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El futuro no está escrito, pero existen analistas cuyo trabajo es advertir a los gobiernos sobre los peligros que aún no existen --y cómo combatirlos

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A la vuelta del siglo, cuando muchos estábamos aterrados, sugestionados o curiosos acerca de los "misteriosos" efectos del Y2K en la tecnología, mientras George Bush hijo era electo para su primer mandato y unos meses antes del 9/11, fue publicado un reporte llamado Global Trends 2015, con sello del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos.

Mientras otros esperarían la cura contra el VIH o el cáncer, los oficiales del NIC (por sus siglas en inglés) trataron de imaginar un panorama geopolítico para Estados Unidos y sus aliados; algunas "predicciones" para 2015 siguen siendo algo difícil de imaginar, como un auténtico Estado palestino, o fueron desenmascaradas como paranoia por el curso mismo de los acontecimientos, como la pretensión de que Irak tuviera armas de destrucción masiva. 

Pero algunas cosas que eran claras para los analistas y futurólogos de inteligencia en diciembre de 2000 se han vuelto una inesperada realidad en muchos aspectos: volatilidad financiera, ciberataques de grupos anónimos, la siempre creciente brecha económica entre clases sociales y el crecimiento de China como una economía pujante.

Una Rusia nostálgica de sus viejas glorias, apoyada en la ONU para armar milicias pro rusas en sus antiguos territorios. Estados Unidos daba por sentado a principios del siglo XXI que Ucrania estaba del lado de los rusos al 100%, sin imaginar los años de luchas intestinas por los que atraviesan.

Aunque previeron que Afganistán sería un polo importante de fundamentalismo religioso y ataques terroristas, el NIC tampoco pudo prever los 13 años de guerra que habrían de atravesar.

Otros aspectos interesantes del reporte son el papel de los "actores no estatales" en el panorama global, tales como las grandes empresas o el crimen organizado. Probablemente el reporte pasa por alto también alguna mención a la fuerza emancipadora del Internet a través de las redes sociales (determinante durante las revueltas juveniles de 2012, que siguen dando de qué hablar en Oriente Medio y Egipto), pero alcanza a trazar algunos de los problemas con los que nuestra generación deberá enfrentarse en los años próximos: la paulatina pérdida de control de los gobiernos nacionales del flujo "de información, tecnología, enfermedades, migrantes, armas y transacciones financieras, ya sean lícitas o ilícitas, más allá de sus fronteras".

El panorama global no resultó ser ese panorama de control que se planteaban autores como Orwell o Huxley desde la literatura, sino más bien un no-estado de vigilancia hecho de las interacciones de información. Aunque los Estados siguen siendo los actores más importantes de la arena global, los "actores no estatales" como las organizaciones no gubernamentales, las redes terroristas por contrato y las agencias de noticias adquieren año con año una presencia propiamente "global", en el sentido que tenía la palabra en la temprana teoría de la globalización: una tendencia mundial a que los efectos económicos, geopolíticos, militares, económicos, culturales o sociales en un sitio dado tengan incidencia en cualquier otro lugar del mundo.