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Una peculiar relación entre la aptitud para una relación de pareja y los hábitos de lectura

Nuestro hábitos tienen, por su propia naturaleza, una condición paradójica, pues dado que los realizamos prácticamente todos los días y desde hace mucho tiempo (por eso se volvieron hábitos), solemos reflexionar poco en ellos, e incluso podemos llegar a creer que todas las personas hacen lo mismo. Sin embargo, aunque parezca una obviedad decirlo, no es así y, más bien, lo cierto es que cada una de esas prácticas recurrentes es resultado de nuestra propia historia de vida. Incluso, con cierta curiosidad podríamos trazar nuestra biografía a partir de nuestros hábitos, aun los aparentemente más triviales o, sobre todo, a partir de ésos: la manera en que desayunamos, el tipo de ropa que elegimos, nuestra forma de caminar, las cosas que hacemos para entretenernos, etc. He ahí, como en un caleidoscopio, algunos puntos en donde se condensa lo que somos y lo que nos ha traído hasta este momento.

En ese sentido, los libros que elegimos para leer por gusto y placer son una de las mejores maneras de conocer nuestras inclinaciones. Entre las características más atractivas de la literatura se encuentra el hecho sorprendente de que aunque las obras expresan una perspectiva singular del mundo, al mismo tiempo son capaces de conectar con otras personas, de crear una especie de zona de encuentro paradójica en donde caben la coincidencia y la diferencia, esto es, donde el lector puede estar de acuerdo con el autor pero también aceptar la disparidad de ideas y aun así reflexionar a partir de ese desacuerdo. Un proceso dialéctico en donde la simpatía y la aversión conforman, un libro después de otro, nuestra propia bibliografía personal.

Hablamos de esta cualidad de los libros a propósito de un estudio realizado recientemente sobre la relación entre los géneros de la fantasía y la ciencia ficción y las aptitudes de una persona en el marco de una relación de pareja. Sin duda se trata de dos elementos que de inicio puede parecer que no tienen ningún tipo de relación, pero si, como decíamos, a partir de cualquier hábito se puede desprender la historia de vida una persona, y si los libros son capaces de crear conexiones profundas con la subjetividad y las emociones, entonces la investigación mencionada no resulta tan descabellada.

El estudio corrió a cargo de un equipo de psicólogos de la Universidad de Oklahoma, dirigidos por la profesora Stephanie C. Stern. En la investigación se reunió virtualmente a un grupo de 404 personas adultas, hombres y mujeres distribuidos equitativamente, a quienes se les pidió que identificaran los nombres de autores especializados en siete géneros literarios: literatura clásica, ficción contemporánea, romántica, fantástica, ciencia ficción, thriller y terror. Acto seguido, cada uno de los participantes dieron su opinión en torno a ciertas creencias sobre las relaciones de pareja expresadas en forma de afirmaciones contundentes:

“El desacuerdo es destructivo”
“Leer la mente es esperado”
“Una pareja no puede cambiar”
“Los sexos son diferentes”
“La perfección sexual es esperada”

Al analizar las respuestas de ambos cuestionarios, los investigadores encontraron que las personas con un conocimiento amplio de la literatura de fantasía y ciencia ficción estaban más inclinadas a considerar falsas todas las afirmaciones anteriores, con excepción de aquella sobre la perfección sexual.

En contraste, los lectores de literatura clásica consideraron cierto que el desacuerdo en una relación es destructivo y los de literatura romántica que los sexos (masculino, femenino) son fundamentalmente diferentes.

Según los investigadores, dichos resultados sugieren que los lectores de ciencia ficción y fantasía poseen una perspectiva sobre las relaciones de pareja mucho menos idealizada o francamente irreal, lo cual contribuye a su vez a generar mejores vínculos, pues en la medida en que nos relacionamos con una persona como es (y no como creemos o esperamos que sea), las relaciones suelen desarrollarse con mayor estabilidad.

¿El estudio tiene razón? ¿Los libros que leemos afectan a ese grado la manera en que nos relacionamos con otras personas, incluso íntimamente? Es muy posible que sí, pero sin duda, cada cual tendrá su propia experiencia al respecto.

 

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