha dicho que lo más llamativo del hecho fue el silencio de Heidegger, quien nunca realmente se pronunció al respecto, salvo de manera fragmentaria y elusiva, pese a que tuvo innumerables oportunidades de hacerlo (pues vivió hasta la década de los años 70 del siglo pasado), incluyendo un famoso y decepcionante encuentro con el poeta judío Paul Celan. Pese a cuestionar la moral de Heidegger, Steiner, uno de los principales eruditos de nuestro tiempo, sentencia en su libro sobre el pensador alemán: "He argumentado que la purgación (katharsis) prodigiosa de Heidegger es uno de los actos mayúsculos en la historia del pensamiento y el lenguaje. Su desafío, su provocación e influencia son y serán inmensos".

Una de las pocas menciones que hizo Heidegger sobre su involucramiento con el nacionalsocialismo fue en su famosa última entrevista publicada por Der Spiegel en 1976 tras su muerte, aunque realizada 1 década antes. Dirigimos al lector a la entrevista completa. No reflexionaremos aquí sobre el tema del nazismo. Lo que nos interesa es el tono críptico, ominoso y hasta profético de Heidegger, algo para nada ausente en su obra, pero que aquí cobra un significado definitivo, al ser de alguna manera su último gran mensaje público. 

En la entrevista Heidegger regresa a uno de los temas fundamentales de su pensamiento después de su "giro", a saber, la crítica a la técnica (o a la tecnología). Ante palabras del entrevistador que elogian el funcionamiento del mundo, que gracias a la tecnología se llena de "bienestar", Heidegger contesta:

Todo funciona. Esto es precisamente lo inhóspito, que todo funciona y que el funcionamiento lleva siempre a más funcionamiento y que la técnica arranca al hombre de la tierra cada vez más y lo desarraiga. No sé si Ud. estaba espantado, pero yo desde luego lo estaba cuando vi las fotos de la Tierra desde la Luna. No necesitamos bombas atómicas, el desarraigo del hombre es un hecho. Sólo nos quedan puras relaciones técnicas. Donde el hombre vive ya no es la Tierra. Hace poco tuve en Provenza una larga conversación con René Char, el poeta y resistente, como Ud. sabe. En Provenza se han instalado ahora bases de cohetes y la región ha sido devastada de forma inimaginable. El poeta, que no es precisamente sospechoso de sentimentalismo y de glorificar el idilio, me decía que el desarraigo del hombre, que está sucediendo, es el final, a no ser que alguna vez el pensar y el poetizar logren alcanzar el poder sin violencia.

Curiosa repuesta que revela la profundidad de este pensador. Mientras todos en ese momento sentían regocijo y excitación ante la conquista del espacio, Heidegger ya veía en esto un impulso de escapar de la tierra, de ingravidez e ingratitud para con la naturaleza y sobre todo un frío e irresponsable desarraigo. La esencia de nuestra relación con la tierra, su intimidad, es la poesía, que es siempre este diálogo fundacional de cuidar y agradecer el ser que nos es dado. Pues como dice Hölderlin, en una frase que Heidegger subraya: "Poéticamente el hombre habita esta tierra". Es nuestra esencia habitar poéticamente y esa esencia está ligada a la tierra. Desarraigarnos de la tierra y de la tradición del pensamiento es el olvido del Ser, la tendencia a lo óntico, a concebir el mundo como una serie de objetos o cosas que son meros recursos para nuestra empresa de explotación y expansión. Hoy en día vemos a personajes como Elon Musk o Larry Page que prefieren apostarle a habitar otro planeta que a habitar armónicamente este. No por nada Heidegger ha sido citado como uno de los padres del movimiento ecológico, sin que él aceptara esa etiqueta.

El pasaje más relevante de la entrevista es el siguiente:

HEIDEGGER: Con esta pregunta volvemos al comienzo de nuestra conversación. Si se me permite contestar de manera breve y tal vez un poco tosca, pero tras una larga reflexión: la filosofía no podrá operar ningún cambio inmediato en el actual estado de cosas del mundo. Esto vale no sólo para la filosofía, sino especialmente para todos los esfuerzos y afanes meramente humanos. Sólo un dios puede aún salvarnos [Nur noch ein Gott kann uns retten]. La única posibilidad de salvación la veo en que preparemos, con el pensamiento y la poesía, una disposición para la aparición del dios o para su ausencia en el ocaso; dicho toscamente, que no «estiremos la pata», sino que, si desaparecemos, que desaparezcamos ante el rostro del dios ausente. 

SPIEGEL: ¿Hay una relación entre su pensamiento y la venida de ese dios? ¿Hay entre ellos, a su juicio, una relación causal? ¿Cree Ud. que podemos traer al dios con el pensamiento?

HEIDEGGER: No podemos traerlo con el pensamiento, lo más que podemos es preparar la disposición para esperarlo. 

Puede llamar la atención que un pensador que se dedicó a rechazar la metafísica y a criticar la "onto-teología" culmine su pensamiento con la espera de un dios. Pero Heidegger es un pensador complejo y su dios no es el mismo que el dios de la teología cristiana, ni es el dios de la filosofía, de la causa sui. Tampoco podemos decir claramente qué es este dios de Heidegger, del cual empezó a hablar después de su llamado "giro", pese a que existen numerosas interpretaciones y algunos académicos creen tener una respuesta (se dice, por ejemplo, que ese dios es una especie de héroe histórico transformacional). Heidegger prefiere las preguntas y simplemente no se puede dar una respuesta definitiva, pues estaríamos reificando de nuevo el Ser. Baste decir que el dios de Heidegger lo debemos buscar en la poesía de Hölderlin y en el entendimiento del ser y del pensamiento de los presocráticos. Será útil recordar que Heidegger empezó su carrera estudiando teología, pero que siempre tuvo el espíritu de un campesino, de un hombre de las montañas y los bosques. Ese "dios" que nos remite al Ser en sí o, mejor dicho, a su desvelo o a su evento, fue nombrado de muchas formas por el filósofo. Heidegger habló también de la verdad como el desocultamiento -que es también un vaivén entre ocultarse y desocultarse- de una irradiación y de un claro o de un espacio para la revelación. Términos elusivos pero también evocativos. La divinidad en la poesía de Hölderlin aparece como una luminosidad que se mueve en la naturaleza, que llama y quiere mostrarse, pero necesita de una cierta actitud de los hombres, de una pureza, de una apertura a recibir. En uno de sus últimos poemas, cuando ya le había caído la noche de la locura, el poeta dice: "el centelleo de la naturaleza es la más alta revelación". Ese dios es el modo de revelarse el Ser en los seres.

En una segunda parte intentaremos seguir meditando sobre esta divinidad, en quien descansa nuestra salvación e intentaremos dilucidar ¿por qué dijo Heidegger que sólo un dios puede salvarnos? 

 

Twitter del autor: @alepholo

 

Imagen: El sacrificio, de Andrei Tarkovsky