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En la época en que hay más personas en antidepresivos que nunca, también hay más personas intentando dejarlos, aunque a veces los síntomas son tan graves que la retirada es imposible

La llegada de los antidepresivos fue un hito en el tratamiento psiquiátrico: pequeñas pastillas que, en dosis regulares, podían controlar la depresión y la ansiedad. En Occidente, su utilización pasó de considerarse una suerte de tabú a representar una realidad cotidiana: pareciera que la depresión es el problema más común alrededor, y los medicamentos que la controlan también. Hay más personas en antidepresivos que nunca. 

Muchas personas superan el período de uso de antidepresivos sin problemas significativos, pero hay un porcentaje importante que los usa durante un plazo largo e indefinido, lo cual ha creado un problema no anticipado: los que intentan dejar los antidepresivos se enfrentan a síntomas severos de abstinencia que nadie les advirtió. Algunos de estos síntomas son tan fuertes que les impiden suspender las dosis. 

La suspensión de los medicamentos nunca ha sido el foco de interés de los fabricantes o los reguladores gubernamentales, quienes no consideraban que los antidepresivos podían ser adictivos. En principio, los antidepresivos fueron aprobados para utilizarlos en plazos cortos con dosis mínimas que ayudaran a controlar una crisis, pero incluso hoy, bien pasado el boom del Prozac, las lagunas de información sobre los efectos a largo plazo continúan siendo inmensas. 

Una vez que se aprueba un nuevo medicamento, los médicos tienen toda la libertad para prescribirlo como mejor les parezca. Y la falta de información sobre su uso en períodos largos nunca resultó un impedimento para poner a miles de personas en antidepresivos por tiempo indefinido. La mayoría de los que comienzan con la toma de esos medicamentos lo hacen después de visitas breves y síntomas de depresión clínica que los antidepresivos mejoran inmediatamente, a menudo por un efecto placebo. 

Ante esa evidencia, pocos médicos detendrían lo que pareciera ser un tratamiento ganador. Así que una prescripción inútil puede continuar por años. Hasta que alguien –doctor o paciente– decida que es tiempo de parar. Y la lucha se vuelva imposible. 

Incluso sin los síntomas de abstinencia, los antidepresivos no son inofensivos. Su uso lleva implícito efectos secundarios como entumecimiento emocional, problemas sexuales, aumento de peso o disfunción eréctil. El uso a largo plazo significa convivir con los síntomas propios de esos medicamentos, y aunque algunos pacientes se benefician de esa “terapia de mantenimiento”, no hay ningún estudio que determine qué casos y en qué dosis o circunstancias.   

Ha pasado mucho tiempo sin que los graves síntomas de abstinencia sean tomados en serio; hay poca investigación al respecto, pues se considera que la depresión es el problema más grave, no las dificultades para dejar un antidepresivo una vez superada la crisis. Los médicos no tienen la mejor respuesta para las personas que luchan por dejar los medicamentos; no hay pautas respaldadas científicamente, no hay forma de determinar quién corre un mayor riesgo, no hay estrategias adaptadas a las necesidades de cada persona.

Hace poco se completó la primera prueba rigurosa y prolongada de los efectos del retiro de un antidepresivo en Nueva Zelanda, dirigida por la doctora Dee Mangin de la Universidad McMaster. Su equipo reclutó a más de 250 personas en tres ciudades que habían estado tomando Prozac por varios años y estaban interesadas en disminuir gradualmente su consumo del medicamento. Los investigadores todavía están trabajando con los datos y sus hallazgos se publicarán en los próximos meses, pero una cosa ya quedó clara en esa experiencia clínica: los síntomas de algunas personas eran tan graves que no soportaban dejar el medicamento. 

Por ahora, las personas que no han podido alejarse de los antidepresivos siguiendo los consejos médicos recurren a un nuevo método llamado “microtapering”, que consiste en reducciones minúsculas y progresivas del medicamento. El proceso puede durar meses –incluso años– y, de cualquier manera, los síntomas de abstinencia pueden prevalecer, sin importar la reducción cuidadosa y paulatina. 

Existen iniciativas como The Withdrawal Project, creado por Laura Delano, quien experimentó síntomas graves al intentar dejar ciertas drogas psiquiátricas. Su sitio proporciona recursos para dejar los antidepresivos e incluso una guía para el proceso de microtapering. Pero por ahora, los graves síntomas de abstinencia de los medicamentos psiquiátricos permanecen inexplorados.