¿Cuántas veces, en nuestra vida cotidiana, usamos un emoji a cambio de una palabra o toda una frase? Desde que en los últimos años su uso habitual se catapultó gracias a las comunicaciones vía smartphone, los emojis se han vuelto parte del flujo natural de la conversación y la expresión interpersonales, al grado de que incluso existe una suerte de identificación afín a la que también suscitan las palabras.
Así como a veces tenemos vocablos que usamos más que otros, que nos gustan y que preferimos (y también, por lo mismo, con los cuales los demás nos identifican), así también ahora ocurre un fenómeno parecido con los emojis: además de tener nuestros favoritos, en los intercambios con nuestros amigos pasa que algunos nos reconocen por la manera en que usamos alguno en especial, o surge una especie de código espontáneo en que determinado símbolo adquiere una significación especial cuando se usa en un contexto específico o con una persona en particular.
A partir de esto que sucede (y que sólo puede entenderse al hilo de la cotidianidad), estudiantes de distintas carreras de diseño de la Universidad Tecnológica de México (UNITEC) emprendieron el proyecto de convertir a sus compañeros de clase en emojis 3D, con base en aquellos iconos que cada uno eligiera como su preferido.
El trabajo involucró a alumnos de las carreras de Diseño Gráfico, Animación y Diseño Industrial, quienes realizaron bocetos, modelaje digital e impresión en 3D para conseguir las réplicas.
“Las ideas toman valor cuando las conviertes en realidad”, dijo al respecto Laura Velázquez, estudiante de Diseño Industrial.
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