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Nuestra cultura está obsesionada con la inteligencia y la productividad que se le asocia. La verdadera inteligencia, sin embargo, es una forma de ver el mundo y de vivir

Querer probar la inteligencia es una obsesión peculiar de nuestra cultura y nuestra época. Los jóvenes, sobre todo, buscan identificarse y compararse y creen que la inteligencia es el principal ingrediente del éxito e incluso, de la felicidad. Si bien es posible que esto sea cierto, en todo caso sólo lo es si con inteligencia se quiere decir algo más allá del IQ o coeficiente intelectual, únicamente si por inteligencia se entiende la capacidad de entender el mundo y de saber vivir, lo cual obviamente implica tener inteligencia emocional y seguramente otros factores, además de la inteligencia racional.

De manera relacionada, nuestra cultura tiene una obsesión por la productividad, por ser cada vez más productivos, ganar más dinero, tener más cosas, ser más exitosos. Esto va de la mano con la obsesión por la inteligencia, para poder producir más.

La mejor definición de lo que realmente es la inteligencia en un sentido práctico y medible sin una prueba (que no califica algo real, sólo otorga una cifra relativa a un paradigma artificial) es, probablemente, la que hace el escritor Robert Anton Wilson (RAW) en su novela The Illuminati Papers:

Si el mundo parece estar haciéndose más amplio y gracioso todo el tiempo, tu inteligencia se está incrementando gradualmente. Si el mundo parece hacerse cada vez más pequeño y molesto todo el tiempo, tu estupidez se está incrementando gradualmente.

Con el lacónico pero tremendo sentido del humor que lo caracterizaba, RAW lo dice tal como es. Seguramente hay grandes mentes que en muchos sentidos pueden ser más inteligentes que tú, pero si viven en perpetua neurosis, amargados y "apretados", entonces realmente no han entendido de qué se trata el mundo. Realmente, no se puede exagerar la importancia que tiene el sentido del humor en relación a la inteligencia. Como señalamos en otra nota, existe evidencia de que hay una importante relación entre la inteligencia (e incluso la auténtica espiritualidad) y el sentido del humor. En parte porque reírse de uno mismo es, al menos, estar un poco libre del egoísmo y su solidez constrictora. 

El "papa" RAW

Si tienes dudas sobre tu inteligencia o en general sobre tu estado actual, una gran forma de medir el agua, de tomar una radiografía, más que científica, existencial y pragmática, es preguntarte si has notado que en tiempos recientes has empezado a ver el mundo como algo más amplio y abierto o si, por el contrario, cada vez lo percibes más como algo cerrado y angustiante. Por supuesto, vivimos en condiciones específicas -quizá en la sociedad más neurótica y ansiosa de la historia- y nos puede haber tocado vivir en circunstancias muy difíciles, así que tal vez el mundo no es para nosotros una comedia celestial. No obstante la forma de medir nuestro progreso puede ser simplemente pensar si podemos ser capaces de tomarnos las cosas menos en serio, si somos capaces de relajarnos y no identificarnos demasiado con nuestros problemas. A fin de cuentas, lo que esto significa es que la verdadera inteligencia es aquello que nos lleva a ser auténticamente libres.

 

En este enlace puedes conocer más sobre Robert Anton Wilson y leer más de sus frases de inteligencia humorística