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Stephen Hawking dijo que la filosofía está muerta y que la ciencia ocupa su lugar (por qué esto es absurdo)

Ciencia

Por: Jimena O. - 12/17/2018

Hawking creía que la ciencia podía responder a las preguntas centrales que se hace el hombre, pero éstas trascienden el poder y el magisterio de la ciencia

En 2011, en una conferencia organizada por Google, Stephen Hawking sentenció que "la filosofía está muerta". Algo así como "el rey está muerto, larga vida al rey" (siendo el nuevo rey la ciencia). Hawking dijo:

La mayoría de las personas no nos preocupamos de estas preguntas la mayor parte del tiempo. Pero casi todos nos preguntamos a veces: ¿Para qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? Tradicionalmente esas preguntas las contestaba la filosofía, pero la filosofía está muerta... Los filósofos no se han mantenido al tanto de los desarrollos modernos de la ciencia. Particularmente de la física.

Hawking agregó que "los científicos son los portadores de la antorcha del descubrimiento en nuestra búsqueda de conocimiento" y que las teorías nuevas "nos llevan a una nueva y muy distinta imagen del universo y nuestro lugar en él".

Ahora bien, uno no puede más que preguntarse si Hawking no está aquí sobrepasando el límite entre la ciencia y la filosofía (o la religión) que trazó Stephen Jay Gould, con su idea de "non-overlapping magisteria" (magisterios que no deben traslaparse). Es indudable que la ciencia tiene mucha más influencia que la filosofía, y en un sentido práctico domina completamente el "saber" actualmente. Pero esto es sólo un síntoma de nuestra condición moderna, y no de la realidad del universo o de la naturaleza misma de la ciencia y la filosofía. En cierta forma está muerta la filosofía, pero su muerte, en todo caso, trae la muerte de la sabiduría de las cuestiones ontológicas, de las llamadas grandes preguntas, de la causa formal y la causa final en el sentido aristotélico, pues el mismo método científico está limitado a sólo responder las preguntas relativas a las causas materiales y a las causas eficientes. Responde a qué y cómo, pero nunca a por qué y para qué. En el fondo, el hecho de que sólo la ciencia viva denota una pobreza del espíritu y sugiere que en realidad las preguntas esenciales, esas que según Hawking casi todos se hacen a veces, en realidad ni siquiera se formulan. Se consideran irrelevantes. Como notó Heidegger, el Ser en sí ya no se piensa. 

El filósofo danés Sören Kierkegaard escribió que "la ciencia y la academia enseñan el camino de la objetividad", pero la filosofía enseña el sendero de la subjetividad, de ser un sujeto que tiene una relación personal con lo infinito y sólo este camino de introspección, paciencia y recogimiento alcanza a revelar el mundo del espíritu, el mundo realmente significativo y trascendente. El sentido de la vida, el autoconocimiento (quiénes somos y a dónde vamos) no son preguntas que la ciencia pueda responder. O, en todo caso, su respuesta es completamente insatisfactoria e insuficiente para el ser humano, que necesita sentir que es libre, que tiene una relación con algo infinito y que tiene una posibilidad de trascendencia. La narrativa que ofrece la ciencia, finalmente, en tanto que pretende dar una visión completa del mundo, no es más que otra narrativa, al igual que la religión, un mito con el que intentamos hacer sentido de la realidad, ofrece una visión sumamente pobre para el ser humano, si es que tomamos en cuenta la versión dominante, que es la del materialismo o naturalismo. A grandes rasgos, si lo único que existe son los procesos mecánicos, ciegos y sin una finalidad de la materia, entonces es difícil sostener que el ser humano es libre, e incluso, que es un ser consciente y autónomo. Como dijera el biólogo Richard Dawkins, somos "robots aletargados", máquinas zombis cuyo único fin es ser portadores de los genes. ¿Pero quién quiere ser un robot zombi? ¿Puede un robot amar, teniendo en cuenta que no es libre, ya que está completamente programado? Si esto fuera lo que realmente somos, habría quizá que aceptarlo, aunque nos dejaría en un estado profundamente depresivo, pero no deja de ser más que una historia que nos contamos.

La ciencia confunde la cosmología con la ontología. Puede bien explicar cómo una cosa surge a partir de otra, pero no cómo se origina el Ser en sí mismo, cómo es que algo surge de la "nada". El mismo Hawking notó, en su libro Breve historia del tiempo, el predicamento en el que se encuentra la ciencia:

¿Qué es lo que enciende el fuego de las ecuaciones y hace un universo para que sea descrito por éstas? El acercamiento común de la ciencia de construir un modelo matemático no puede responder a la cuestión de por qué hay un universo para describirse.

Este es el problema también de que si las leyes del universo anteceden al universo material que se produjo, según una popular teoría, con el Big Bang, ¿cómo llegaron a ser esas leyes? ¿Cómo puede el caos producir leyes que producen un universo, si no estuviera ya gobernado por leyes? Y si las leyes son eternas, siempre han estado allí, entonces, ¿cómo conciliar esto con el modelo materialista de la ciencia? Pues estas leyes eternas se parecen a una visión platónica de la realidad y parecen revelar una inteligencia que trasciende al cosmos y, probablemente, una finalidad en el mismo cosmos.

Y está también el llamado "problema duro de la ciencia", el hecho de que existimos y somos conscientes. Y quizá ser y conciencia sean indistinguibles e inseparables, pues como la filosofía de Kant sugiere, realmente sólo sabemos que el mundo existe porque somos conscientes; el hecho de que exista el mundo independientemente de nuestra conciencia es una inferencia a posteriori, de la cual estrictamente no podemos estar seguros, no de la misma forma contundente en la que sabemos que somos. El tiempo y espacio son categorías de nuestra mente, y no tienen significado alguno sin la mente; las leyes del universo requieren necesariamente de la razón. Es probable que exista el mundo fuera de nuestra mente, pero ¿cómo saberlo de cierto, si todo conocimiento implica el acto subjetivo de la mente? Todo lo cual es una forma de decir que la conciencia es primordial y mientras la ciencia no pueda dar una explicación cabal de la conciencia -algo que quizá nunca pueda hacer por sus limitantes "objetivas"-, toda pretensión de responder a los grandes misterios de la existencia será producto de un complejo inflacionario, de una cierta miopía y hasta de una metafísica de la no metafísica. Como nota el filósofo David Bentley Hart, los científicos viven en la ilusión de que el expertise de su disciplina se traduce a la totalidad de la realidad, pero ellos mismos son generalmente ignorantes de las categorías y razonamientos de la filosofía. No se esperaría que un carpintero -ni un filósofo- entendiera de física cuántica. Cuando Hawking, junto con Leonard Mlodinow, declara que la filosofía está muerta, "es concebible que estén en lo cierto, pero lo que es seguro es que no tienen la competencia para saber si lo están (como queda claro por los errores filosóficos elementales que muestran en su libro)". Como dice Chesterton: "la ciencia no debe imponer ninguna filosofía, no más de lo que un teléfono debe decirnos que hacer".